El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se pronunciará a breve plazo sobre la suerte de la negociación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) tras la derrota legislativa de su pedido de vía rápida, según cree la OEA.
La iniciativa del ALCA nació en la cumbre hemisférica de diciembre de 1994, en Miami, en el marco de la OEA (Organización de Estados Americanos), y la secretaría general de ese foro maneja el proceso preparatorio para la apertura de las negociaciones, que es coordinado por el venezolano Miguel Rodríguez Mendoza.
Rodríguez dijo a IPS por teléfono desde Washington, sede de la OEA, que Clinton "va a tener que explicar en breve" cual será su estrategia respecto del ALCA, tras verse forzado a retirar el lunes 10 su pedido al Congreso de la llamada facultad de vía rápida (fast track) para las negociaciones comerciales.
El funcionario interamericano consideró que el escenario tras la derrota legislativa de Clinton "es muy complicado, y hay al menos dos lecturas, la técnica y la política", al considerarse las consecuencias del hecho en el proyecto de acordar para el 2005 un progresivo mercado continental sin barreras comerciales.
La incertidumbre rodea ahora el plan de lanzar formalmente las negociaciones del ALCA en la II Cumbre Hemisférica, a realizarse en abril en Chile con la presencia de los gobernantes de los 34 países de la OEA.
"Es verdad que técnicamente la negociación puede darse sin que el gobierno de Estados Unidos tenga el 'fast track', porque eso implica sólo que lo que se compromete se aprueba tal como se negoció", reflexionó Rodríguez, ex ministro de Comercio Exterior (1991-94) de Venezuela.
"No impide la negociación, ésta es posible", si bien los acuerdos alcanzados pueden ser modificados por el Congreso estadounidense al no haber cedido al Ejecutivo esa facultad.
Pero en el plano político, el panorama se plaga de incertidumbres sobre la reacción a un lado y otro del río Bravo, que divide el Norte industrial de América, donde está Canada además de Estados Unidos, y el Sur en desarrollo, con todos los países latinoamericanos y caribeños, con excepción de Cuba.
Una de las incógnitas es si Washington va a mantener con el mismo ímpetu la estrategia de ampliación de los mercados, cuando el episodio de la vía rápida demuestra que el país está altamente dividido en su política comercial "y se expresa mayoritariamente en contra".
Esa realidad pone "plomo en el ala" al modelo de apertura de mercados de Estados Unidos y afecta la percepción de los proyectados socios de las negociaciones en curso, arguyó Rodríguez.
Hay además incertidumbre sobre lo que decidirá Clinton, porque tras su derrota legislativa, "puede tener un costo político muy alto mantenerse por un camino que es rechazado por el cuerpo legislativo de su propio partido", indicó.
Ese costo aumentaría en un año, 1998, que es de elecciones legislativas en Estados Unidos y que serán seguidas en el 2000 de los comicios presidenciales que pondrán fin a la "era Clinton".
Por esas razones, no es seguro que Estados Unidos siga como hasta ahora con el proyecto del ALCA. De mantener la administración de Clinton su posición, resta ver que harán los 32 países latinoamericanos y caribeños de la OEA.
"?Está dispuesta la región a seguir adelante con el proyecto, pese a la división interna que sobre el derribo de las barreras comerciales muestra la sociedad, los factores de presión y los órganos de poder de Estados Unidos?", se preguntó Rodríguez.
Rodríguez señaló que Clinton es al primer interesado en definir sin demoras el camino a seguir en materia comercial. Tras fijar su posición, será el momento de la reacción latinoamericana y caribeña con vistas a la Cumbre de abril y al proceso del ALCA.
"La energía con que se vaya en el camino va a depender de la manifestación de la voluntad de seguir adelante y el cómo se determine avanzar en ese camino", dijo Rodríguez.
En cualquier caso, para el coordinador de la fase preparatoria del ALCA "los tiempos han cambiado, se continuará con el proceso, pero se irá a un ritmo más lento".
Mientras, los analistas de Washington suman un ingrediente "sicopolítico", para anticipar que Clinton no se dará por vencido en su esfuerzo por contar con la facultad de vía rápida.
Aseguran los "clintólogos", recordó Rodríguez, que el presidente estadounidense "se crece ante los fracasos" y resuelve problemas que previamente manejó mal, por lo que "tampoco es descartable que el escenario en abril cambie".
Está además el hecho de que va a tener que producirse un "reencuentro" entre el Partido Demócrata y Clinton, porque esa organización humilló a su presidente y esa imagen no conviene a ninguna de las dos partes.
El presidente retiró la demanda de vía rápida presentada en septiembre, ante la evidencia de que los congresistas de su partido no se sumarían en número suficiente a los casi 180 votos republicanos a favor y que el proyecto sería rechazado en la Cámara de Representantes tras lograr pasar en el Senado.
Para muchos analistas, Clinton cometió importantes errores en su batalla por conseguir la vía rápida. Entre ellos, involucrarse en la negociación tardíamente y basar ésta en una abierta alianza con el opositor Partido Republicano, en contra de los demócratas.
En el entramado político estadounidense, los republicanos respaldan más la liberalización comercial que los demócratas y su poderoso entorno sindical y ambiental. Pero Clinton crispó el ánimo de su partido por lanzarse en los brazos republicanos aún antes de intentar en firme el apoyo demócrata.
Sin la autoridad negociadora plena, a Estados Unidos se le va a dificultar imponer su propuesta en el ALCA de comenzar de inmediato a discutir la reducción y eliminación de aranceles, resistida por el Mercado Común del Sur (Mercosur).
Rodríguez recordó que, con el lanzamiento conjunto de todos los temas o con el establecimiento de una agenda por fases, como plantea el Mercosur, "en la práctica, y esa fue la experiencia de la Ronda Uruguay de negociaciones globales, las etapas se van a dar en forma natural. La cuestión es pactarlas o no".
Para el coordinador del ALCA, el inicio de las discusiones se producirá en abril, aún en el peor escenario para el proyecto, porque de otro modo, la Cumbre de Santiago quedaría "hueca", ya que su agenda fue una apuesta al lanzamiento de las negociaciones comerciales.
Además, son tres años de un gran gasto de energía técnica y política por parte de todos los países en la fase preparatoria y el proceso adquirió una gran dinámica propia con los 12 grupos de trabajo y con los avances alcanzados, que no se pueden frenar.
Rodríguez dijo que nadie ha propuesto alterar el calendario ni el intenso proceso técnico que está trazado hasta Santiago.
De la parte latinoamericana, para Rodríguez el ALCA ya dió un beneficio, que los países de la región deben evitar perder, aunque la iniciativa entrase en "vía lenta".
Se trata del gran impulso que la perspectiva de la negociación continental otorgó al propio proceso de integración regional, debido a la necesidad de fortalecerse colectivamente para las conversaciones y antes de comenzar la caida de las barreras comerciales con la gran potencia del Norte industrial. (FIN/IPS/eg/ff/if/97)