Militares asesinos, policías corruptos, delincuencia creciente y un gobierno que promete pero no atina a detener el crimen colmaron la paciencia de los mexicanos. En una protesta sin precedentes, miles marcharon hoy en silencio para exigir un freno definitivo a la violencia.
Con carteles y banderines donde se leía "ya basta señor presidente (Ernesto Zedillo), exigimos seguridad" y "alto a la delincuencia", los manifestantes caminaron por las calles de la capital, donde, según datos oficiales, se cometen 28,9 delitos cada hora.
Marchas similares se realizaron en poblaciones de los estados de Puebla y Chiapas.
La indignación y angustia frente al crimen aumentaron exponencialmente desde fines de 1994, cuando estalló la peor crisis económica que ha sufrido México en los últimos 50 años y con ella la inseguridad.
Hechos como el atentado a bala perpetrado el pasado jueves por presuntos narcotraficantes contra Jesús Blancornelas, director de un periódico en la ciudad de Tijuana, es apenas un muestra de lo que atestiguan día tras día cientos de personas en cualquier calle o zona rural del país.
La marcha silenciosa de este sábado, organizada por grupos ciudadanos, convocó en la capital a conocidos empresarios, dirigentes de partidos políticos, diputados, intelectuales, artistas y a miles de personas de diversos estratos sociales.
"Si algo tenemos hoy en común todos los mexicanos es nuestro miedo al crimen y la ira contra la impunidad y la justicia corrupta", dijo Guadalupe Kertz, una empresaria que vive en un exlusivo barrio de la capital, donde las mujeres formaron un grupo para protestar por la delincuencia.
Las estadísticas sobre el crimen indican que en la capital, una de las urbes más grandes del planeta, cada hora 7,7 personas son heridas con alguna arma, una persona muere asesinada y 7,2 vehiculos son robados.
La tasa de homicidios en la capital se incrementó 90 por ciento en los últimos 14 años hasta llegar a 19,4 casos por cada 100.000 habitantes.
Los portavoces de la primera marcha contra la violencia demandaron al Poder Legislativo leyes que ataquen con dureza la delincuencia y otorgen mayor presupuesto a los cuerpos de seguridad, al Ejecutivo terminar con la corrupción de policías y militares y al Judicial castigar con mayor decisión.
"Tenemos derecho a vivir sin miedo. Es terrible saber que cualquier momento un criminal nos puede matar", expresó Fernando Menéndez, un joven que portando un cartel en el que se leía "en mi famila dos autos fueron robados y tres veces asaltaron nuestra casa" participó en la marcha contra la violencia.
Menéndez, al igual que otros cientos, caminaron durante dos horas detrás de una gran manta que decía "México unido contra la delincuencia".
Desde 1995, Zedillo viene prometiendo periódicamente que vencerá la inseguridad. Para lograrlo, designó en junio de 1996 a respetados militares de alto rango en los puestos de jerarquía de la policía y aumentó el presupuesto para el combate a la delincuencia.
Sin embargo, la violencia no ha disminuido. Incluso varios de los militares han sido detenidos acusados de cometer abusos y otros de haber ordenado el asesinato de jóvenes con antecedentes criminales.
Zedillo reconoció en septiembre que la inseguridad llega a tales niveles que las personas ahora temen por igual a delincuentes que a policías.
Estudios independientes indican que cada día los policías cometen alrededor de 150 asaltos en la capital. Un alto porcentaje de los agentes tienen apenas educación básica.
"México es hoy una zona de alto riesgo", nadie está salvo, reconoce el gobernador electo de la capital, el centroizquierdista Cuauhtémoc Cárdenas, que asumirá el cargo el 5 de diciembre.
Cárdenas promete que en sus tres años de gestión pondrá todo su esfuerzo para terminar con la corrupción de la policía y combatir la delincuencia, sin embargo expertos en temas de seguridad advierten que el objetivo será difícil de cumplir.
Un programa efectivo contra la delincuencia sólo tendría efectos reales en cuatro o cinco años más, sostienen. (FIN/IPS/dc/mj/ip/97