El hombre, las plantas generadoras de energía y los vehículos que maneja tienen el grueso de la culpa por el recalentamiento mundial, pero científicos afirman que la actvidad solar también tiene un papel en el cambio climático.
Los expertos no presentan la actividad solar como alternativa a los efectos de la actividad humana y los gases con efecto invernadero, pero se refieren a comparaciones entre cambios en el clima y los ciclos de actividad solar, que promedian 11 años.
La investigación se centra ahora en los mecanismos físicos que podrían estar involucrados. Tres variables solares son consideradas como principales candidatas para afectar al clima: el brillo general, la radiación ultraviolenta y las tormentas solares.
El brillo general afecta las temperaturas, y la radiación ultraviolenta la producción de ozono y los vientos en la parte superior de la atmósfera. Las tormentas magnéticas y las fluctuaciones en las emisiones solares de partículas subatómicas influyen sobre las lluvias y la capa de nubes.
Según Brian Tinsley, físico atmosférico en la Universidad de Texas, muchas piezas del rompecabezas se están uniendo para sugerir "un cuadro fascinante". Esto llamó la atención de científicos de diferentes disciplinas que normalmente no trabajarían en las mismas áreas.
Con temperaturas anuales promedio que aumentaron gradualmente alrededor de un grado Fahrenheit entre 1880 y el presente, los expertos señalan como principal culpable al aumento de los gases que atrapan la temperatura en la atmósfera, como el dióxido de carbono, por la quema de combustibles fósiles como carbón y gas.
Sin embargo, algunos especialistas sostienen que el aumento de la temperatura ocurrió antes de 1940 y de la mayor parte de la acumulación de los gases, y se cree que otros factores podrían estar en funcionamiento.
El efecto general de la actividad solar sobre el clima no está en discusión. Capas de nieve identificadas en glaciares revelan variaciones en el polvo y los residuos químicos que parecen tener una correlación con el ciclo solar, al igual que los registros de crecimiento de los árboles y las rutas de las tormentas.
Cuando el número de manchas solares cayó dramáticamente entre 1640 y 1720, la Tierra se enfrió unos dos grados Fahrenheit, y el norte de Europa experimentó inviernos más largos.
Pero esto desconcertó a los científicos durante un largo tiempo porque las manchas solares son oscurecimientos magnéticos del Sol que, en términos relativos, bajan las temperaturas. Su desaparición podría haber resultado en un mayor brillo solar y más altas temperaturas.
Esto reveló que el Sol estaba en parte más brillante cuando hay gran cantidad de manchas, debido a las áreas brillantes que acompañan a las manchas, y estimuló la investigación sobre cuánto el brillo solar puede afectar la tierra.
"Creemos que la mitad del cambio climático desde 1850 hasta ahora puede tener su origen en el Sol", dijo Judith Lean, del Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos en Washington, quien investigó los registros de temperaturas históricas en términos de brillo solar.
Otros creen que 50 por ciento es una cifra muy conservadora. Según Sallee Baliunas, del Centro Harvard-Smithsonian, registros de los últimos 120 años sugieren que el sol podría ser responsable de hasta 71 por ciento de las fluctuaciones de temperatura de la Tierra.
Cuando otros factores se tienen en cuenta, la cifra alcanza 94 por ciento.
Pero hay un creciente cuerpo de opiniones científicas que sugiere que un mayor brillo solar podría no ser el único factor en juego.
El trabajo de Joanna Haigh del Imperial College en Londres revela que aumentos del calor y el ozono en tiempos de máxima actividad solar podría influir en las rutas de las tormentas de invierno.
Haigh predijo que las tormentas sobre el mar Mediterráneo se trasladarían al norte, alrededor de 6 kilómetros promedio durante un máximo solar. Pero mientras hubo correlación, los cambios observados no fueron tan grandes como los estimados. Por lo tanto, otros factores pueden estar en juego.
Un mecanismo que se investiga como posible agente de cambio climático involucra a los vientos solares. Estos son partículas atómicas que salen de la corona del sol y presentan fuertes cambios de fuerza durante el ciclo solar, causando disturbios significativos en el campo magnético de la Tierra.
Un efecto bien conocido del viento solar es la aurora boreal, o "Luces del Norte". Cuando el viento es fuerte, incluso puede causar que los transformadores de centrales eléctricas se incendien y las radios de comunicación y los satélites dejen de funcionar.
Cuando la actividad solar alcanza su punto más alto, el propio campo magnético del sol bloquea parte de los rayos cósmicos que llegan desde otras partes del espacio estelar. Muchos más rayos cósmicos pueden atravesar cuando el el sol está más calmo, elevando el nivel de radiación cósmica que entra en la atmósfera.
Brian Tinsley, quien trabajó en este tema con Kenneth Beard, de la Universidad de Illinois, afirma que un aumento en la radiación cósmica produce alta conductividad eléctrica en la atmósfera, y eleva las descargas eléctricas en la parte superior de las nubes.
A su vez, esto produce lluvia. Tinsley vinculó este mecanismo a las rutas e intensidad de severas tormentas de invierno durante el ciclo solar.
Sin embargo, los científicos solares no ofrecen una alternativa a los efectos de la actividad humana y el dióxido de carbono en el cambio climático.
Baliunas afirma que "nuestro objetivo es hacer el mejor modelo posible" para que los científicos puedan entender mejor el verdadero papel de la contaminación humana en el cambio climático. Aún hay mucho que aprender sobre la actividad solar y sus interacciones con la Tierra".
El próximo pico en la actividad solar se producirá alrededor del 2000, lo cual, según se espera, podría dar algunas de las respuestas. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/lp/en-cr/97