Las 60 familias de Colas de Gallo y La Esperanza, dos recónditos pueblitos al norte de Costa Rica pasaron toda una vida esperando la llegada de la electricidad. Hubieran esperado otro tanto de no ser porque la energía llegó del sol.
Con un potencial total bruto de radiación solar equivalente a 123 millones de barriles de petróleo, Costa Rica empieza a dar pasos pequeños pero firmes en el uso de la energía solar.
Varias comunidades en las zonas más alejadas y pobres del país saltaron la brecha entre el uso de la candela y de la electricidad en virtud de la utilización de paneles.
De la misma forma se han instalado teléfonos públicos en comunidades indígenas y programas de cocinas solares donde los niveles de radiación solar son más altos.
El costo de los equipos empelados para producir energía fotovoltaica es todavía una enorme barrera para que el país pueda utilizar una mayor parte de su potencial, pero es una opción viable en comunidades tan alejadas que llevar la electricidad resulta mucho más caro.
Este hecho fue destacado por Hanz Kurz, representante residente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), organismo que financia la formación de una red nacional de electrificación fotovoltaica a través del Programa de Pequeñas Donaciones.
Kurz señaló que producir energía con un sistema de paneles solares para los poblados de La Esperanza y Colas del Gallo, en la occidental provincia de Guanacaste, costó 63.000 dólares. Llevar la electricidad tradicional a esos lugares costaría 370.000 dólares.
El potencial de energía solar se puede expresar también en megavatios. El de Costa Rica es de 10.000 megavatios, pero actualmente sólo utiliza el uno por ciento.
Allan Chin, de la Dirección Sectorial de Energía, dependiente del Ministerio de Ambiente y Energía, indicó que si se tratara de sustituir el consumo de electricidad tradicional el uso factible para la energía solar es el de calentamiento de agua.
Con esta función podría sustituirse hasta 10 por ciento del consumo total de energía eléctrica del pais.
La limitación mayor, dijo Chin a IPS, es el costo de los equipos. Para una casa de habitación un equipo de calentamiento de agua cuesta alrededor de 600 o 700 dólares, una suma muy elevada para el grueso de la población costarricense.
Sin embargo, coincidió con el representante del PNUD en que la energía fotovoltaica es la opción más viable y competitiva para suplir de energía a sectores que, de otra forma, no podrían acceder a ella.
Para el ministro de Ambiente y Energía, René Castro, los sistemas fotovoltaicos ofrecen beneficios muy concretos. En primer lugar, indicó, se aprovecha una fuente inagotable que no contamina ni produce desechos.
Además, permite a las familias aumentar sus posibilidades de estudio, ya que las horas luz se amplían sin costo adicional.
El sistema facilita también el acceso a la información a través de la radio y televisión y, finalmente, significa un ahorro en la economía familiar pues no se adquieren otras fuentes tradicionales de energía.
Kurz, por su parte, destacó que las familias beneficiadas por el proyecto, ejecutado por una cooperativa, "utilizaban para iluminarse candelas y canfín, al igual que se lo hacía en la Costa Rica del siglo pasado". El proyecto se inauguró el 21 de noviembre.
El establecimiento de una red nacional de electrificación fotovoltaica forma parte del plan nacional de energía establecido para el decenio 1995-2005, que tiene como meta la introducción de fuentes nuevas y renovables en todas las actividades humanas y productivas.
En virtud de la dificultad y el alto costo de extender esa red a todo el país, los esfuerzos se dirigen a construir, operar y mantener sistemas independientes.
El sistema consta de un panel solar, una batería y un regulador de voltaje. Produce la energía suficiente para iluminar pequeñas casas con tres lámparas fluorescentes de 13 watts y conectar un televisor.
El panel está compuesto por celdas de silicio que atrapan la luz solar para convertirla en eléctrica. Esa energía es almacenada en la batería controlada por el regulador de voltaje, de donde sale hacia los tomacorrientes y los aparatos eléctricos.
Cada familia de La Esperanza y Colas de Gallo pagará una suma equivalente a seis o siete dólares mensuales que servirá para que la cooperativa ejecutora pueda reinvertir en el proyecto, ampliar la cobertura, aumentar el nivel de electrificación y dar mantenimiento al equipo. (FIN/IPS/mso/dg/en-if/97)