/AMBIENTE/: Certificación para proteger los bosques

Una nueva forma de presión a favor de la supervivencia de los bosques empieza a cobrar fuerza en el planeta. Se trata de la certificación forestal, un mecanismo que le permite a los consumidores decidir a través del mercado.

Cerca de 200 millones de hectáreas de bosque han sido borradas del planeta en la última década y unos 17 millones de hectáreas de bosques tropicales desaparecen al año, pese a los compromisos adquiridos en 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro.

Ninguna iniciativa ha sido efectiva para evitar la destrucción de los bosques. Lo que mejor resultado ha dado en los últimos años ha sido la certificación forestal como herramienta para promover el manejo sostenible del bosque.

Actualmente, más de tres millones de hectáreas de bosque han sido certificadas en el planeta por el Consejo de Manejo Forestal (FSC), un organismo creado a principios de esta década por 130 participantes de 25 países.

América Latina será en el futuro uno de los principales proveedores de madera tropical para cubrir la demanda mundial de madera para uso industrial, pero en esta región la certificación no ha recibido un gran impulso.

Con el fin de conocer lo que se ha hecho en la región y la situación de los bosques tropicales, se celebra este lunes y martes en Costa Rica la conferencia regional sobre Avances y Perspectivas de la Certificación Forestal en América Latina y el Caribe.

La conferencia, patrocinada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), reúne a expertos de América y Europa, y a representantes de consumidores de los países industrializados.

Las organizaciones de consumidores de países industrializdos exigen pruebas de que los subproductos de madera que compran provienen de bosques manejados de manera sostenible, la certificación forestal es la garantía de ello.

La certificación "es considerada como un poder que se le da al comprador para que pueda decidir la forma en que se manejan los bosques en el planeta", explicó José Joaquín Campos, Coordinador de la Unidad de Manejo de Bosques Naturales del CATIE.

La certificación la realizan organizaciones no gubernamentales (ONG) y empresas privadas, tomando en cuenta criterios sociales, ecológicos y económicos, y las leyes forestales nacionales.

Este mecanismo es también uno de los instrumentos con que cuenta el WWF en una campaña mundial iniciada para tratar de detener la destrucción de los bosques.

WWF pretende establecer una red representativa de áreas legalmente protegidas que cubra por lo menos el 10 por ciento de los bosques mundiales en el año 2000. De los 3.300 millones de hectáreas de bosque que quedan en el planeta, sólo seis por ciento está protegido.

Paralelamente, y con ayuda del Banco Mundial, pretende que en 1998 la certificación independiente abarque al menos 10 millones de hectáreas de bosques bien manejados.

La certificación forestal tiene amigos y detractores. Algunas ONG la ven como un mecanismo que puede servir a los países industrializados para aplicar barreras no arancelarias al comercio de madera.

Como promotor de este mecanismo, WWF considera que una de las causas más importantes de la depredación de los bosques tropicales es el comercio internacional. "La cosecha comercial de madera es hoy en día la mayor amenaza que enfrentan los bosques más ricos en fauna y flora silvestre", señala.

En el lado opuesto, otros grupos y ambientalistas señalan que el comercio internacional de productos maderables tiene poco que ver con la deforestación de los bosques tropicales.

Julio César Centeno, un experto venezolano, asegura que el 80 por ciento de toda la madera cortada en los trópicos cada año es consumida como combustible en el pais de origen y sólo el restante 20 por ciento se utiliza en procesos industriales.

De ese 20 por ciento, cuatro quintas partes se consumen también en el pais de origen, añadió.

Centeno considera que las causas reales de la deforestación de los bosques tropicales se encuentra en la pobreza, la presión de la población y las inequidades de un orden económico internacional que no favorece los intereses de los países en desarrollo.

Además, asegura que hay una discriminación tácita contra los productos maderables provenientes de bosques tropicales, porque se les considera producto de la tala irracional hasta tanto no demuestren lo contrario, a través del proceso de certificación.

En cambio, los productos provenientes de bosques boreales de países industrializados reciben el trato de ambientalmente sostenibles hasta que no se demuestre que no lo son.

Establecer un diálogo internacional sincero sobre el tema de la certificación parece ser el clamor de expertos y ONG. (FIN/IPS/mso/ag/en/97

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