Venezuela privatizará el 20 de diciembre la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), que devino emblema de un modelo de desarrollo agotado en América Latina y de camino tortuoso para entregar una acería a manos privadas.
El parlamento removió la noche del miércoles el último obstáculo para privatizar Sidor, al aprobar por 157 a 46 votos el contrato de compaventa de 70 por ciento de ese complejo que produce 2,5 millones de toneladas anuales de acero, con ventas por 1.000 millones de dólares y exportaciones de 260 millones.
El Estado obtendrá unos 1.400 millones de dólares como ingreso bruto, se librará de una porción de su deuda externa y enviará un mnsaje de confianza a los inversionistas, aunque cede un activo que en el pasado consideró palanca de su desarrollo.
Una vez atendidos los pasivos y las reservas, el saldo neto para el Estado será de al menos 600 millones de dólares, que destinará a pagos de la deuda pública externa, que pasa de 27.000 millones de dólares.
Pero el principal beneficio es intangible, según el gobierno: "Vender Sidor es la señal más importante que se puede dar en este momento a los inversionistas extranjeros", dijo el ministro de Inversiones, Alberto Poletto.
Privatizar la siderúrgica figuró en los planes del gobierno de Rafael Caldera desde 1995, cuando el país vivía bajo un régimen económico basado en controles y todavía se abjuraba del "recetario neoliberal" del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Acelerar las privatizaciones formó parte del severo paquete de ajustes macroeconómicos lanzado en abril de 1996, pero aún así sólo 20 meses después puede completarse la venta de Sidor.
"Es como un espejismo del desierto", dice Poletto. "Mientras más rápido se quiere ir, más lejano aparece el oasis, por la cantidad de presiones e intereses que quieren protección y se cruzan en el camino".
Sidor surgió en 1964 -recordó Jorge Roig, diputado de Causa Radical, un pequeño partido de raíz obrerista- con el proyecto de desarrollar la sudoriental y mítica Guayana a partir de industrias básicas hidroelectricidad, acero y aluminio.
La hidroeléctrica permanecerá en manos estatales, pero las industrias de aluminio, acero y otras mineras, forestales o de transformación y servicios entran en la privatización. Se trata de toda un área, 500 kilómetros al sureste de Caracas, que ahora se plantea el crecimiento industrial en manos privadas.
Con las privatizaciones, el Estado cede su papel de principal productor de insumos, que defendió desde que en los tempranos años 60 el presidente y "padre de la democracia" Rómulo Betancourt acogió el modelo de desarrollo industrial de sustitución de importaciones promovido por la Comisión Económica para América Latina.
Ahora que América Latina ha dejado atrás ese modelo, la Guayana venezolana se coloca como encrucijada para las mismas actividades industriales pero en manos de consorcios trasnacionales, asiáticos y latinoamericanos.
Por comprar Sidor pujarán, en la subasta del 20 de diciembre, consorcios encabezados por la CSN de Brasil, Sivensa (Venezuela), Kobe Steel (Japón), Atisa Atkins, Ispat y Ahmsa (México), y Dongkuk Steel (Corea del Sur).
Varios de esos grupos, mediante acuerdos con el Estado venezolano, mantienen en paralelo proyectos de plantas de reducido de hierro en la zona, como Sivensa y Kobe, además de Posco, el grupo coreano con capital de la polémica secta Moon.
Según el contrato sancionado por el parlamento, el despacho de Poletto fijará un precio base para la puja. El ministro dijo que ni valorará sólo los activos ni las inversiones históricas efectuadas -más de 7.000 millones de dólares- sino que se usará el criterio de "valor de la empresa en marcha".
"Se habla de precio base de 1.000, 1.300 o 1.500 millones de dólares, y puede estar en ese rango", dijo Poletto (en el debate parlamentario se manejó 1.400 millones), "pero siempre habrá quien diga que vendimos a precios de gallina flaca".
A su juicio, "Venezuela ganará con el mensaje a los inversionistas, por la inversión inmediata de 300 millones de dólares que deberá hacer el ganador, y por el dinamismo que se inyectará a la producción y a los suministros".
El ganador queda además comprometido a mantener los volúmenes de producción, el suministro a compradores nacionales durante cinco años, efectuar inversiones ambientales por 74 millones de dólares y promover el desarrollo "aguas abajo" de la industria en la región.
También se compromete a garantizar la estabilidad laboral de 9.000 de sus 12.000 trabajadores durante un año, y a participar en la Estrategia Laboral para la zona que diseña el Estado, con un Fondo que se nutrirá de parte de los recursos de la venta de Sidor.
Los trabajadores lograron que un fondo especial atienda a las víctimas de enfermedades industriales -unas 80, según Poletto-, pero Roig no pudo incluir su propuesta de modificar la Ley de Privatizaciones para que al menos la mitad de los recursos fuese a un fondo de desarrollo de la región guayanesa.
Pero además, destacó Poletto, en la subasta se colocará sólo 70 por ciento de las acciones, pues a los trabajadores se les ofrecerá en venta y con facilidades de pago 20 por ciento, y otro 10 se reservará para la bolsa de valores", con la intención de que lo adquieran los clientes de Sidor.
Entre suspiros de alivio tras recibir luz verde del Congreso, Poletto insistió en que "el Estado ya no podía invertir más en Sidor -que demanda recursos por más de 1.000 millones de dólares- y, si no se la privatizaba ahora, dentro de dos años estará cerrada". (FIN/IPS/jz/dg/if/97)