El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, pidió hoy la cancelación de la votación de la Cámara de Representantes sobre su proyecto de "vía rápida" y retiró la propuesta de la consideración del cuerpo hasta el año próximo, en vista de la oposición de sus correligionarios demócratas.
Si hubiera sido aprobado, el proyecto habría otorgado a Clinton amplia autoridad para negociar acuerdos de libre comercio con Chile y otros países latinoamericanos con el fin de formar el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El retiro de la propuesta constituyó una gran derrota para el gobierno y las industrias que lo apoyan, pero el mandatario insistió en que presentará una nueva solicitud al Congreso cuando éste reanude sus sesiones luego del receso de las fiestas navideñas, a comienzos del año próximo.
"El asunto no está muerto", dijo Clinton a la prensa. "Me sorprenderé mucho si no logramos desarrollar un enfoque bipartidario y constructivo sobre la vía rápida antes de que termine la actual legislatura", agregó.
Pero algunos analistas advirtieron que Clinton encontrará aún más dificultades en 1998, cuando todos los miembros de la cámara baja estén en plena campaña de reelección.
"Durante un año electoral, las posiciones partidarias se vuelven más radicales", observó Michael Schifter, analista de Diálogo Interamericano, que favorece la autoridad de la vía rápida para la negociación del ALCA.
Clinton pasó la mayor parte de los últimos cinco días realizando la campaña más intensa de su segundo mandato. El presidente llegó a llamar al Capitolio a casi todos los miembros de su gabinete para que realizaran negociaciones individuales con legisladores sobre el "precio" de su voto.
Los líderes republicanos que apoyaban la propuesta legislativa opinaron que ésta habría sido aprobada si Clinton hubiera renunciado a vetar un proyecto pendiente sobre ayuda al exterior que incluía una prohibición de la asistencia estadounidense a organizaciones extranjeras que según ellos promueven el aborto.
Pero Clinton insistió este lunes en que "es equivocado mezclar esos asuntos".
La vía rápida otorga al presidente la facultad de negociar nuevos tratados comerciales sin preocuparse por posibles enmiendas del Congreso. Según el sistema de la vía rápida, los acuerdos comerciales sólo pueden ser aprobados o rechazados por el Congreso dentro de los 60 días de su presentación formal.
Durante los últimos 20 años, el Congreso entregó esa autoridad rutinariamente, pero se la negó a Clinton desde 1994, cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
Clinton pretendía la vía rápida no sólo para negociar acuerdos de libre comercio con Chile y posiblemente el resto de América Latina, sino también con Asia y en foros multilaterales.
Pero el presidente se vio atrapado entre argumentos encontrados. La mayoría de los demócratas sostiene que los acuerdos de libre comercio deben incluir disposiciones a aplicar por la fuerza, sobre todo sanciones, para asegurar la protección de derechos laborales y el medio ambiente.
Por otro lado, los republicanos alegan que las condiciones sobre derechos laborales y el medio ambiente no tienen lugar en los acuerdos comerciales.
Tras vacilar durante tres años, Clinton finalmente aceptó las demandas republicanas de que las disposiciones sobre derechos laborales y la protección ambiental se relegaran a "acuerdos colaterales" no ejecutables por ley, tal como están en el TLC, y a la Organización Mundial de Comercio y la Organización Mundial del Trabajo.
Como resultado, Clinton fue abandonado por su propia dirigencia demócrata de la Cámara de Representantes donde el líder de la minoría, Richard Gephardt, quien se prepara para competir con el vicepresidente Al Gore para suceder a Clinton en el 2000, lanzó una fuerte campaña contra lo que llamó "el proyecto republicano de la vía rápida".
Para lograr su propósito, Clinton debía obtener 218 votos por "Sí" en la cámara de 435 escaños. La dirigencia republicana alineó a 165 de sus casi 230 miembros a favor del proyecto. Pero Clinton necesitaba otros 55 demócratas para estar seguro de ganar.
Le faltaron 10 votos, ya que Gephardt mantuvo a sus fuerzas unificadas. Este lunes Clinton dijo que "quedó claro que si íbamos a votación, había una posibilidad sustancial de que no lograríamos los votos necesarios para aprobar el proyecto".
Su decisión de retirar el proyecto marca una gran victoria para Gephardt y las fuerzas opositoras, en especial sindicatos y grupos ambientalistas.
Los opositores alegaron que la vía rápida resultaría en la pérdida de empleos estadounidenses y daños al medio ambiente, mientras empresas estadounidenses se lanzarían a abrir plantas e invertir en países pobres para sacar provecho de débiles leyes laborales y ambientales.
"Esto revela que el movimiento sindical tiene la capacidad para llegar a los trabajadores, sindicalizados o no, de forma efectiva", dijo Steve Drossman, director de relaciones públicas de la Hermandad Internacional de Camioneros, el mayor sindicato estadounidense.
John Sweeney, presidente de la poderosa federación sindical AFL- CIO, declaró que la decisión de Clinton marca "un momento histórico que determinará la forma de integración del pueblo estadounidense a la economía mundial". (FIN/IPS/tra-en/jl/ml-lp/ip/97