El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se vio obligado hoy a postergar hasta el fin de semana la votación de la Cámara de Representantes sobre la "vía rápida" para negociar nuevos acuerdos comerciales con Chile y otros países.
La medida se debió a la oposición de la vasta mayoría de los legisladores demócratas. Pese a una intensa campaña, Clinton no pudo conquistar la voluntad de unos 40 representantes de su propio partido para que apoyen su solicitud, de acuerdo con fuentes del Congreso.
Como resultado, estrategas del gobierno continuaban realizando consultas este viernes con los líderes de los representantes republicanos, que respaldan el proyecto de la vía rápida, para obtener el apoyo de hasta 170 republicanos, según las fuentes.
"El costo seguramente será muy alto", dijo un asesor del Capitolio, el cual predijo que Clinton podría verse obligado a sacrificar una de sus prioridades legislativas de este año para obtener todo el respaldo republicano que necesita.
La aprobación del proyecto otorgaría al presidente autoridad para negociar por la vía rápida nuevos acuerdos comerciales sin tener que preocuparse por posibles enmiendas del Congreso, ya que los acuerdos negociados sólo pueden ser rechazados o aprobados por ambas cámaras, dentro de los 60 días de presentado.
Desde mediados de los años 70, el Congreso otorgó rutinariamente la vía rápida hasta 1994, cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
Clinton desea la vía rápida con el fin de negociar acuerdos de libre comercio con Chile y posteriormente con el resto de América Latina para concretar el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas.
Así mismo, la vía rápida permitiría a Clinton negociar medidas de liberalización comercial con Asia y en foros multilaterales.
Pero el mandatario quedó atrapado entre las exigencias de los demócratas sobre sanciones que garanticen la protección de los derechos laborales y el ambiente, y la insistencia de los republicanos en que las condiciones laborales y ambientales permanezcan excluidas de los tratados comerciales.
Tras vacilar durante tres años, Clinton se resolvió en septiembre a relegar las disposiciones ambientales y laborales a acuerdos colaterales no obligatorios como los del TLC y a procurar tales garantías en foros multilaterales como la Organización Mundial del Comercio y la Organización Internacional del Trabajo.
Como resultado, Clinton fue abandonado por los líderes de su propio Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, donde el líder de la minoría, Richard Gephardt, y el oficial disciplinario de partido, David Bonior, realizaron una intensa campaña contra la propuesta de Clinton.
Respaldados por la poderosa federación sindical AFL-CIO e importantes organizaciones ambientalistas (algunas de las cuales apoyaron el TLC en 1993), Gephard y Bonior lograron aparentemente mantener conforme al electorado demócrata.
Ahora que el Senado casi seguramente aprobará la vía rápida, Clinton necesitará 218 votos por el sí en la cámara baja, de 435 miembros.
Hasta el momento, los líderes republicanos acordaron dar el voto de 155 de sus 230 representantes, pero si no ofrecen más que eso, Clinton deberá persuadir al menos a 63 de los 206 representantes demócratas para lograr su propósito.
Sin embargo, el presidente parece muy lejos de ese objetivo. Fuentes del gobierno y el Congreso no cuentan más de 40 votos de demócratas a favor del presidente, con lo cual faltarían 20 votos para garantizar la aprobación del proyecto.
La cuestión es, ahora, cómo podrá Clinton conseguir los votos que faltan, quizá para este mismo sábado.
A comienzos de esta semana, la Casa Blanca presentó un paquete de medidas destinadas a seducir a los demócratas indecisos, entre ellas la extensión de programas de recapacitación para trabajadores despedidos y una promoción más activa de la protección de los trabajadores y el ambiente ante foros multilaterales.
Aunque las medidas lograron que el líder de la minoría en el Senado, Tim Daschle, se comprometiera a votar por la vía rápida, no alcanzaron los mismos resultados en la Cámara de Representantes.
Por lo tanto, Clinton está abocado ahora a atraer demócratas ofreciéndoles apoyo en medidas directamente relacionadas con sus circunscripciones electorales, tales como proyectos ambientales o protecciones específicas para las industrias ubicadas en sus distritos. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml/ip/97