Los pobladores de zonas rurales, y en especial las mujeres y los niños, que emplean combustible de biomasa para cocina y calefacción, resultan el sector más amenazado de fallecimiento por la contaminación del aire.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que el número total de decesos por la contaminación del aire asciende por año en todo el mundo a 2,7 millones de personas, de las cuales 900.000 habitan en ciudades y 1,8 millones en los campos.
Pero la combustión de biomasa y carbón en locales cerrados, en particular en las viviendas para preparación de alimentos y calefacción, puede exponer a mujeres y niños al contacto con niveles elevados de contaminación, dijo la investigación.
Entre los efectos más graves, la OMS citó los casos del ozono en las principales ciudades de América Latina, de las partículas en suspensión en las grandes urbes de China y del plomo especialmente en El Cairo.
La OMS divulgó sus Orientaciones sobre la Calidad del Aire con el propósito de proteger la salud de la población y eliminar o reducir al mínimo las concentraciones de contaminantes tanto en ambientes cerrados como a la intemperie.
El trabajo de la OMS se propone también favorecer la adopción de decisiones ante peligros ciertos y orientar a los gobiernos para que establezcan normas y planes de desarrollo nacionales y regionales.
En condiciones normales, recordó el estudio, el aire se compone de 21 por ciento de oxígeno y 78 por ciento de nitrógeno. El resto corresponde a algunos gases raros, de los cuales el argón es el más abundante.
Al mismo tiempo, la atmósfera contiene una cierta cantidad de gases que en concentraciones superiores a las normales se vuelven tóxicos para humanos y animales y perjudiciales para las plantas.
Los gases perjudiciales incluyen al ozono, el anhídrido sulfuroso, los óxidos de nitrógeno, el óxido de carbono y una amplia gama de componentes orgánicos volátiles que en algunos casos, como el benceno y el butadieno, son cancerígenos.
Toda esa variedad de gases con características de toxicidad potencial, denominados contaminantes atmosféricos, pueden provenir de fuentes naturales o provocadas por el hombre.
Las tormentas de arena, las emanaciones volcánicas, los incendios de bosques y los gases, como el radón, que producen partículas radiactivas, pertenecen a las fuentes naturales.
En cambio, la mayor parte de los contaminantes derivados de la actividad humana se relacionan con la combustión.
En los países desarrollados, los vehículos automotores, la actividad industrial y la generación de energía son responsables en gran proporción de la producción humana de óxidos de nitrógeno y de azufre.
Ese grupo, junto con el monóxido y el dióxido de carbono, las partículas y los compuestos orgánicos volátiles, conforman los contaminantes primarios, así denominados porque provienen en forma directa de la combustión.
Otras reacciones, localizadas en la tropósfera, ocasionan los contaminantes secundarios, de los cuales el ozono es un ejemplo clásico.
El ozono se convierte en uno de los contaminantes principales en las grandes ciudades de América Latina, como en México, donde registra altos niveles a pesar de los esfuerzos por controlar la contaminación atmosférica.
La OMS observó que los niveles de ozono a lo largo de 1995, en la ciudad de México, excedieron la norma nacional durante 324 días. En el mismo año, en Santiago de Chile, la norma horaria fue superada 404 veces.
Estudios realizados en la capital mexicana demostraron los efectos agudos que la exposición al ozono causa en la función respiratoria.
En niños expuestos durante dos días a una combinación continua de altos niveles de ozono y temperaturas relativamente bajas, el riesgo de enfermedades respiratorias aumentó en 40 por ciento.
Las investigaciones constataron también que las consultas de urgencia por crisis de asma estaban asociadas con aumentos de concentraciones de ozono.
Sin embargo, para la salud humana, las partículas en suspensión son el contaminante principal en todo el mundo, tanto en ambientes cerrados como a la intemperie.
Las partículas, en especial las partículas finas, contienen grandes cantidades de materiales tóxicos inorgánicos y orgánicos, como metales pesados e hidrocarburos aromáticos policíclicos.
Numerosos estudios epidemiológicos sobre los efectos a corto plazo pusieron en evidencia la asociación entre las concentraciones de partículas y sus efectos sobre la salud humana, aún en los casos de bajas concentraciones como en los países en desarrollo.
La OMS indicó que en Asia del Sudeste se ha verificado la existencia de fuertes concentraciones anuales medias de partículas en suspensión. Pero las marcas superiores se registran en las grandes ciudades de China, agregó.
Los niveles de bióxido de nitrógeno varían de manera notoria de un país a otro. En grandes ciudades de países distantes, como China y Egipto, el bióxido de nitrógeno constituye el principal contaminante.
Los óxidos de nitrogeno afectan en especial al sistemna respiratorio humano. En dosis diferentes, el contaminante puede producir infecciones médicas distintas, desde alteraciones funcionales o morfológicas hasta atrasos en el crecimiento o reducción de la inmunización.
El monóxido de carbono llega a la atmósfera por efecto de combustiones incompletas de combustibles y otros materiales orgánicos.
Aumentos del nivel de monóxido de carbono se han registrado en habitaciones con aparatos de gas y en los estacionamientos subterráneos de varios pisos.
También, en los túneles viales, en las pistas cerradas de patinaje sobre hielo y en otros ambientes cubiertos donde se usan motores de combustión con escasa ventilación.
Con relación al plomo, las mayores concentraciones se localizan en los países que todavía utilizan la gasolina con plomo o que demoraron la introducción de combustibles más sanos.
En El Cairo, los niveles más altos de plomo se registran en los barrios con mayor congestionamiento de tránsito. Estudios epidemiológicos demostraron que la mayoría de los niños de la capital egipcia sufren de la contaminación por plomo, que es absorbido por inhalación o por ingestión. (FIN/IPS/pc/jc/en/97