La luchadora social y defensora de la igualdad de la mujer en Venezuela, Argelia Laya, murió mientras participaba en la Convención de su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS), dejando a la izquierda local sin una de sus figuras históricas.
Laya, de 72 años, fue dirigente del Partido Comunista cuando esa fuerza, ahora virtualmente disuelta, tuvo un peso notable en la vida política venezolana, en los años 50 y 60, y lo abandonó en 1971 para participar en la fundación del MAS.
El presidente Rafael Caldera consideró a la dirigente, al participar el miércoles en la instalación del encuentro del MAS, como "un ejemplo de mujer, en la lucha y en la acción".
El secretario general del MAS, Leopoldo Puchi, resaltó este viernes que Laya "fue un ejemplo de vida y no cesó en su batalla para mejorar las condiciones de vida de los desposeídos y en particular de poner fin a la discriminación contra la mujer".
La dirigente de la coalición de organizaciones no gubernamentales de mujeres, Nora Castañeda, subrayó como su última batalla exitosa la campaña para introducir en el proyecto de reforma electoral una cuota de 30 por ciento de mujeres en las listas de los partidos.
Activista política desde los años 30, como dirigente comunista fue encarcelada varias veces por breves períodos, durante la lucha guerrillera en los años 60 hasta la pacificación en 1969.
También fue presidenta del MAS en la década del 80 y diputada hasta su jubilación. Aunque en sus últimos años se concentró en la promoción de medidas en favor de la mujer y hasta su muerte integró el Consejo Nacional de la Mujer, nunca abandonó la militancia política.
El MAS, la principal fuerza de la coalición del gobierno de Caldera, un democristiano independiente, suspendió su convención, que celebraba en una población costera cercana a Caracas, para rendir tributo a la que fue la mujer más destacada de la izquierda venezolana.
Laya falleció la noche del jueves, víctima de una crisis cardíaca que le sobrevino durante las deliberaciones de la convención del MAS, destinada a sancionar la reunificación de su cúpula, tras una fractura de tendencias internas en que ella se mantuvo al margen.
La dirigente, de raza negra, luchó también por limitar las disparidades étnicas en el país e hizo suya la colorida vestimenta de las mujeres wuayuu, el mayor pueblo indígena de Venezuela, asentado en la occidental región de la Guajira, compartida con Colombia. (FIN/IPS/eg/ag/ip/97