CUBA: Fuga de arena amenaza las playas

Tan bellas como se ven en las postales turísticas y sólo a media hora de viaje desde el centro de la ciudad, las playas del este de la capital de Cuba están amenazadas por una intensa fuga de arena.

El Megano, Santa María del Mar, Boca Ciega, Guanabo y Veneciana, situadas entre 20 y 30 kilómetros de La Habana, sufren los efectos de las acciones del ser humano y de fuertes procesos erosivos natulares.

En la fuga de arena influyen las construcciones sobre las dunas, que favorecen el avance de la erosión natural, la extracción de arena muy cerca de la orilla o en la plataforma submarina y la tala de árboles.

Un estudio del Grupo de Procesos Costeros del Instituto de Oceanología de esta isla del Caribe reveló que anualmente se pierden en toda esa zona unos 24.000 metros cúbicos de arena, con un ritmo de retroceso de la línea de costa entre 50 centímetros y un metro.

Al mismo tiempo, la tala de los árboles de casuarina que se hace desde hace varios años, y su no reemplazo oportuno por otra especie protectora, provocó el desplazamiento fuera de las playas de grandes volúmenes de arena, empujados por la acción del viento.

Este corrimiento de la arena alcanza hasta tres metros anuales y provoca un aparente incremento del ancho de las playas, que podría alcanzar hasta 30 metros en los próximos 10 años.

El problema se presenta también en otros países de la zona. Un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), elaborado en 1996, alerta sobre cuestiones ambientales que afectan el medio marino y costero en la región del Gran Caribe.

El documento, confeccionado para una reunión del comité de medio ambiente de la Asociación de Estados del Caribe, sostiene que la realidad está bastante alejada del "edén" que cree encontrar un extranjero al llegar a la región.

"La extracción intensiva de arena de las playas, junto con una ingeniería inapropiada de las costas (construcción de rompeolas y diques) están cambiando de manera significativa el perfil y las características del litoral", advirtió el PNUMA.

También señaló que esas acciones "están provocando grave impacto ecológico y la erosión de las costas en países como Puerto Rico, Jamaica y Trinidad y Tobago, entre otros.

La situación cobra gran importancia en una región en que el crecimiento explosivo del turismo, convocado fundamentalmente por la modalidad de sol y playa, se convirtió en una actividad económica esencial.

Se estima que cerca de 35 millones de turistas visitan anualmente la región del Caribe y en algunas islas, como Antigua y Barbuda, Martinica y Barbados, la cantidad de visitantes supera con amplio margen a la población autóctona.

La disyuntiva está en que sin turismo, muchos de esos pequeños países no podrían vivir. Pero, a su vez, el desarrollo extensivo de esa industria puede traer consecuncias catastróficas al entorno.

Orfilio Peláez, periodista del diario oficial cubano Granma, advirtió que, de continuar el "ensanchamiento" de las playas habaneras, estaría en peligro "la futura explotación turística" en el país.

Cuba apostó por el desarrollo acelerado de la industria turística a finales de la pasada década y ya en 1996 atrajo a más de un millón de turistas, que dejaron ingresos brutos por 1.300 millones de dólares.

Las autoridades contemplan el desarrollo de las playas del oiente de La Habana como un complemento de la capital, considerada junto con el balneario de Varadero los dos polos turísticos más importantes de la isla.

Para los expertos, constituye una gran ventaja para Cuba poder ofrecer en el Caribe la coincidencia de la modalidad de sol y playa con el atractivo de la Habana Vieja, declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Al mismo tiempo, las autoridades aseguran promover una política de turismo sustentable. Esto es, que toda inversión en el sector debe estar precedida del análisis de su impacto en el entorno.

Santa María del Mar y Guanabo son las dos playas de esa zona más visitadas por los habitantes de La Habana, una ciudad con 2,2 millones de habitantes que también se desplazan por la costa hacia el oeste, donde las playas pueden encontrarse sin salir de la ciudad pero son de calidad inferior.

Santa María del Mar es un balneario dedicado fundamentalmente a instalaciones para el turismo, y Guanabo, un típico poblado cubano de playa perteneciente al municipio Habana del Este, donde viven más de 177.000 personas.

El geógrafo Ernesto Tristá, vinculados al estudio realizado por el Instituto de Oceanología, precisó que el sector más perjudicado por la erosión coincide con el área más urbanizada de las playas.

Tristá advirtió que, si bien la acción humana acelera el deterioro de las costas, éstas están también "sometidas a procesos erosivos naturales vinculados, al parecer, con el aumento del nivel del mar a escala global y la ocurrencia de oleajes más fuertes".

Algunos estudios aseguran que en la zona tropical se observa un marcado déficit de la producción de arena, atribuido al ascenso de las aguas océanicas y a los daños ocasionados a los organismos marinos por la contaminación.

El grano de arena es producido por organismos calcáreos marinos, como los moluscos y los corales, a unos ocho o 10 metros de profundidad.

Otro estudio del Grupo de Procesos Costeros del Instituto de Oceanología de Cuba, hecho público en agosto, reveló que un proceso aún más avanzado de pérdida anual de arena se registra en Varadero, a 140 kilómetros de La Habana.

Varadero, la playa cubana más conocida, pierde anualmente 50.000 metros cúbicos de arena y su cosra retrocede en promedio unos 1,20 metros. Según el semanario financiero, comercial y turístico Opciones, se trata de "un deterioro ostensible".

Las causas son los fenómenos naturales y la extracción de un millón de metros cúbicos de arema durante los años 70 y 80 y la construcción de instalaciones de todo tipo sobre la duna costera.

Para intentar resolver los problemas de Varadero y de las playas del este de La Habana, los expertos elaboraron proyectos de recuperación y mantenimiento y se encuentra en proceso de promulgación una ley de protección de las costas.

En el caso de las playas habaneras, se prevén tareas de saneamiento y reforestación, la compatibilización de los criterios urbanísticos con los ambientales, y la demolición de las instalaciones levantadas en las áreas más cercanas a la costa.

En Varadero comenzaron acciones similares hace más de una década, y hasta 1995 se habían eliminado 20 por ciento de las 175 instalaciones que deben demolerse. También fueron vertidos 688.000 metros cúbicos de arena.

Pero, independientemente del esfuerzo de los científicos por combatir el deterioro de las playas, Peláez cree que a la recuperación será preciso sumar una "paciente labor de educación ambiental", para convencer a la población de la necesidad de cuidar las costas. (FIN/IPS/da/dam-ff/en/97

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