/DERECHOS HUMANOS/INFANCIA: El trabajo infantil y el dilema del huevo y la gallina

La conferencia internacional sobre trabajo infantil que se celebró en la capital de Noruega giró en torno al dilema de si el fenómeno es causa o consecuencia de la pobreza.

"La pobreza es tanto causa como consecuencia del trabajo infantil", opinó la ministra de Desarrollo y Derechos Humanos de Noruega, Hilde Frafjord Johnson.

"Si se nos impide trabajar, ¿qué comeremos? Si yo no hubiera trabajado, habría vivido en la miseria hasta morir de hambre", replicó el nicaragüense Franklin Blandón, de 17 años, quien asistió a la conferencia que transcurrió durante cuatro días en Oslo.

"Los niños son pobres porque sus padres los envían a trabajar. Eso perpetúa la pobreza", dijo la representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en India, la antropóloga Neera Burra.

Se estima que unos 250 millones de niños y niñas de menos de 15 años de edad trabajan en todo el mundo, muchas veces en condiciones peligrosas o degradantes. La mitad de ellos tienen trabajos de horario completo.

Los 40 ministros que asistieron a la conferencia acordaron un plan de acción mientras cuatro niños trabajadores de América Latina permanecieron fuera de la sala de la conferencia con sus bocas amordazadas en señal de protesta.

La delegación infantil latinoamericana afirmó que no se le había prestado suficiente atención a los puntos de vista de los propios niños que trabajan.

"No podemos abolir el trabajo infantil y luego cruzarnos de brazos. Pero tampoco se puede usar la pobreza como excusa", afirmó Johnson.

La conferencia, organizada por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el gobierno de Noruega, elaboró un plan de acción acordado por unos 300 delegados, entre ellos ministros.

El plan de acción supone que los países industrializados deberán ayudar a las naciones en desarrollo para afrontar el fenómeno, y que los gobiernos dispongan la educación obligatoria y el reemplazo de los niños y niñas trabajadores por adultos en esos puestos.

Un centenar de organizaciones no gubernamentales participaron en el debate.

El plan de acción no tiene carácter obligatorio, y los delegados apenas tienen facultades para pedir a los 41 países representados en la conferencia que lo implementen.

De todos modos, Noruega comprometió 28 millones de dólares para acciones en la materia, al tiempo que Gran Bretaña ofreció 1,1 millones de dólares a destinar a la detección de alternativas para los 7.000 niños y niñas que trabajan en fábricas de artículos deportivos en Pakistán.

"El trabajo infantil es causa y consecuencia de pobreza. El fenómeno enlentece el crecimiento y el desarrollo económicos y constituye una grave violación a los derechos humanos", sostiene el plan de acción.

La conferencia, que finalizó el jueves, definió el "trabajo infantil" como "explotación económica y cualquier trabajo al parecer riesgoso o que interfiera con la educación, perjudicial para la salud o para el desarrollo físico, mental, espiritual o social".

La Convención de Derechos Humanos sobre los Derechos de la Infancia, ratificada por 192 países, establece que los niños y las niñas tienen derecho a ser protegidos de esta clase de trabajo.

Pero, a pesar de que hubo consenso en cuanto a la definición del trabajo infantil como causa y consecuencia de pobreza, el modo y el propósito de las intervenciones para abatirlo fueron motivo de confrontación.

Burra argumentó que el trabajo infantil es una de las principales causas de la pobreza y negó que impedir el ingreso de niños y niñas al mercado laboral los empujará a la mendicidad o al crimen.

"Eso es un malentendido muy generalizado. India tiene alrededor de 200 millones de entre cinco y catorce años. La mitad de ellos no asiste a la escuela", dijo la experta a IPS.

"La pregunta no es 'por qué los padres pobres envían a sus hijos a la escuela' sino 'por qué los padres pobles envián a sus hijos a la escuela y no al trabajo y aún siguen con vida"', sostuvo.

Millones de padres en todo el mundo deben calcular el alimento que no podrá ingerir la familia si optan por enviar a sus hijos a estudiar. Entre ellos, muchos asumen el sacrificio porque la educación es la única salida legal a la pobreza.

"Cuando les pregunto a los padres cómo toman la decisión, dicen que es mejor comer un solo plato al día y tener los niños en la escuela que privar a los niños de la educación que les permitirá, quizás, comer un poco más", explicó Burra.

"Aquellos que envían a sus hijos a trabajar dicen que es una tradición, que los pobres siempre lo han hecho, y no necesariamente porque faltará comida si los niños van a la escuela", agregó.

"El argumento del hambre también se podría aplicar a la explotación sexual comercial de menores. Si las niñas no 'trabajan', ¿qué comerán? Pero nadie dice que las niñas deben quedar en manos de los proxenetas, pues todos saben lo peligroso que es. Siempre hay alternativas", sostuvo.

La poca paga que reciben los niños tampoco contribuye a la economía familiar, según Burra. "Si la gente supiera cuán poco dinero ganan… El aporte de los niños trabajadores no significa nada. De hecho, las familias terminan con frecuencia perdiendo dinero mandándolos a trabajar", explicó.

"Con frecuencia, llegan intermediarios al pueblo, ofrecen al padre mil rupias por un contrato de tres o cuatro años. Es una cifra astronómica para un hombre pobre. En definitiva, los niños y toda su familia terminan trabajando para pagar los 'intereses' de este 'préstamo' durante toda la vida", dijo Burra.

"Mientras exista demanda para el trabajo infantil, esto continuará. Y ayudará a mantener a los padres desempleados, pues los empleadores preferirán a los niños porque son más baratos y tienen menos poder negociador, lo que, a su vez, socava el poder negociador de los adultos", afirmó.

Burra sostuvo que una prohibición lisa y llana del trabajo infantil podría perjudicarlos más que ayudarlos.

"El trabajo infantil es una importante causa de pobreza. Pero esperar hasta que la pobreza se haya erradicado no es suficiente. debemos mejorar la educación y la movilización social, entre otras cosas", dijo Carol Bellamy, directora de UNICEF. (FIN/IPS/tra- en/mh/rj/mj/hd dv lb/97

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