TAILANDIA: Crisis económica golpea duro a los inmigrantes

Cientos de miles de extranjeros en Tailandia serán devueltos a sus países para que sus empleos sean ocupados por los tailandeses desempleados debido a la crisis económica que afecta a la nación y a todo el sudeste de Asia.

Hace un año, las compañías tailandesas se peleaban por contratar trabajadores para sus fábricas y proyectos de construcción, lo que llevó al gobierno a importar mano de obra barata de países vecinos.

Eso ocurría cuando miles de millones de dólares en inversiones extranjeras ingresaban a la economía tailandesa, una de las de más acelerado crecimiento de Asia.

Pero la situación cambió en julio, cuando la devaluación de la moneda nacional, el baht, provocó una crisis financiera que se extendió al resto de la región y originó inestabilidad en los mercados de valores en todo el mundo.

El gobierno otorgó el año pasado un permiso especial para que las empresas privadas emplearan a trabajadores extranjeros en 43 de las 73 provincias del país por un período de dos años.

El viceministro de Trabajo, Ekaporn Rakkuamsuk, anunció la semana pasada que el gobierno limitaría la mano de obra extranjera a solo nueve provincias. El resto de los inmigrantes serían devueltos a sus países de origen para que los tailandeses sin empleo ocuparan los puestos libres.

"La elevada demanda de trabajadores extranjeros en algunos sectores, en especial la construcción, ya no existe. Mientras tanto, el desempleo sigue aumentando. Por eso, el Departamento de Trabajo solicitará a las fábricas que contraten a tailandeses en lugar de extranjeros", indicó Rakkuamsuk.

Los trabajadores extranjeros registrados en toda Indochina (Birmania, Laos, Vietnam, Camboya y Malasia continental) son cerca de 300.000. El número total de trabajadores inmigrantes en Tailandia se estima entre 700.000 y un millón. La mayoría ingresa al país a través de agencias ilegales.

La mayoría procede de Camboya y Birmania, donde la inestabilidad política y las dificultades económicas obligan a la gente a cruzar la frontera.

Aunque el gobierno quiere dar prioridad a los trabajadores tailandeses, muchas pequeñas y medianas empresas recurren cada vez más a quienes estén dispuestas a aceptar salarios más bajos, entre ellos los extranjeros.

"No creo que muchos empleadores sustituyan a los extranjeros por tailandeses porque tendrían que pagarles más. Y no hay tantos tailandeses que quieran hacer el mismo tipo de trabajo que hacen los inmigrantes", sostuvo Bundit Thanachaisethavut, investigador de la Fundación Arom Pongpangan, de Bangkok.

La mayoría de los extranjeros en Tailandia ocupan puestos que los tailandeses evitan debido a sus malas condiciones de trabajo. Pero los inmigrantes ceden a la explotación, por temor a que sus empleadores los envíen de vuelta a sus países.

El salario mínimo para los trabajadores tailandeses es de 4,20 dólares por día. Pero la mayoría de los extranjeros reciben 1,35 dólares diarios.

Ekaporn asegura que el gobierno ayudará a los tailandeses que deseen trabajar en el exterior y respaldará las gestiones para crear empleos en las aldeas. "Creemos que más trabajadores serán despedidos en los próximos dos meses y es importante poder ayudarlos".

El Ministerio de Trabajo afirma que el sector industrial emplea a unos seis millones de personas. Dos millones más trabajan en tareas agrícolas. Las autoridades prevén que los desempleados podría ser un millón, en su mayoría trabajadores no especializados, a fines de año.

Se espera que la cifra aumentará aun más el año próximo, cuando el impacto de la crisis económica sea pleno. Un efecto derivado de los despidos generalizados es el incremento de las conflictos laborales.

El gubernamental Centro de Trabajadores Desempleados recibió quejas y solicitudes de asistencia de unos 29.500 trabajadores de 563 fábricas. La mayoría de los despedidos eran mujeres del área textil y de la vestimenta.

"Ahora hay varios casos de despidos arbitrarios. Muchos trabajadores aseguran que no recibieron compensación alguna y los empleadores replican que no tienen dinero", explicó Bundit.

A medida que los conflictos laborales se multiplican, los trabajadores de las fábricas necesitarán más asistencia legal en el futuro.

Srila Kammongol, madre soltera, es una de las víctimas de los trastornos del mercado laboral. Dejó su hogar en el nordeste de Tailandia hace cinco años para trabajar en una fábrica de ropa cerca de Bangkok. El mes pasado perdió su empleo y vuelve al trabajo todas las semanas para tratar de conseguir compensación.

"Dijeron que nos pagarían cierta cantidad de dinero pero siguen aplazándolo y afirman que no tienen dinero aún. Intento encontrar empleo pero es difícil", manifestó.

Bundit afirmó que los trabajadores son impotentes frente a los empleadores debido a vacíos en las leyes laborales.

"Debe haber una ley que dé la oportunidad a los trabajadores o los sindicatos de participar en la toma de decisiones de los patrones, en especial cuando las fábricas tienen que despedir a la gente", comentó.

"También deberíamos tener un sistema de seguridad social que ayude a subsistir con menos sufrimiento a los desempleados", añadió Bundit.

A largo plazo, lo mejor que puede hacer el gobierno es concentrarse en el tipo de inversión que apoye a la mano de obra calificada y la protección del empleo, señaló.

"Ahora, los trabajadores no calificados que perdieron sus empleos pueden retornar a sus aldeas, pero tendrán dificultades para adaptarse de nuevo al sector agrícola, que tampoco les garantiza trabajo", advirtió Bundit.

"Por eso, en los tiempos que corren es muy importante una política que fortalezca a las comunidades rurales", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/pd/ral/aq-mj/lb if/97

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