Los peligros de un quiebre institucional están provocando en los católicos de Paraguay creciente preocupación, y un extendido reclamo de que la Iglesia asuma el papel protagónico que abandonó desde el fin de la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989).
Ministros, gobernadores, intendentes, empresarios, obreros, militares y policías católicos expresaron sus preocupaciones en una asamblea de "Constructores de la Sociedad" convocada por el arzobispo de Asunción, Felipe Benítez.
Las propuestas de la asamblea se elevarán el domingo 30 al presínodo arquidiocesano, que tratará la "tecnificación cada vez mayor y la pauperización de grandes mayorías excluidas de la vida productiva", sintetizó Benítez.
La máxima autoridad católica paraguaya se reconoció sin competencia para proponer modelos alternativos, pero recurrirá a la denuncia "en sentido evangélico" para la reflexión de sus feligreses.
Benítez recordó a los dignatarios que lo escuchaban que durante este esfuerzo de tres años dictado por resolución papal y que terminará con el Jubileo católico del año 2000, deben sobresalir por su competencia y honestidad o pondrían "en peligro su salvación eterna".
El sistema político paraguayo está empantanado desde hace más de un mes, luego que el oficialista Partido Colorado no reconoció el triunfo en las internas del ex general Lino Oviedo como candidato para las elecciones nacionales del 10 de mayo próximo.
La autoridad partidaria lo está juzgando para desafiliarlo e impugna los resultados ante tribunales electorales, mientras que el gobierno lo acusa ante la Justicia por rebelión en 1996 y dictó su arresto, aunque sin suerte.
El ex Comandante del Ejército sigue prófugo desde el 3 de octubre pasado y su equipo jurídico denunció que el presidente Juan Carlos Wasmosy quiere quitarlo de la carrera electoral, matarlo o dar un autogolpe.
El encuentro de "Constructores de la Sociedad", que comenzó el viernes 14 y proseguirá el viernes 21, concluyó que la Iglesia Católica en Paraguay se ha vuelto pasiva en la post dictadura.
En la última etapa del régimen de Stroessner las iglesias fueron centro de reunión, albergue y defensa de opositores al régimen o defensores de los derechos humanos.
El senador opositor Secundino Núñez dijo que desde el golpe militar de 1989, prácticamente se ha dejado de denunciar las irregularidades porque "faltan sacerdotes con pronunciamientos más convincentes y con garra".
Reconoció que "hay indicios de resurgimiento de los pastores de la época de la dictadura, quienes presentaban valiente, luchadora y hasta corajuda a la Iglesia por medio de sus actuaciones".
Otro obispo, Claudio Giménez, del departamento de Cordillera, aprovechó su homilía del domingo 16 para exhortar a los creyentes a que eviten "las penurias del sometimiento ante un gobierno totalitario".
En el "santuario nacional" de Caacupé, donde se rinde culto a la imagen de la virgen patrona del Paraguay, pidió evitar a toda costa un enfrentamiento con derramamiento de sangre.
"Dios nos guarde de lo que pueda suceder si es que ahora no nos esforzamos por construir una sociedad fraterna y solidaria", dijo el obispo con relación a la indefinición política.
Una carta de sus pares, titulada "Un camino de esperanza ante los últimos acontecimientos a nivel político y social del país", se adelantó en abril al sínodo americano que comenzó esta semana en el Vaticano.
El sentido de la carta pastoral fue "renunciar a la idea de repetir las experiencias dolorosas de 50 años o de tan sólo nueve años atrás", puntualizó Giménez.
Aludía así a los golpes de Estado en 1954 y 1989 de los generales Alfredo Stroessner y Andrés Rodríguez.
El director de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), general Carlos Ayala, dijo ante el Palacio de López -casa de gobierno- que haría "una hermosa revolución" en 1998 si Oviedo era ungido presidente.
La afirmación le valió un "tirón de orejas" del primer mandatario según reconoció el mismo Ayala, aunque éste argumentó que sólo había sido "una broma".
El vocero oviedista Alejandro Velázquez retrucó que si "en el país funcionaran las instituciones", Ayala "estaría entre rejas".
Aludiendo al conflicto entre Wasmosy y Oviedo, Giménez advirtió que la desesperación llega "cuando no hay misericordia entre hermanos".
El nuevo obispo auxiliar de Asunción, Adalberto Martínez, complementó que "existen heridas y divisiones, profundas llagas que requieren del esfuerzo" para ser subsanadas.
Tras ser ordenado para tal cargo el domingo 9, agregó que los desacuerdos "ponen en jaque a toda la ciudadanía" por la falta de una "concertación pacífica y conciliatoria en la vida política".
Dos días antes, la 150 asamblea plenaria ordinaria de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) se comprometió el viernes 7 a trabajar "para defender el Estado democrático" y pidió paz partidaria en el coloradismo.
Pastor Cuquejo, secretario de la CEP, agregó que su tarea incluirá predicar "criterios muy claros para elegir" candidatos electivos, porque de eso depende "el progreso o el atraso del mismo pueblo".
Los movimientos laicales que trabajan en parroquias mantuvieron una asamblea al día siguiente, donde suscribieron un documento que denuncia la amenaza de quiebre del proceso institucional.
El politólogo Carlos Martini, expositor ante dicha reunión, resumió la coyuntura sociopolítica como "un fracaso social con estancamiento económico donde reina la impunidad".
Describió que "se cree en la Iglesia en busca de seguridad moral y en la prensa porque denuncia corrupción".
Martini opinó que "lo mejor que puede hacer (Wasmosy) es entregar la banda presidencial pacíficamente al próximo gobernante, sea colorado o de oposición".
Sus escuchas rechazaron ideas "mesiánicas del discurso demagógico" de Oviedo y "cualquier atajo que derrumbe las instituciones" como extender el mandato actual más allá del 15 de agosto, según se atribuye a un proyecto palaciego.
Los laicos católicos expresaron el compromiso para trabajar en favor de los desposeidos "ante la carencia de programas de salud, seguridad, educación y reforma agraria" del gobierno.
Marchas campesinas realizadas en marzo de los últimos dos años han tenido el cobijo alimentario y respaldo organizativo de las estructuras eclesiales nucleadas en el Seminario de la capital.
Debates acalorados se desataron entre dirigentes empresariales cristianos sobre el concepto de propiedad privada y la justificación que obispos de zonas marginales rurales han hecho de las ocupaciones de tierras.
"Los empresarios hemos hecho suficiente mérito para ganarnos una pésima fama de explotadores" admite a IPS el presidente de la Asociación de Empresarios Cristianos (ADEC), Pedro Fadul.
Este financista, nombrado 'empresario del año' en 1994, dice que "ganar dinero es nuestro talento y obligación" para "crear una riqueza que se reparta", concepto respaldado en su tesis de Economía de la Solidaridad.
Recientes seminarios de ADEC apostaron a promover esta gestión en base a "principios éticos de solidaridad y principios técnicos de economía de mercado", sin confundir "solidaridad con comunismo".
Sin embargo, Fadul rechazó la apología que obispos realizan en áreas campesinas -donde se concentra 70 por ciento de la pobreza- ante la invasión de campos que son abandonados luego de vender la madera talada de sus montes.
En el VIII encuentro de obispos y empresarios, a fines de agosto, se debatió la posición de los prelados "ante la invasión de propiedad privada que despierta según Fadul- cierta picazón en la Iglesia Católica".
En nombre del poderoso gremio estampó que "debe estar prohibido sacar los bienes ajenos" si no lo decide el Estado de Derecho por expropiación, pues no le corresponde a "cada pobre en particular". (FIN/IPS/cm/jc/cr-hd/97)