El Partido Nacional (PN), principal fuerza opositora de Honduras, busca retornar al poder este domingo de la mano de Nora Melgar, la primer mujer que aspira a la presidencia en 176 años de vida independiente.
Melgar, de 56 años, maestra y con estudios de sicología cursados en Alemania, no ha podido sin embargo superar en las encuestas a Carlos Flores, candidato del gubernamental Partido Liberal.
Pese a que Flores encabeza los sondeos con un margen de entre 15 y 20 por ciento, Melgar afirma que está a "punto de ganar el poder, porque esas encuestas responden a intereses alejados de la realidad".
La candidata opositora dijo a IPS que desea gobernar porque en estos últimos meses ha recorrido todo el territorio nacional. "He palpado la pobreza de mi gente y quiero luchar por mejorar" su situación y "al igual que cualquier hombre, tengo ideales para mi país", dijo.
Melgar agregó que le gusta la política "para poder servir al país" y que no piensa defraudar a los electores que "centran sus esperanzas en una o un líder que muestre sensibilidad social".
"El hecho de ser la primer mujer que rompe un mito en este país es para mí un triunfo, pero no con ello me voy a conformar, y digo que estoy a punto de ganar porque he visto cómo la gente se identifica más con las mujeres, porque somos personas más sensibles", manifestó.
De aspecto sencillo, la viuda del general Juan Alberto Melgar, que encabezó una dictadura militar a mediados de la década del 70, ha sido la aspirante que más ha trabajado por ganar la presidencia, según sostienen analistas electorales.
Sin embargo, su escaso dominio sobre los problemas generales del país, especialmente en materia económica, motivó que sus opositores políticos la presenten como una "mujer débil" que lee lo que le ponen delante.
Comentaristas políticos sostienen, sin embargo, que la forma sencilla y a veces folclórica con que ve y resume los problemas Melgar, es su principal fuerza ante un electorado en gran parte analfabeto.
La lucha de Melgar en las internas del PN no ha sido fácil. Tuvo que enfrentar por un lado a sectores reacios a aceptar que su partido fuera dirigido por una mujer y, por otro, debió vencer la imagen negativa de tener a su lado a dirigentes acusado