El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, dijo hoy que Asia debería haber hecho la reestructuración bancaria que ya hizo su país, y puede ahora comprender la necesidad de nuevos mecanismos para disciplinar las finanzas internacionales.
La crisis financiera en Asia tiene un carácter distinto de la que sufrió México en diciembre de 1994, "que fue local". Esta es "más amplia y afectará la economía real de algunos países", afirmó el presidente brasileño, en almuerzo con corresponsales extranjeros en Río de Janeiro.
Cardoso recordó que desde hace mucho impulsa, junto con mandatarios de otros países, una discusión sobre las nuevas condiciones del mercado financiero, para definir mecanismos regulatorios que serían aplicados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) u otro organismo.
Para el siglo XXI, reflexionó, será necesario que el mundo defina "como quedarán las relaciones políticas internacionales" ante el avance de la globalización, en que "la economía corre más que la política".
"Qué autoridad mundial habrá y con qué legimitidad, son cuestiones abiertas, que no se pueden resolver ahora", observó, pese a la posibilidad amenazadora de un "desorden en las finanzas mundiales". Un examen de las "disfunciones del sistema", a la luz de la crisis asiática, podrá ayudar.
Cardoso hizo tales consideraciones tras indicar que Brasil tiene una economía sana, con capacidad para resistir ataques a su moneda, y aseguró que una devaluación fuera de la actual política de bandas cambiarias está totalmente descartada.
Una "mayor experiencia" desde la crisis mexicana, un sistema financiero reestructurado "por un programa que ahora Japón estudia cómo aplicar", privatizaciones que deben recaudar por lo menos 50.000 millones de dólares en los próximos dos años, son factores de solidez de la economía brasileña, argumentó.
Además, el país está recibiendo 16.000 millones de dólares en inversiones externas este año, aumentó su ahorro interno a casi 18 por ciento, frente a 13 por ciento hace cinco años, ofrece transparencia en sus políticas, una situación jurídica estable y está libre de "corrupción sistémica", añadió.
Por último, señaló que Brasil vive "el comienzo de un ciclo de crecimiento, al contrario de países en crisis, que ya tienen su mercado saturado", como algunos asiáticos.
Las duras medidas fiscales y la elevación de las tasas primarias de interés, adoptadas en las últimas semanas, "reducirán la actividad económica en el primer trimestre de 1998", reconoció. Pero evitan daños más graves y se acompañarán de medidas que contrarrestarán efectos recesivos, sostuvo.
El presupuesto del área social no se redujo en nada, se están estimulando exportaciones y la agricultura mantuvo todas sus ventajas, con el crédito a tasas de interés anteriores. Además, se estudian formas de impulsar la construcción, una actividad que ofrece muchos empleos.
Cardoso descartó la posibilidad de recurrir al FMI ahora, incluso porque el organismo rechazaría el pedido de un país que tiene más de 50.000 millones de dólares en reservas cambiarias y no necesita ayuda.
El presidente tranquilizó a los cerca de un millón de inmigrantes latinoamericanos indocumentados que viven en Brasil, manifestándose contrario a "cualquier restricción" y tener "los brazos abiertos" a los extranjeros que quieran trabajar en el país.
"Brasil creció por ser un país abierto a la inmigración", declaró Cardoso. (FIN/IPS/mo/ag/if/97