EE.UU: Un duro golpe para el movimiento sindical reformista

Ron Carey, que hace sólo tres meses condujo a los camioneros al mayor triunfo sindical de los últimos 20 años en Estados Unidos, enfrenta ahora acusaciones de corrupción y sus posibilidades de retener la presidencia de su grupo parecen casi nulas.

Carey, un dirigente reformista, desplazó en 1991 a la vieja guardia de la dirección de la Fraternidad Internacional de Camioneros (IBT), para cortar lazos de la organización con la mafia.

Su fama se acrecentó este año, con la victoria de los camioneros en la huelga de dos semanas contra la corporación United Parcel Service (UPS).

Pero el lunes, el juez federal Kenneth Conboy anuló la candidatura de Carey a las elecciones de la IBT, que conmenzarán este viernes, tras hallarlo responsable de desviar más de 700.000 dólares del sindicato a grupos que, a cambio, respaldaron su reelección en 1996.

"La IBT, un sindicato digitado por el crimen organizado, que apaleaba y aún asesinaba a disidentes, es ahora más transparente y democrático, y la transformación fue obra de Ron Carey", señaló Carl Biers, director de la Asociación de la Democracia Sindical, un grupo de Nueva York.

Pero Carey no puede competir por la presidencia de la IBT, debido a que ha sido vinculado a "actividades dudosas e incluso ilegales".

Los hechos benefician a la vieja guardia sindical corrompida y ligada a la mafia, cuyas maniobras determinaron al gobierno a intervenir a la IBT, dijo Biers.

La justicia declaró irregulares las elecciones de 1996 y ordenó celebrarlas nuevamente. Carey sólo podrá participar si triunfa el recurso de apelación que presentó contra el fallo de Conboy.

Mientras, el claro favorito en las elecciones, que se prolongarán hasta marzo, es su adversario de 1996, James Hoffa (hijo).

Bonetta Mansfield, fiscal interina de las elecciones, designada por el gobierno, pidió el martes al juez David Edelstein, de Nueva York, la suspensión de la votación.

Mansfield invocó en su pedido la necesidad de tiempo para investigar también la campaña de Hoffa de 1996, dispuesta tanmbién por Conboy. El juez señaló que debe averiguarse la procedencia de 1,8 millones de dólares en contribuciones no identificadas vertidos a la campaña de Hoffa.

El portavoz del sindicato, Steve Trossman, advirtió que los únicos candidatos a la presidencia eran Carey y Hoffa. Si fracasara la apelación de Carey y Hoffa también fuera observado por irregularidades, el sindicato quedaría sin dirección.

En cambio, podría haber nás aspirantes si se aplazaran las elecciones, arguyó Trossman.

Los problemas de Carey representan un golpe para los reformistas del movimiento sindical, que lo habían elogiado por apartar la IBT con el crimen organizado y por acabar con privilegios de los dirigentes sindicales.

Los hechos también se presentan pocos meses después de que la huelga desarrollada por los camioneros pusiera en evidencia los bajos salarios y las pobres condiciones laborales de los trabajadores a tiempo parcial.

"La huelga en UPS fue una gran victoria del movimiento sindical. Además, Carey acabó con el apoyo de la vieja guardia de la IBT a los líderes políticos republicanos", como los ex presidentes Richard Nixon y Ronald Reagan, dijo Biers.

Agregó que, significativamente, los republicanos promovieron la investigación de las elecciones de 1996 en la IBT al cabo de un año en que ese sindicato respaldó a los candidatos demócratas al Congreso.

Los republicanos "jamás se habían interesado en la corrupción en el sindicato de camioneros", ni aún en los tiempos en que la mafia lo controlaba, destacó Biers.

Según Bob Fitch, asesor de Communications Workers of America, Carey ha estado relacionado con algunos grupos delictivos de la costa oriental del país, mientras Hoffa, hijo del fallecido Jimmy Hoffa, un famoso dirigente de los camioneros, estaría vinculado a pandilleros de Chicago y del medio oeste.

Los dos dirigentes rechazan las denuncias de corrupción. "No he hecho nada ilegal, y lucharé contra la decisión (de Conboy) hasta que sea revisada", aseguró Carey.

"Pueden examinar nuestras finanzas a fondo, pero nada ilícito encontrarán", dijo por su parte Hoffa, cuando Conboy ordenó investigar su campaña de 1996.

Los comités de campaña de Carey y Hoffa recaudaron cada uno en 1996 cuatro millones de dólares, según Biers. "Sólo un ingenuo creería que recibieron únicamente contribuciones de los trabajadores", comentó Biers.

Biers cree que Hoffa también será excluido de la campaña electoral, si su campaña de 1996 es investigada a fondo.

Además de Carey, el escándalo financiero salpica al tesorero de la central sindical AFL-CIO, Rich Trumka, y amenaza a Arthur Coia, liíder de Labourers' International. (FIN/IPS/tra- en/fah/mk/ff/lb/97

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