SRI LANKA: Activistas humanitarios luchan contra mitos sobre sida

Los portadores del VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y enfermos de sida en Sri Lanka no sólo deben lidiar con el mal que socava el sistema inmunitario sino con la humillación del ostracismo social.

La enfermedad sigue considerándose sumamente contagiosa en la isla del océano Indico y abundan los mitos que afirman que quienes toquen a un enfermo están condenados a la muerte.

Incluso médicos y enfermeras de Colombo, la ciudad capital, se niegan a atender a pacientes de VIH o sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

La pequeña organización no gubernamental (ONG) Nest, que cuida a estas personas excluidas, con frecuencia halla a enfermos abandonados en camas sucias durante sus rondas en los hospitales.

"Nos sentimos frustrados cuando las enfermeras o los médicos dejan de cuidar a estos pacientes", dijo Sally Hulugalle, de la ONG que se describe a sí misma como "un lugar al que se puede acudir en una situación crítica".

"Nuestros voluntarios se aseguran que los pacientes reciben la misma atención que se brinda a los demás", afirmó la directora ejecutiva de Nest, Harini Amarasuriya.

El primer caso de VIH en Sri Lanka se detectó en Sri Lanka. El gobierno reconoce 200 casos en la actualidad pero los expertos concuerdan en que la cifra más probable supera los 6.000 en la población de casi 18 millones de habitantes.

Sesenta de las 75 personas infectadas de sida registradas en forma oficial hasta el momento murieron.

La forma más común de transmisión del VIH es a través del contacto sexual heterosexual. La isla cuenta con cerca de 12.000 trabajadores sexuales.

Además, decenas de miles de mujeres y hombres son vulnerables a los encuentros sexuales ocasionales ya que trabajan en el exterior y en las zonas francas, alejados de sus familias.

Un informe comisionado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) proyecta que, para el 2005, Sri Lanka podría contar con hasta 80.000 casos acumulados de VIH. El porcentaje de portadores en la población entre 15 y 64 años de edad podría llegar al 0,54 por ciento.

Unas 40 ONG trabajan con personas afectadas de VIH/sida. El Frente Comunitario en Prevención del Sida, por ejemplo, organiza seminarios y brinda servicios de asesoría en Colombo y los balnearios australes de Bentota, Hikkaduwa, Galle, Tangalle y Matara, que reciben a miles de turistas todos los años.

La abogada Mallika Ganasinghe, del Frente, explicó que el objetivo de la ONG son los trabajadores sexuales. "Seleccionamos muchachos y trabajadoras sexuales en las playas con cualidades de liderazgo para capacitarlos como consejeros".

"Estos educadores asesoran a otros, advirtiéndoles sobre el sida, otras enfermedades de transmisión sexual y la necesidad de usar condones", añadió.

Ganasinghe destacó que su grupo no solicita a los trabajadores sexuales que abandonen su forma de trabajo. En cambio, "les recomendamos a las prostitutas que se vistan mejor y sean limpias para conseguir mayores ganancias y, por tanto, menos clientes con el fin de obtener la misma cantidad de dinero", afirmó.

"Cuanto menos clientes, menor la posibilidad de contraer la enfermedad", aseguró.

La organización Nest quizá sea la única que se preocupa por las familias de los infectados con VIH/sida incluso después de la muerte de la persona.

"Nuestra labor no termina después de la muerte de alguien. Nos preocupa la familia y los ayudamos a enfrentar el futuro", dijo la directora Amarasuriya.

El mayor reto de Nest es convencer a los pacientes de vivir con normalidad. "Mediante el asesoramiento y la atención tratamos de ayudarlos a continuar con sus vidas", añadió.

La voluntaria Hulgulle recuerda el día en que la ONG persuadió a las autoridades hospitalarias que permitieran, aunque no es lo habitual, el retorno a su hogar de un paciente moribundo de sida.

El enfermo, musulmán, había rogado que le permitieran volver a su casa. "Tenía lágrimas de gratitud cuando volvió y murió media hora después", dijo.

El entierro de un musulmán debe realizarse dentro de las 24 horas tras su muerte. Nest intervino para acelerar el lento proceso de conseguir la partida de defunción y otras formalidades e incluso pagó por los gastos del funeral ya que los familiares tenían miedo de tocar el cadáver. (FIN/IPS/tra-en/fs/an/aq-mj/he hd/97

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