Los fantasmas del Banco Ambroziano, vinculado al Vaticano y que cerró en 1982, rondan hoy al que fue su director en Argentina, Francisco Trusso, debido a un nuevo escándalo bancario en el que están involucrados sus hijos y altos prelados católicos.
Pablo Trusso está preso y Francisco Javier Trusso prófugo de la justicia. Ambos integraban el directorio del intervenido Banco de Crédito Provincial (BCP), el primer banco privado de la mayor provincia argentina, la de Buenos Aires, que cuenta con 67 sucursales.
La justicia acusa a la dirección de esa institución bancaria de realizar una estafa millonaria que afectó a alrededor de 72.000 de sus clientes, entre los que se encuentran entidades públicas y privadas.
Su padre, ex director del Banco Ambroziano de Argentina, ex embajador en el Vaticano (1992-1996) y candidato a dirigir la gubernamental Oficina de Etica Pública, confiesa que ruega a Dios para que pase de una vez por todas este momento dramático.
Del total de damnificados por la estafa, más de la mitad son pequeños comerciantes y empresarios. También fueron afectados los depósitos de escuelas religiosas, hospitales privados y numerosas fundaciones de beneficencia vinculadas a la Iglesia Católica.
El abogado Gustavo Gulayin, representante de un centenar de víctimas, aseguró a IPS que al momento de intervenirse el banco había casi 400 millones de dólares en depósitos locales, además de una cifra estimada en 200 millones de dólares en inversiones "off shore".
Gulayin confía en que la venta del banco, que podría ser adquirido por el Banco de Crédito e Inversión de Chile, del grupo Yarur, es la última esperanza que queda a los ahorristas locales de recuperar su dinero, atrapado en la que fuera la institución financiera más tradicional y sólida de la provincia.
El BCP fue fundado en 1911 y conserva clientes desde hace casi 70 años. Uno de ellos es el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires Anselmo Marini, quien tenía 70.000 dólares en depósito.
También resultó afectado el inversionista húngaro George Soros, con 500.000 dólares, y altos funcionarios gubernamentales como el vicecanciller Andrés Cisneros, que tenía su cuenta personal en el BCP desde hacía muchos años.
Sin embargo, la peor parte se la llevan los pequeños empresarios y las propias arcas del Estado provincial. Roberto Anselmi, integrante de la Federación de Empresas de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, dijo a IPS que ya se ven síntomas de una recesión a causa de esta estafa.
"El problema no es sólo económico sino también social, porque se cortó la cadena de pagos, ya que las empresas (65 por ciento de las radicadas en La Plata tenía sus cuentas allí) no pueden pagar a empleados ni a proveedores, ni servicios ni impuestos", explicó Anselmi.
"Tenemos miedo de que haya un cierre masivo de comercios y el consecuente desempleo si la venta no se define en los próximos días", agregó.
El caso resulta escandaloso por las vinculaciones del BCP y la familia Trusso con la Iglesia Católica argentina. Desde que compraron el banco en 1987, la estrategia de la familia fue aprovechar sus vínculos con altos prelados para obtener favores y negocios.
Francisco Trusso fue el brazo argentino del Banco Ambroziano de Italia, que cerró hace 15 años en medio de un escándalo mundial que tuvo su capítulo más sonado cuando el cuerpo sin vida del banquero Roberto Calvi apareció colgando del puente de Londres.
En octubre de este año, poco antes de reunirse con el presidente Carlos Menem, el Papa Juan Pablo II envió un inspector para que investigue qué había pasado con el depósito en el BCP de 70 millones de dólares del Banco Monte Paschi di Sienna, vinculado a la Iglesia Católica.
El pontífice intentó saber además por boca del propio presidente hasta qué punto la maniobra de los Trusso, con estrechas relaciones con la curia, había perjudicado la imagen de la Iglesia en este país.
El arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarraccino, admitió haber recibido regalos, viajes y tarjetas de crédito que pagaba el banco. "No tiene nada de malo", consideró Francisco Trusso, quien no hizo referencia a que se habría usado la firma del prelado para una estafa.
La mutual Sociedad Militar Seguro de Vida, una rica institución financiera castrense, otorgó dos créditos de cinco millones a Quarraccino, que los transfirió a una cuenta del BCP en Nueva York.
Pero ahora el arzobispo asegura que la firma es apócrifa y culpa al BCP de haberlo utilizado para un negocio. La justicia también cree que fue una maniobra urdida por el banco para quedarse con el dinero.
Pablo Trusso confesó que el BCP tenía problemas de insolvencia y para evitar su cierre inventaron créditos usando nombres conocidos para inflar activos. Lo mismo hicieron con gastos de tarjetas de crédito e inversiones en "off shore".
Según resulta de la investigación, desde bastante tiempo atrás la familia Trusso obsequiaba tarjetas de crédito sin límite de gastos a sacerdotes y obispos, así como a funcionarios o dirigentes vinculados a la Iglesia Católica, tal el caso del ex ministro del Interior Gustavo Béliz.
La fiscalía investiga ahora si el Banco Central tuvo alguna responsabilidad civil o penal y si conocía que el BCP estaba siendo vaciado. La entidad bancaria rectora había apoyado siempre a los Trusso con créditos y avaló la adquisición de otras entidades.
También se investiga cómo hizo el prófugo Francisco Javier Trusso para comprar en marzo de este año un piso en el lujoso edificio neoyorquino "The Pierre" a un precio de 1,25 millones de dólares.
Este no le pagó a los gestores la comisión de 17.000 dólares, pero decoró el apartamento de 600 metros cuadrados con abundante mármol de Carrara y roble de Eslavonia, materiales que están entre los más onerosos del mundo.
La familia Trusso, de larga tradición católica y en la que abundan los sacerdotes, habría violado no solamente las leyes argentinas y normas generales de la moral laica, sino varios de los mandamientos cristianos como el "no robarás" y "no tomarás el nombre de Dios en vano". (FIN/IPS/mv/dam/if/97)
