DESARME: Los mercenarios son un gran negocio

Los mercenarios se convirtieron en una industria floreciente en todo el mundo. Las compañías más importantes del ramo obtienen contratos multimillonarios por proteger a gobiernos asediados o intereses de compañías mineras y petroleras.

Desde Perú a Papúa-Nueva Guinea, de Sudán a Sierra Leona, ex soldados son reclutados por poderosas empresas para entrenar, organizar, asesorar y hasta para desarrollar operaciones militares a cambio de un beneficio económico.

"Los mercenarios están de regreso, y, por cierto, no se irán", sostuvo el privado Center for Defense Information (CDI), con sede en Washington, en su último informe titulado "Soldiers of Fortune Ltd.".

El CDI, que a lo largo de su historia ha criticado el alto presupuesto de defensa de Estados Unidos, no propuso en su informe la prohibición lisa y llana de la actividad mercenaria, sino su regulación estricta de parte de la comunidad internacional.

En ese sentido, impulsó la creación de un registro internacional de compañías de mercenarios similar al Registro de Armas Convencionales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Además, deberá exigirse a estas empresas el reconocimiento de tratados de derechos humanos como los Protocolos de Ginebra, las reglas de la guerra y la ley internacional humanitaria como requisito para operar fuera de sus países de origen, según el autor del informe, David Isenberg.

El experto recomendó a la ONU que reconsidere su negativa a contratar mercenarios para misiones de mantenimiento de la paz, en especial ahora que los países se resisten a aportar soldados.

Isenberg recordó que las operaciones de la empresa Executive Outcomes (EO) para obligar a la rebelde Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) a negociar con el gobierno fueron más eficaces en términos de costos y resultados que la misión de la ONU enviada allí con el mismo fin.

El gobierno de Angola contrató a EO por 60 millones de dólares. La operación de la ONU, en cambio, costó un millón de dólares diarios durante dos años, según "Soldiers of Fortune Ltd.".

El informe analiza en profundidad tres de las principales firmas de mercenarios del mundo, que mejoraron su carácter empresarial.

"En lugar de organizarse en la clandestinidad, operan en oficinas conocidas, tienen personal a cargo de relaciones públicas, ofrecen sus servicios en páginas web y cuentan con folletería", explicó Isenberg.

El resurgimiento de los mercenarios responde a los grandes recortes de los presupuestos de defensa estatales en todo el mundo, el aumento de conflictos internos tras el fin de la guerra fría, la resistencia de los países industrializados a intervenir en enfrentamientos y "la tendencia general a la privatización".

"A pesar de las consideraciones morales, la privatización en general ahorra dinero en materia de atención a la salud, educación y… mantenimiento de la paz", según el informe.

Isenberg caracteriza cuatro tipos de mercenarios activos en la actualidad. El primero y más tradicional, soldados extranjeros cuya motivación principal es el lucro y la aventura. Entre ellos figuran los contratados por el fallecido dictador de Zaire (hoy República Democrática de Congo) Mobutu Sese Seko.

El segundo tipo está constituido por pequeños grupos militares que trabajan para un gobierno con el objetivo de mantener la seguridad en una región específica.

El tercero, por grupos transnacionales alentados por la ideología o la fe religiosa, como los mujahidines de Afganistán en Bosnia, Tajikistán y Argelia.

El cuarto tipo, que es el que surgió en los últimos años y en sobre el que el CDI concentró su análisis, consiste en "firmas con estructuras internas similares" a cualquier otra empresa.

Hubo en el pasado algunas gestiones para prohibir la actividad de los mercenarios.

En 1977, una revisión de la Convención de Ginebra les retiró la categoría de combatiente o prisionero de guerra. Al mismo tiempo, la Organización para la Unidad Africana (OUA) adoptó la Convención para la Eliminación de los Mercenarios.

En 1989, la Asamblea General de la ONU estableció la Convención Internacional contra el Reclutamiento, Uso, Financiamiento y Entrenamiento de Mercenarios, que obliga a los estados a extraditar o juzgar a los que detecte en su territorio.

Pero la convención debe ser ratificada por 22 países para convertirse en obligatoria y, hasta ahora, solo 14 lo han hecho, entre ellos Angola y Zaire, dos de los países que contrataron mercenarios en los últimos años de acuerdo con el informe.

Las tres compañías analizadas por Isenberg son características de la nueva camada.

EO, la más conocida de las tres, tiene una base de datos de más de 2.000 soldados, la mayoría de ellos sudafricanos. Fundada en 1989, su mayor contrato, por 30 millones de dólares, fue firmado en 1992 con dos compañías petroleras, Gulf Chevron y Sonangol, para proteger sus plantas en Angola.

Se trata de la única empresa de mercenarios que cuenta con su propia fuerza aérea. En los últimos meses fue contratada por los gobiernos de Angola y Sierra Leona para entrenar y combatir. El acuerdo fue de al menos 80 millones de dólares más concesiones en minería que no fueron reveladas.

Con 32 de sus subsidiarias operando en áreas como programación informática y educación de adultos, EO es parte de un gran imperio empresarial que incluye intereses mineros en varios países africanos y versiones coincidentes afirman que ampliará sus actividades al Golfo y el este de Asia.

Sandline International (SI), con sede en Londres y Bahamas, también es parte de un conglomerado internacional con intereses en minería. Antes conocida como Plaza 107 Ltd., solo acepta a gobiernos como clientes.

Su operación más notoria hasta ahora ni siquiera llegó a concretarse. Se trata del abatimiento de la insurgencia secesionista que lleva ya más de nueve años en Bougainville, Papúa- Nueva Guinea. De todos modos, se embolsó 36 millones de dólares por el contrato.

Military Professional Resources Inc. (MPRI), con sede en Virginia, Estados Unidos, es conducida por militares retirados estadounidenses y tiene vínculos estrechos con Washington.

Sus principales operaciones se desarrollaron en la antigua Yugoslavia, donde entrenó a los ejércitos de Croacia y Bosnia- Herzegovina. Estos contratos fueron por decenas de millones de dólares. (FIN/IPS/tra-en/jl/mj/ip/97

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe