Al culminar la VI Cumbre Iberoamericana realizada con pleno éxito en la hermana República de Chile, como anfitrión designado de la VII Cumbre que se celebrará en la Isla de Margarita en Venezuela propuse como tema central de ésta el de los valores éticos de la democracia.
La propuesta fue acogida con unánime y entusiasta aceptación, porque la democracia es mucho más que una forma de gobierno, es un modo de vida, inspirado en valores éticos que le sirven de fundamentación.
Que le dan vida y fortaleza para superar los numerosos obstáculos que se interponen a su funcionamiento y para vencer las acechanzas que le oponen los enemigos de la libertad y aquellos cuyos intereses no pueden prosperar en un estado de derecho.
Entre los valores éticos está, desde luego, la libertad, que es fuente de inspiración y estímulo para el desarrollo material y moral de las sociedades.
La libertad, que es prenda inseparable de la personalidad del ser humano, que inspira las mayores hazañas y alienta los más increíbles sacrificios al servicio de la comunidad.
El reconocimiento de los valores éticos de la democracia supone el planteamiento riguroso y crítico de todos los aspectos de la educación.
Demanda que ésta no sea una mera transmisión de conocimientos sino tendrá el compromiso de forjar la personalidad de cada uno y la conciencia de lo que cada uno debe al feliz desempeño de las vida social.
Los valores éticos suponen la convicción de los ciudadanos de que ellos son responsables del funcionamiento de un orden político honesto, comenzando por hacer efectiva la responsabilidad del voto y la participación en todos los aspectos previstos por las instituciones.
Los valores éticos supone que los partidos, las organizaciones políticas de toda índole y las organizaciones gubernamentales cumplan la función que les corresponda, sin desviarla hacia fines impropios ni subordinarla a egoísmos y a intereses individuales o grupales, con la garantía de transparencia en los procesos electorales.
Entre los valores éticos de la democracia está, sin duda, el derecho del pueblo a una información veraz y oportuna, que no puede confundirse con el derecho a la libre expresión del pensamiento, porque una cosa es opinar y otra informar.
En un mundo globalizado y cada vez más informatizado, la posición de los medios de comunicación masiva constituye un poder casi superior al propio de los poderes públicos, desde luego que aquellos alimentan y condicionan el caudal informativo que conduce a los ciudadanos a la toma de decisiones.
A este respecto debo señalar que algunos propietarios de medios han querido deformar mi aseveración de que el pueblo tiene derecho a la información veraz y oportuna, presentándola descaradamente como una maniobra perversa, orientada a promover medidas legales o coercitivas de otra índole para restringir o vulnerar la libertad de prensa.
Nada más lejano de la verdad. No sustentamos ni pretendemos promover una legislación que restrinja y limite la actividad que hemos garantizado a los medios de comunicación social, a pesar de las falsedades e injurias de que algunos medios nos han hecho objeto de manera frecuente y hasta sistemática.
Lo que hemos querido es recordar que el compromiso ético es de todos y que cada uno está en el deber de reconocer y admitir que la normas morales nos conminan a todos y cada uno de los actores que nos movemos dentro de la vida social.
Con igual preocupación por el bien común, hemos insistido en la necesidad de revisar y reformar la administración de justicia para hacerla más accesible, recta y eficiente. —— (*) Rafael Caldera es presidente de la República de Venezuela. (FIN/Comunica-IPS/97