La meta brasileña de doblar las exportaciones en cinco años responde a la urgencia de equilibrar las cuentas externas, acentuada por la crisis asiática que, a la vez, impone nuevos obstáculos a las ventas de este país.
La devaluación de varias monedas en Asia, especialmente la japonesa, dificultará el acceso de productos brasileños a esos mercados. La tendencia es a la disminución, no al pretendido aumento de las exportaciones, por lo menos en esa región.
Asia absorbe actualmente 15 por ciento de las ventas brasileñas, lo que representó 6.745 millones de dólares de enero a octubre de este año. Ese resultado indica una estabilidad, ya que en igual período de 1996 se había exportado 6.777 millones de dólares.
Pero algunos productos ya venían perdiendo mercado. Este año la venta de carne de pollo a Japón cayó a la mitad, como consecuencia de la devaluación anterior del yen según la Asociación de Exportadores Brasileños (AEB).
La situación se agrava con las devaluaciones cambiarias en Japón y otros países asiáticos, que además de encarecer el producto brasileño abarata los precios de competidores de aquella región, como Tailandia, también exportadora de pollo, lamentó José Augusto de Castro, director técnico de la AEB.
La Compañia Vale do Rio Doce, gigante minera recientemente privatizada, también prevé pérdidas en sus exportaciones de mineral de hierro, que alcanzan 2.000 millones de dólares anuales.
Asia es su principal cliente, al adquirir la mitad de sus ventas externas, un cuarto de las cuales se destina a Japón.
La táctica adoptada será la de negociar una reducción de precios, para evitar una baja en el volumen exportado, anunció Benjamin Streinbuch, presidente del Consejo administrador de la empresa, la mayor exportadora mundial de mineral de hierro.
La Vale do Rio Doce, que era un ejemplo de estatal eficiente, buscaár también ofrecer más calidad y puntualidad en la entrega para seguir competitiva. Las exportaciones le son vitales, porque representan 85 por ciento de sus ingresos.
El presidente de la AEB, Marcus Pratini de Moraes, dijo no temer una competencia asiática fortalecida por las devaluaciones cambiarias. Brasil exporta principalmente materias primas y semimanufacturados, mientras Asia se especializó en productos industriales, como los electrónicos, argumentó.
Las estadísticas indican, sin embargo, que el comercio bilateral ya venía desequilibrándose en detrimento de Brasil. Mientras las exportaciones brasileñas se estancaron, las importaciones desde Asia aumentaron 30 por ciento este año, alcanzando 7.867 millones de dólares de enero a octubre.
De un superávit de 723 millones de dólares en enero-octubre de 1996, Brasil pasó a registrar un déficit de 1.122 millones de dólares, que tiende a aumentar con los efectos de la crisis financiera en Japón, Corea del Sur, Hong Kong y Tailandia.
El comercio exterior, negativo en 5.554 millones de dólares en 1996 y esperados 9.000 millones este año, contribuye para el desequilibrio en las cuentas corrientes de Brasil, que se acerca a los 35.000 millones de dólares anuales o 4,5 por ciento del producto interno bruto.
Ese nivel crítico es apuntado como el principal factor de la vulnerabilidad de la economía brasileña, ante posibles fugas de capitales externos, como la ocurrida los últimos días de octubre, tras la caída de la bolsa de Hong Kong.
Por eso, con el agravamiento de la crisis asiática, el gobierno brasileño adoptó un paquete de medidas fiscales y de estímulo a las exportaciones, además de apurar las reformas del Estado en trámite parlamentario hace casi tres años.
Amplió la oferta de crédito a los exportadores, creó un Fondo de Garantía y una Agencia de Promoción para las exportaciones de pequeas y medianas empresas y extendi a los productores de insumos la ventaja de recibir un adelanto por sus contratos de cambio, lo que equivale a un crédito sin el costo de intereses.
Para reducir importaciones, elev en tres puntos porcentuales el arancel sobre casi todos los productos importados de fuera del Mercado Común del Sur e intensificó restricciones a las compras de turistas en el exterior.
Son medidas insuficientes para mejorar las cuentas externas, evaluó la Confederación Nacional de la Industria, que pronosticó una reducción del déficit comercial, pero debido más a la desaceleración de la actividad económica que debe resultar del paquete fiscal y del alza de las tasas de interés internas.
Ante esas dificultades, se volvió a plantear la polémica sobre la necesidad brasileña de devaluar la moneda. Pero los exportadores, encabezados por Pratini de Moraes, dejaron de reclamar tal medida, acogiendo los argumentos oficiales de que una devaluación resucitaría la inflación y no evitaría una recesión económica. (FIN/IPS/mo/dg/if/97