/AMBIENTE/: El Niño podría quedarse para siempre

El recalentamiento del planeta podría convertir al fenómeno del Niño en una característica permanente del clima mundial, advirtieron científicos en base al aumento de la frecuencia e intensidad de la corriente de agua cálida.

El Niño de la actualidad es uno de los más fuertes de que se tenga registro, y ya causó sequías en Australia y Papúa-Nueva Guinea y retardó las lluvias monzónicas en el sudeste de Asia, lo cual provocó masivos incendios forestales.

Así mismo, El Niño causó tormentas en la costa del Pacífico de América central y del Sur, sequías en Africa austral e inundaciones en Perú y California.

"Aunque no existe un vínculo definido entre el fenómeno y el cambio climático en general, vale la pena estudiar los últimos acontecimientos", exhortó el vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, en la Cumbre de Preparación Comunitaria para El Niño, celebrada en noviembre en Santa Mónica.

El Niño se volvió cada vez más frecuente e intenso en las décadas de 1980 y 1990, lo cual dio lugar a sugerencias sobre su posible relación con el recalentamiento del planeta, causado por la acumulación de gases que atrapan el calor ("gases invernadero") en la capa superior de la atmósfera.

El Niño es el nombre que pescadores peruanos dieron a una corriente de agua cálida que se origina periódicamente en la zona ecuatorial del océano Pacífico y fluye hacia el sur, en general cerca de la Navidad, trastornando el clima de todo el mundo.

En los años 60, el fenómeno fue vinculado a la llamada Oscilación Austral, un cambio en la presión atmosférica sobre la región tropical indo-pacífica, y se estableció el alcance mundial del fenómeno.

El Niño se produce en promedio cada cinco años y dura unos 18 meses. Sin embargo, últimamente ocurre cada tres años, y sólo en el último decenio hubo cinco.

"Se podría predecir que el Niño se volverá cada vez más frecuente e intenso, y en algunos años, quizá 10, se convertirá en algo permanente", dijo Russ Schnell, un climatólogo que realiza estudios atmosféricos en el observatorio Mauna Loa, en Hawaii.

En lugar de tener períodos de agua fría entre cada Niño durante uno o dos años, "tendremos un Niño tras otro, y eso se transformará en la norma. En lugar de durar 18 meses, durará 18 años", agregó Schnell.

Otros científicos creen que podría existir una relación de causa-efecto de doble vía entre el recalentamiento del planeta y el Niño, aunque no necesariamente comparten la opinión de Schnell.

Kevin Trenberth, del Centro Nacional de Estudios Atmosféricos de Boulder, Estados Unidos, arguyó que el Niño y no el recalentamiento de la Tierra sería una de las causas directas del aumento de la temperatura en el invierno del hemisferio norte.

El recalentamiento en la zona se debe a cambios en la circulación del aire relacionados con el fenómeno y no al aumento de la temperatura debido a los gases invernadero, dijo.

"Gran parte del aumento de la temperatura promedio en América del Norte y Eurasia se debe a los cambios en la circulación atmosférica de gran escala. No se trata del recalentamiento planetario directamente", explicó Trenberth.

Sin embargo, el especialista concuerda en que el recalentamiento de la Tierra podría estar operando "detrás de bambalinas".

Por ejemplo, la inusual elevación de la temperatura en la zona tropical del Pacífico y la seguidilla de fenómenos del Niño en los años 90 podría reflejar cierto recalentamiento planetario.

"Tenemos que preguntarnos por qué el Niño está cambiando así. El efecto invernadero modificaría las temperaturas a nivel local, pero también cambiaría la circulación atmosférica", opinó Trenberth.

De esta manera, el recalentamiento mundial podría ser la causa de la aparición del Niño, que a su vez provocaría el aumento de la temperatura.

Otros científicos discrepan. El fenómeno tiene su origen en la disminución de los vientos alisios que soplan de este a oeste en el Pacífico desde Perú a Indonesia.

Para que el recalentamiento planetario explique al Niño sería necesario demostrar que la elevación mundial de la temperatura causó la disminución de los vientos alisios y no existe evidencia que respalde esta hipótesis, señaló William Nierenberg, de la Institución Scripps de Oceanografía.

Además, el recalentamiento planetario es, por definición, mundial, y es "inútil" intentar recabar conclusiones fiables sobre sus efectos regionales, como la elevación de la temperatura en una zona del océano Pacífico, aseguró.

Incluso hubo sugerencias de que los cambios en la circulación oceánica similares al Niño podrían retrasar el recalentamiento en algunas zonas del planeta.

Este año, luego de un análisis estadístico de la temperatura de la superficie de los mares del mundo, Mark Cane y colegas del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, de Palisades, Nueva York, presentaron pruebas del descenso de la temperatura en la zona tropical del este del Pacífico durante el último siglo.

Los científicos sostienen que el recalentamiento general de la atmósfera, como el causado por el incremento de los gases invernadero, podría provocar la caída natural de la temperatura en la zona este del Pacífico tropical durante varias décadas.

En otras palabras, el recalentamiento planetario debido al aumento de las concentraciones de gases invernadero podría causar una desigual elevación de la temperatura en el Pacífico.

La zona occidental del Pacífico tropical se recalentaría más que las aguas orientales, lo que aumentaría los vientos alisios y llevaría más agua fría a la superficie al bajar la temperatura del agua superficial del este del océano.

Para los colegas de Cane, Richard Seager y Amy Clement, los efectos generales serían similares a los causados por la llamada Niña, el efecto inverso del Niño o la "etapa de temperatura baja" del Niño/Oscilación Austral que suele suceder al fenómeno.

Sin embargo, científicos que discrepan con las nuevas conclusiones señalan que la acción cálida del Niño, por oposición a la fría, dominó el clima en los últimos 20 años.

Pero Cane argumenta que el efecto de menor temperatura quedaría demostrado por el estado promedio del clima y no necesariamente por las variaciones que se suceden año tras año.

"Estamos comenzando a apreciar la complejidad de la reacción frente a los gases invernadero", dijo Clement.

"La vinculación entre el Niño y el recalentamiento planetario probablemente no sea correcta ni especialmente relevante. En realidad, nos interesan los cambios regionales del clima", explicó Clement.

Mientras continúa el debate científico, el recalentamiento planetario y el fenómeno del Niño tienen en común el ser juzgados por el factor de riesgo humano, señaló Michael Glantz, especialista en clima y cultura del Centro Nacional de Estudios Atmosféricos.

"Todos quieren saber sobre el Niño. Cuando se identifica una incertidumbre, existe interés por eliminarla. Pero en el caso del recalentamiento planetario, la gente se apoya en la incertidumbre para no hacer nada", advirtió. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/ml-aq/en/97

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