Líderes del mundo en desarrollo reclamaron medidas para minimizar los efectos de los vaivenes y caprichos de las fuerzas del mercado mundial de valores y divisas, a raíz de las caídas que sufre Asia desde julio.
Un bloque de 16 países en desarrollo, el Grupo de los 15 (G- 15), adhirió en la cumbre de esta semana en Kuala Lumpur, capital de Malasia, a las iniciativas tendientes a la creación de mecanismos internacionales para proteger a las naciones de los especuladores de divisas.
Líderes como el primer ministro malayo Mahatir Mohamad y el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, exhortaron a generar un orden económico mundial más justo para sus naciones, obligadas a seguir las reglas de un mercado planetario más integrado.
Las turbulencias del mercado "dañaron los logros económicos y sociales de los países en desarrollo", dijo el presidente de Indonesia, Alí Suharto. "Deberíamos cooperar con eficacia en la estabilización de nuestros mercados de divisas", agregó.
"Es natural que insistamos en que nuestros países deben tener iguales derechos a la participación en el establecimiento del nuevo orden económico" mundial, dijo Mubarak.
El G-15, creado por el Movimiento de Países No Alineados (NOAL) está integrado por Argelia, Argentina, Brasil, Chile, Egipto, India, Indonesia, Jamaica, Malasia, México, Nigeria, Perú, Senegal, Venezuela y Zimbabwe. Kenia fue admitida como miembro número 16 el lunes.
Más allá de las palabras, los líderes del G-15 decidieron al finalizar la cumbre el miércoles la convocatoria de una reunión de ministros de Finanzas y funcionarios de los bancos centrales el mes próximo en Kuala Lumpur para establecer un borrador de reglas para el tráfico de divisas.
Las propuestas serán derivadas luego al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya conocen la iniciativa de Mahatir, introducida en las reuniones de ambas instituciones en septiembre en Hong Kong.
El tráfico de divisas también será uno de los puntos principales en la octava cumbre del G-15 en El Cairo, que se celebrará en mayo.
Las turbulencias de los mercados monetarios y de valores socavaron en apenas cuatro meses la confianza en las robustas economías de Asia, consideradas entre las más dinámicas del mundo. Por lo tanto, otras naciones más débiles también son vulnerables.
El G-15 declaró que los países industrializados tienen una "responsabilidad especial" para asegurar un ambiente económico más justo para las naciones pobres.
"Esto sería coherente con su gran dominio sobre las fuerzas y bienes de la globalización y de su capacidad de dirigir recursos al desarrollo", según el comunicado emitido luego de la cumbre.
"La continua participación de los países en desarrollo en la economía mundial, incluso de los menos desarrollados, debe tener la contrapartida de un ambiente de respaldo, justo y no discriminante", agregaron los líderes.
Al finalizar la cumbre de tres días, Mahatir dijo que la regulación del tráfico de divisas constituiría un punto clave en un eventual compromiso del Norte industrializado hacia la generación de condiciones de justicia económica.
"Por alguna razón, el Norte se resiste a cualquier regulación del tráfico de divisas pero promueve con fuerza la apertura, la transparencia y la ley", explicó.
"Por una parte, quieren que las leyes internacionales sean respetadas por todos los gobiernos y, por otro, pretenden que no se regule el tráfico de divisas. Es algo que no comprendemos", se lamentó Mahatir.
La propuesta del gobernante malayo signó desde el comienzo las discusiones de la cumbre. "Un sistema comercial mundial no puede depender solo de las fuerzas del mercado. Es tiempo de que establezcamos reglas justas" para que haya transparencia en el flujo monetario, sostuvo.
Pero la presencia de apenas seis jefes de gobierno en la cumbre resta fuerza al pronunciamiento del G-15, creado en 1989 para impulsar los intereses de los países en desarrollo.
Además de Mahatir, Mubarak y Suharto, asistieron los presidentes de Zimbabwe, Robert Mugabe, y de Perú, Alberto Fujimori. Las restantes naciones fueron representadas por vicepresidentes, viceprimer ministros y ministros de comercio o industria.
"Es un grupo con intereses nobles, pero el problema es la falta de credibilidad", dijo el economista malayo Subramaniam Pillay.
El experto afirmó que el G-15 prestó mucha atención a los problemas de otros países y a los factores externos, pero muy poca a los errores de sus propios gobiernos. La apertura de los mercados de Asia, dijo, fue lo que permitió la inestabilidad.
A pesar de que la cooperación sur-sur es un propósito elogiable, muchos países en desarrollo tienen leyes represivas, sostuvo Subramaniam.
Algunos líderes gastan grandes sumas de dinero extraidas de sus escasos recursos para proyectos inútiles y permiten que miembros de sus familias y allegados aprovechen esa relación para hacer negocios, agregó.
"Piden justicia en el comercio internacional y transparencia en el tráfico de divisas, pero deberían promover la justicia y la transparencia en sus países", no solo con el propósito de atraer inversiones extranjeras, sino de tomar en cuenta las aspiraciones democráticas de sus ciudadanías, dijo.
"La transparencia implica ser responsable de los actos, no solo en materia económica sino en cuestiones políticas y de derechos humanos", agregó el activista Mustafa Anuar.
Mahatir "debería practicar en Malasia lo que predica en el mundo" y, "a menos que lo haga, su reclamo de transparencia en el tráfico de divisas suena vacío", sostuvo Anuar.
La caída de divisas en Asia comenzó con la devaluación del baht, la moneda de Tailandia, en julio, y desde entonces se registró un efecto dominó en la región y en los mercados monetarios y de valores de todo el mundo.
Malasia e Indonesia, ambos integrantes del G-15, sufrieron el embate de los especuladores sobre sus monedas, que también se cirnió sobre sus mercados de valores y provocó un aumento general de precios internos.
Los grandes proyectos de infraestructura se han suspendido. Indonesia debió apelar a un paquete de ayuda del FMI y países donantes de más de 30.000 millones de dólares.
Como resultado de los problemas que afronta Asia, los líderes del G-15 se manifestaron reticentes a la liberalización de los servicios financieros y a la apertura de sus economías al mercado mundial. (FIN/IPS/tra-en/an/js/mj/if/97