La política china de control forzado de la natalidad, que solía aplicarse más estrictamente en áreas urbanas, comenzó a concentrarse en áreas rurales y minoritarias con sus consiguientes abusos, acusaron organizaciones de derechos humanos.
El presidente Jiang Zemin anunció este año que la política se concentraría específicamente en áreas minoritarias, con lo que agregó un nuevo ímpetu a la campaña lanzada en 1995 en regiones habitadas por minorías étnicas.
"Cada año nacen 22 millones de bebés en China. Actualmente los chinos constituimos 20 por ciento de la población mundial, pero nuestro territorio representa sólo siete por ciento del territorio mundial", destacó Jiang a una conferencia de planificación familiar celebrada en Beijing.
"Aunque se están adoptando algunas medidas en regiones minoritarias, la aplicación de la política de planificación familiar del Partido Comunista no es satisfactoria. Desde ahora será necesario implementar esa política en las áreas minoritarias", urgió el presidente.
Grupos de derechos humanos, en particular los que controlan la delicada situación en el Tíbet y la región musulmana de Xinjiang, advirtieron que la declaración presidencial podría causar inquietud en esas dos áreas, que no siguen estrictamente la política del hijo único.
"El endurecimiento del control de la natalidad en esas regiones podría constituir una forma de reducir las minorías", previno un miembro del Centro de Información del Turkistán Oriental, con sede en Munich, que observa la situación en Xinjiang.
El censo de población de 1995 reveló que las minorías constituyen nueve por ciento de los 1.200 millones de habitantes de China, mientras la etnia Han representa la abrumadora mayoría (91 por ciento).
En los años 80, casi todas las familias de grupos minoritarios tenían dos hijos, pero esa situación sólo existía en 18 por ciento de las familias Han de zonas urbanas, donde se registró una notoria disminución de la natalidad.
Así mismo, más de 50 por ciento de las familias minoritarias tenían tres hijos. Eso casi no ocurre entre los Han, incluso en zonas rurales, donde las familias de dos hijos eran la norma hasta que el Partido Comunista impuso la política del hijo único.
"Deberíamos dar prioridad a la planificación familiar en áreas rurales y entre la población flotante, y combinarlo con asistencia a los agricultores contra la pobreza", dijo el primer ministro Li Peng en su discurso anual al Congreso Nacional del Pueblo.
"Perfeccionaremos el sistema por el cual los gobiernos locales son responsabilizados por sus respectivas cuotas de nacimientos", añadió.
La política de control compulsivo de la natalidad se aplica en áreas rurales desde 1994 y en regiones minoritarias como Tíbet y Xinjiang desde 1995, según analistas.
Sin embargo, grupos de derechos humanos temen que los últimos discursos de los máximos líderes del Partido den lugar a abusos.
Rizvangul Uigur, miembro de la minoría turca de la región de Xinjiang, denunció en octubre ante el Congreso de Estados Unidos el asesinato de bebés en las salas de parto cuando exceden la "cuota" permitida.
"La razón de la muerte de esos inocentes es que sus madres no tenían permiso para tenerlos", declaró Uigur.
El gobierno en el exilio del Tíbet, en Dharamsala, India, también documentó algunos abusos.
Entre otros, denunció en un informe la esterilización forzosa de 308 mujeres tibetanas en septiembre y octubre de 1996, en Takar, cerca de la capital Lhasa. Una mujer llamada Nyima Dolma, de 27 años, murió tras ser esterilizada.
"Aunque Nyima no tenía ninguna enfermedad antes de la esterilización, las autoridades dijeron que la muerte se debió a su mala salud", dice el informe.
En determinada área, "las autoridades fijaron la tasa de natalidad permitida en un año en 4,5 por ciento, y cada pareja que deseaba tener hijo debía probar suerte en un sistema de lotería", explica el informe en base a declaraciones de testigos oculares que huyeron a India y Nepal.
"Si la pareja no salía sorteada y la mujer estaba embarazada, debía someterse a un aborto, aún si tenía cinco o seis meses de embarazo", agrega.
No obstante, funcionarios de la oficina china de planificación familiar de Tíbet aseguraron que, aunque el gobierno exhorta a las parejas tibetanas a no tener más de tres hijos, "se trata sólo de una sugerencia, y no de una orden arbitraria".
"No existen tales cosas como la esterilización y el aborto forzados", declaró Tu Den, director de la oficina, al Diario de China.
En la región del Himalaya, la política del hijo único sólo fue introducida oficialmente en 1980, cinco años después que en el resto de China, e inicialmente se limitó a la mayoría Han.
Aunque en 1985 la política se extendió a los tibetanos de zonas pastorales y rurales, "88 por ciento de la población local no está sometida al régimen de cuotas", afirmó Tu Den.
En 1995, el índice oficial de natalidad entre la población tibetana fue de 2,56 por ciento, frente al promedio nacional de 1,7.
Aunque la política de control de la natalidad en las áreas rurales se acompaña de incentivos que incluyen la entrega de semillas de alta calidad a las familias que se adhieren al programa, en las zonas minoritarias no existen tales incentivos. (FIN/IPS/tra-en/ys/js/ml/hd-pr/97)