El director del Instituto Geofísico de Perú, Ronald Woodman, salió al frente de catastróficas versiones de la prensa para advertir que el impacto del fenómeno atmosférico del Niño no será necesariamente negativo.
"En lugar de sembrar el temor, que puede generar derrotismo o fatalismo, deben contribuir a entender los fenómenos naturales como uno de los marcos de nuestra existencia social, que debemos estudiar para desarrollar nuestro sentido preventivo y capacidad de organización ante las emergencias", comentó.
Añadio que "el conocimiento y la anticipación permitirán planear el aprovechamiento de las torrenciales lluvias que se producirán en zonas áridas, en donde nunca llueve".
El fenómeno del Niño es un calentamiento anormal del mar que se produce todos los fines de año frente a las costas americanas del Pacífico, originado por una corriente marina de aguas cálidas procedente del otro extremo del océano, que forma parte de una cadena mundial de procesos meteorológicos.
Algunos años la intensidad del fenómeno es mayor y provoca vientos huracanados, inundaciones y sequías en diversos lugares del mundo, que abarcan América, Africa, Asia y aún Europa.
La comunidad científca internacional estudia actualmente la interacción de los factores que lo provocan, y una de las oficinas técnicas de la Organización de las Naciones Unidas promovió una reciente conferencia internacional sobre el tema.
Recién en las últimas décadas los científicos se dieron cuenta que los monzones de la India, las sequías en el nordeste de Brasil y en las sierras de Perú y Bolivia, y las inundaciones en la costa sudamericana del Pacífico estaban vinculadas por un mismo factor desencadenador.
Se le conoce ahora en todo el mundo como Fenómeno del Niño porque así lo llaman tradicionalmente los pescadores peruanos, que desde el siglo pasado advirtieron que en fecha próxima a la Navidad las aguas del mar se recalientan, varía la salinidad y los peces habituales emigran hacia aguas más profundas.
Según una serie de indicios, en la próxima temporada de verano en América del Sur se producirá uno de los temidos "Niños grandes", es decir más intensos, que repercutirá negativamente en la producción agrícola, con excepción de rubros como el arroz, y la pesca tendrá un año probablemente pésimo.
El ritmo de crecimiento del sector agrícola peruano fue de 5,5 por ciento en los últimos siete años. Se esperaba que la actual temporada alcanzaría a siete por ciento, pero, según el ministro de Agricultura, Rodolfo Munante, el impacto del Niño no permitirá que el índice supere cinco por ciento.
Woodman sostiene que el Estado no debe enfrentar la contingencia únicamente con obras físicas de prevención, sino también con inversiones científicas para estudiar el fenómeno y una política de comunicación social.
"Es cierto que el Niño puede causar mucho dano, pero en lugar de presentarlo como una calamidad, debemos estudiarlo y ver cómo aprovechar el conocimiento de sus ciclos", agregó.
Las declaraciones del científico coincidieron con informaciones de corte catastrófico en Ecuador, donde las inundaciones han provocado la muerte de 27 personas y casi 6.000 hectáreas de cultivos inundadas.
En la selva norte peruana, las lluvias torrenciales provocaron la semana pasada el desborde de varios ríos.
"La imprevisión es fruto del desconocimiento. Se anticipaba desde junio que este año el fenómeno tendría mayor intensidad que la habitual, las autoridades tomaron previsiones pero la información no llegó a todos a quienes debía llegar, por ejemplo a los campesinos", afirma Woodman.
"En la costa norte peruana, en donde en 1983 el Niño provocó la muerte de decenas de personas, arruinó sembríos, destruyó puentes y carreteras y la inundación afectó barrios enteros se han adoptado medidas para evitar o atenuar la repetición de esos efectos",indicó.
Pero los campesinos no fueron informados suficientemente y muchos hicieron sus siembras tradicionales, de modo que el cultivo del algodón y del espárrago han sido afectados, es probable que se malogre la cosecha del mango y quienes sembraron papa en la costa probablemente perderán sus cosechas, estimó.
Anne Marie Hocquenghem, antropóloga del Instituto Francés de Estudios Andinos, también criticó que hasta ahora las previsiones sean sobre todo administrativas, limitadas a la limpieza de cauces, ampliación de drenajes y defensa ribereñas.
"Esa forma de actuar es propia de una sociedad que pretende dominar a la naturaleza con tecnología, desplegando tractores, en lugar de armonizar la relación del hombre con su entorno natural", agregó.
"El fenómeno es natural, la catástrofe es social. La Conquista española produjo una ruptura en la relación de la población con su entorno natural, se perdió la sabiduría prehispánica sobre el comportamiento respecto del ambiente, y la sociedad se hizo mßs vulnerable", concluyó Hocquenghem. (FIN/IPS/al/dg/en-dv/97)