Esposas, madres y hermanas de disidentes chinos no temen salir en defensa de los derechos de sus familiares, convirtiéndose en el proceso en disidentes ellas mismas, destacó la oficina de Human Rights Watch en Hong Kong.
Estas mujeres están más dispuestas a hablar en público que hace cinco años atrás, cuando se disociaban de los miembros disidentes de sus familias y se limitaban a visitarlos en silencio en la cárcel.
"Se han convertido en activistas de los derechos humanos por derecho propio, por cuestión de necesidad", señaló Sophia Woodman, de Human Rights Watch en China.
Lo que resulta más sorprendente "es que las mujeres más acosadas y molestadas por las autoridades son las que hacen el mayor barullo", agregó.
Aunque los riesgos de ser calsificado como "disidente" no son menores que en el pasado, las mujeres relacionadas a los disidentes se están haciendo escuchar.
Los analistas destacan que la tendencia comenzó cuando Wang Juntan, esposa del activista Ho Shaotian, fue la primera en hablar en 1992. "Ella demostró que es posible concitar la atención internacional sobre un caso", dijo Woodman.
Los familiares de disidentes solían tener un profundo sentido de la vergüenza y se apartaban de la sociedad. "También existía la visión de que la familia debía ser usada para reeducar a la persona, por lo cual las autoridades presionaban a la familia para que hiciera que la persona confesara", explicó Woodman.
Ahora, las familias cooperan menos con las autoridades, a pesar de las consecuencias. Muchas esposas de disidentes a menudo deben vivir con ingresos magros porque los empleadores se niegan a contratarlas, por temor de convertirse en blanco de investigaciones.
Cuando el disidente chino Bao Ge recibió una visa de salida para Estados Unidos la semana pasada, un hecho considerado una señal de mejora de las relaciones entre ambos países después del viaje del presidente Jiang Zemin a Washington, su hermana Bao Ying se encontraba a su lado actuando como intérprete.
Hace un año, Bao Ying y la madre de Bao fueron detenidas para ser interrogadas por la policía china durante una visita a Beijing del ex secretario de Estado estadounidense, Warren Christopher.
Bao Ying no tiene trabajo desde que su hermano fue encarcelado hace tres años por "perturbar el orden social".
La madre de Bao, Wang Liufang, escribió a Jiang pidiendo el fin del acoso oficial contra ella misma y su hija. "Le pido que proteja nuestro derecho a existir", escribió en septiembre.
Bao debía haber sido liberado en el verano boreal, pero aún estaba tras las rejas hasta hace una semana, y su madre y hermana llevaron a cabo una ardiente campaña por su liberación.
"Aunque los puntos de vista políticos de Bao Ge son diferentes de los del gobierno, su perspectiva representa las opiniones de un gran grupo de personas", escribió Wang Liufang en una carta abierta a Jiang.
Muchas de estas mujeres se acompañan y alivian entre sí, y a menudo van juntas a la Oficina de Seguridad Pública para entregar peticiones y demandar mejoras en las condiciones en las prisiones.
Además, se han convertido en parte de una red de personas que entrega información sobre derechos humanos en China al resto del mundo.
Muchas de ellas tienen "fuertes e interesantes puntos de vista sobre los derechos humanos. Después de doto, han visto de cerca las violaciones de los derechos", dijo Woodman. (FIN/IPS/tra-en/ys/js/lp/hd-pr/97