Estados Unidos impuso severas sanciones económicas contra Sudán con el argumento de que el gobierno islámico no habría puesto fin al supuesto apoyo que brinda al terrorismo ni mejorado su "pésima conducta en materia de derechos humanos".
En un hecho inusitado, la secretaria de Estado (canciller) Madeleine Albright anunció en persona el martes las nuevas medidas, que incluyen el congelamiento de los fondos de Jartum en Estados Unidos y la prohibición del comercio entre los dos países.
Washington impuso las sanciones debido "al continuo patrocinio del terror internacional (del gobierno de Sudán), sus esfuerzos por desestabilizar a los países vecinos y sus pésimos antecedentes en materia de derechos humanos", declaró Albright.
La intención del presidente Bill Clinton es mantener la flexibilidad de Washington a Sudán, pues al decretar las sanciones evita que el Congreso de Estados Unidos imponga castigos similares a través de una ley que sería difícil de eludir, según fuentes legislativas.
Ya existía una veda de inversiones contra Sudán, para la que se establecieron excepciones para la empresa Occidental Petroleum, y hay dudas en Washington sobre el efecto práctico de las nuevas sanciones.
El comercio entre los dos países ascendía a apenas 70 millones de dólares el año pasado, de los cuales 50 millones eran exportaciones estadounidenses, según el Departamento de Estado.
Casi la mitad de los productos por valor de 20 millones de dólares que Sudán vendió a Estados Unidos en 1996 consistió en goma arábiga, un derivado del árbol de la acacia empleado para la producción de medicinas, tintas de impresión, bebidas sin alcohol, dulces y cosméticos.
Sudán genera cerca de 80 por ciento de la producción mundial de la sustancia y no existe sustituto sintético.
El vocero del Departamento de Estado James Rubin señaló el martes que el gobierno de Bill Clinton ofrecería un mecanismo por el que se concederían excepciones a la prohibición de comercio.
"No es la intención de la administración afectar en forma indebida los intereses económicos de Estados Unidos", aseguró Rubin.
"Por ejemplo, para ciertos productos específicos, consideraremos caso por caso la concesión de autorizaciones, para que sea posible la continuación de algunas actividades limitadas importantes para nosotros", explicó.
Rubin añadió que es probable que la goma arábiga sea "un caso que deberemos tomar en cuenta".
Las nuevas sanciones, parte de una orden ejecutiva firmada el lunes por Clinton, fueron anunciadas en un momento clave para Sudán, cuyo ejército se vio obligado a retroceder de gran parte del sur del país debido a una sostenida ofensiva del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA).
En el marco de la guerra civil más antigua de Africa, con 14 años de duración, el SPLA cercó por completo la ciudad de Juba, importante guarnición y centro logístico militar del sur. "Esta es la peor situación del gobierno en años", dijo un funcionario de inteligencia de Estados Unidos.
En agosto, el presidente sudanés Omar al-Bashir solicitó el cese del fuego y representantes de su gobierno y el SPLA se reunieron la semana pasada en Nairobi con el patrocinio de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), presidida por el presidente de Kenia, Daniel Arap Moi.
Las conversaciones giraron en torno a los reclamos de los rebeldes garantías sobre secularismo y autodeterminación, las mismas condiciones que Jartum rechazó en 1994 cuando la IGAD realizó su última gestión importante para propiciar las negociaciones.
Desde su independencia en 1956, Sudán ha estado dividido entre el norte de mayoría árabe y musulmán y el sur de población casi totalmente cristiana y animista.
La guerra, combinada con ocasionales sequías, generó una gran cantidad de víctimas, lo que convirtió al país en uno de los mayores receptores de asistencia humanitaria del mundo.
Rubin dijo el martes que Washington envió cerca de 650 millones de dólares en ayuda humanitaria a Sudán en la última década y que lo seguirá haciendo, a pesar de las sanciones.
La hostil política de Estados Unidos hacia Sudán de los últimos años se deterioró desde que Jartum apoyó a Iraq durante la guerra del Golfo en 1991.
En agosto de 1993, Washington incluyó a Sudán en su lista oficial de estados que fomentan el terrorismo y lo acusó de ofrecer refugio e instalaciones para entrenamiento de grupos islámicos de Medio Oriente y no islámicos de Uganda, Etiopía, Eritrea y Kenia.
Los vínculos entre los dos países empeoraron en 1995, luego de un atentado en Adis Abeba contra la vida del presidente egipcio Hosni Mubarak, que Egipto y Etiopía atribuyeron a Sudán.
En 1996, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) impuso leves sanciones diplomáticas a Sudán porque Jartum no entregó tres de los supuestos atacantes de Mubarak a Egipto.
Washington presionó entonces para la adopción de medidas más severas, entre ellas la prohibición de vuelos internacionales desde y hacia Sudán y un embargo militar.
Un funcionario estadounidense dijo el martes que Washington esperaba que las nuevas medidas alentarían a la comunidad internacional para intensificar las sanciones existentes.
En forma simultánea, las señales que salen de Washington no fueron todas hostiles. En 1994 y 1995, el gobierno de Clinton intentó mediar entre el SPLA y Jartum y criticó a ambos bandos por su inflexibilidad.
En 1996, Washington autorizó una excepción a una ley antiterrorista estadounidense que permitió que la firma petrolera Occidental Petroleum negociara con Jartum nuevas inversiones en Sudán.
En septiembre, el Departamento de Estado anunció que enviaría nuevamente a Jartum a diplomáticos estadounidenses que habían sido retirados en enero de 1996, en apariencia para presionar al régimen en sus negociaciones con el SPLA.
Pero el anuncio se retiró un día después cuando el Consejo de Seguridad Nacional, órgano asesor de la presidencia anuló la decisión por temor a los posibles costos políticos de la medida en Estados Unidos, según fuentes de la administración de Clinton.
El anuncio del martes también parece relacionado con la situación política en Washington, según fuentes del Congreso que indicaron que esta semana estaba prevista la aprobación de proyectos de ley de ayuda extranjera que prohibirían los vínculos económicos entre Sudán y Estados Unidos.
Una vez convertidos en ley, sería muy difícil cambiar dichas medidas. "La administración quiere mantener su flexibilidad sobre Sudán. Intenta adelantarse al Congreso", dijo un informante. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq-mj/ip if hd/97