Las condiciones infrahumanas en que viven los delincuentes considerados peligrosos en Sudáfrica demuestran que el país no avanzó demasiado pese a tener una Constitución calificada como una de las más progresistas del mundo, según defensores de los derechos humanos.
Los reclusos peligrosos permanecen en celdas de castigo de nueve metros cuadrados 23 horas al día. No pueden hablar con otros prisioneros, recibir visitas, fumar ni afeitarse, y sólo se les permite hacer una hora diaria de ejercicio en celdas aisladas que miden cuatro por dos metros.
Los presos tampoco pueden poseer electrodomésticos, y el número de cartas que pueden recibir está limitado.
"La Unidad Cerrada de Máxima Seguridad (CMAX) fue creada para los presos más difíciles y rebeldes de nuestro sistema carcelario… que bien podrían considerarse como los delincuentes más peligrosos del mundo", dijo el comisario Khulekani Sitole.
"Las prisiones de máxima seguridad son lo mejor que puede existir en la justicia penal en estos tiempos. No deshumanizamos a la gente, sólo practicamos una sana disciplina", afirmó Sitole.
Sudáfrica dio a conocer en septiembre su primera CMAX en Pretoria, que servirá de modelo para otras cárceles de máxima seguridad.
La prisión alberga a homicidas, violadores, líderes de pandillas y ex fugados, entre otros criminales violentos que permanecen allí por un mínimo de tres meses, hasta que se revise su situación.
"La forma en que funciona la CMAX se parece a la tortura", afirmó Peter Leon, del opositor Partido Democrático. "Las personas que son tratadas como animales terminan comportándose como animales", agregó.
Actualmente hay 18 reclusos en la CMAX, que tiene capacidad para 100 personas. Entre los dispositivos de seguridad con que cuenta la prisión se encuentran picanas, escudos electrificados para los guardias y vigilancia electrónica.
"Es un lugar espeluznante", manifestó Helen Suzman, de la Comisión de Derechos Humanos. "Hay un corredor largo con pequeñas celdas a ambos lados. Los reclusos son alimentados por medio de una pequeña ventanilla, y la única luz que ven procede de un orificio en el techo", afirmó.
"Dicen que todos los presos que están allí son violentos… pero yo descubrí que tres de los 18 reclusos están allí por fraude", sostuvo Suzman, reconocida internacionalmente por su activismo en contra de la política de segregación racial (apartheid).
El complejo también alberga al 12 veces homicida Sylvester Mofokeng, quien cumple una sentencia de 145 años de cárcel más 10 cadenas perpetuas. También está allí Eugene De Kock, un célebre agente de la época del apartheid.
"Hay quienes creen que, en ausencia de otra medida disuasoria (como la pena de muerte), la CMAX es útil", señaló Shawn Mackay, del Instituto Sudafricano para las Relaciones Raciales.
Graham Macintosh, ex político y actual agricultor, concordó. "La reclusión solitaria se utiliza en todo el mundo como forma de disciplina… No veo por qué no puede hacerse aquí", manifestó.
Sudáfrica es considerado uno de los países más violentos del mundo, sin contar los que están en situación de guerra. Se produce un asesinato cada 30 minutos, un robo cada seis y un asalto a una casa cada dos.
Sin embargo, el país lucha por crear una nueva cultura de los derechos humanos desde la desaparición del apartheid. Según la nueva Ley de Derechos, toda persona detenida tiene derecho a un tratamiento acorde con la dignidad humana.
Además, Sudáfrica es signataria de la Convención de las Naciones Unidas sobre Derechos Civiles y Políticos y de la Convención contra la Tortura.
"La CMAX infringe las obligaciones internacionales de Sudáfrica, además de ser inconstitucional, arbitraria y vengativa", afirmó Leon.
Otros críticos arguyen que CMAX no conduce a la rehabilitación de los presos. "En cierto modo tienen razón, pero nunca pensamos en las CMAX como centros de rehabilitación", admitió Sitole. (FIN/IPS/tra-en/gm/mn/pm/ml/hd/97
