Con el trabajo cada día más concentrado en el sector informal, América Latina ve alejarse el sueño de construir una sociedad desarrollada y organizada como la de países industrializados.
Ochenta por ciento de los nuevos empleos se generan en la economía informal, como promedio latinoamericano, según un estudio de la Organización Internacional de Trabajo (OIT). Incluso la mayoría de los empleos urbanos, 56 por ciento, son ofrecidos por ese sector.
La dificultad de organizar la sociedad y encauzarla en los modelos conocidos de desarrollo, de los países ricos, se agrava por la tendencia actual de transferencia de los empleos formales de la industria a los servicios.
Ganan peso las relaciones de trabajo y los sectores que no producen movimientos sociales eficaces, como el sindicalismo, que contribuyan a la distribución del ingreso y ampliación del mercado, observa el economista Celso Furtado, ex ministro brasileño de Planificación y de Cultura.
Los índices de desempleo pierden importancia y precisión como indicador económico en esa realidad. Pero eso no impidió que se convirtieran en el centro de una nueva polémica en Brasil, desatada por el propio presidente Fernando Henrique Cardoso.
El mandatario calificó de "manipulación" la tasa de desempleo de 16,5 por ciento registrada en octubre en Sao Paulo, capital económica del país, elaborada el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (DIEESE).
Es un índice similar al que agobia Argentina hace dos años y representa 1,43 millones de desempleados en la mayor metrópoli brasileña, una cifra sin precedentes.
El índice oficial, medido por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística en seis areas metropolitanas, apuntó solo 5,63 por ciento en septiembre, último dato disponible.
Cardoso atribuyó la enorme discrepancia al hecho de que el DIEESE incluyera en sus encuestas a niños de diez años o más, aunque la ley brasileña solo permita el trabajo a partir de los 14 años. El IBGE solo considera trabajadores a partir de los 15 años de edad.
El trabajo infantil es una realidad que no se puede ignorar, replicó Sergio Mendonza, director técnico del DIEESE, para quien su medición es la más adecuada para el país por incluir también el desempleo oculto, en el que incluyó al trabajo precario eventual y a los desalentados que ya no buscan ocupación.
El desempleo abierto, calculado por el IBGE, solo comprende los que estuvieron buscando empleo en los últimos siete dias, mientras el DIEESE contempla un perodo de 30 días. Ese indicador coyuntural, sin embargo, poco refleja la realidad de economías sumidas en la informalidad.
En realidad, solo hay 23 millones de trabajadores con empleo formalizado en Brasil, cifra que bajó 10 por ciento en los últimos años, según Marcio Pochmann, investigador de la Universidad de Campinas, cerca de Sao Paulo.
Eso representa solo 15 por ciento del total de la población total y menos de un tercio de la población económicamente activa, muy poco para dinamizar el resto de la sociedad. Es casi un enclave privilegiado.
Argentina y Uruguay gozan de casi el doble de esa participación, pero son excepciones en una América Latina en la que la informalidad económica es similar o más amplia que la de Brasil, un país relativamente más industrializado.
Ese es un trasfondo de muchos problemas que enfrenta la región, desde la debilidad del sistema educativo a la violencia y criminalidad, la corrupción endémica y la difícil gobernabilidad.
La industria actual ya no emplea la cantidad de trabajadores que caracterizó sus primeras fases, en que las ramas textil y metalmecánica impulsaron revoluciones sociales. Ya no impone la disciplina social que produjo en los pases de industrialización más antigua, según el cientista político René Dreifuss.
Es, de acuerdo con esta óptica, un proceso con que ya no puede contar Amrica Latina para su desarrollo.
Ultimamente se reducen otros factores de disciplina y organización de la sociedad, como el servicio militar cada día cumplido por menos jóvenes, normas morales, costumbres y familias más diversificadas, añadió Dreifuss.
Hay que buscar nuevos caminos, sentenció el investigador de los cambios mundiales que defini el proceso actual de globalización como "Epoca de perpeljidades", título de su ltimo libro. (FIN/IPS/mo/mj/dv lb/97