El impacto general del Niño en la producción agrícola de América Latina no es alarmante en la actualidad, según la FAO , que recordó las pérdidas de 10.000 millones de dólares que el mismo fenómeno climático causó en la región en 1982-1983.
No obstante, la situación en América Central es motivo de preocupación, ya que los cultivos de corto ciclo de la zona son mas vulnerables a variaciones climáticas drásticas, de acuerdo con el estudio difundido este miércoles por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación).
El informe, concentrado en las consecuencias del Niño en los cultivos de América Latina, señala que desde marzo se observa un anormal recalentamiento de las aguas del océano Pacífico en América del Sur.
El fenómeno del Niño, una corriente marina cálida que avanza sobre las costas de Sudamérica, se presenta con periodicidad irregular y con diferente intensidad y duración.
La intensidad de la nueva manifestación del Niño es mayor que el promedio histórico de este momento del año. Su presencia determina la alteración del regimen de lluvias, con el consiguiente efecto en la agricultura y los recursos hídricos.
Los cambios generales producidos en la superficie oceánica por esta corriente también afectan las condiciones naturales de los ecosistemas marinos.
El Niño causó en 1982/1983 severas inundaciones y sequías en diversas partes del mundo, y la disminución de ejemplares de ciertas especies marinas.
En América del Sur, donde la siembra de la cosecha de trigo 1997-1998 se ha completado o está a punto de finalizar, lluvias sobre el promedio en los últimos meses beneficiaron en general las condiciones del suelo para la plantación y germinación de los cultivos.
Pero en Argentina, donde la siembra de trigo se prolonga hasta septiembre, lluvias intensas demoraron la tarea en algunas zonas, advirtió la FAO.
Mientras, las precipitaciones causaron en junio inundaciones en las zonas central y norte de Chile, con pérdida de infraestructura y viviendas, aunque también ayudaron a mejorar las condiciones del suelo después de un prolongado período seco.
En Brasil y Uruguay, las lluvias abundantes han mantenido buenas condiciones de humedad en el suelo para el cultivo de trigo.
El mayor impacto del Niño en el cono sur de América se espera para fin de año, en plena recolección de trigo y al completarse la siembra de los granos gruesos de la campaña 1997/1998, que comienza entre septiembre y octubre.
Si la predicción de lluvias por sobre el promedio se materializan en la subregión, podría reducirse el rendimiento de la cosecha de trigo y de las áreas plantadas de granos gruesos.
En América Central, donde los cereales de la campaña principal se siembran entre mayo y junio y se cosechan entre agosto y septiembre, el comienzo anticipado y más caluroso que tuvo la estación seca este año causó la reducción de algunas áreas sembradas y afecta el desarrollo de los cultivos.
El momento de mayor riesgo se tendrá en América Central entre diciembre y marzo, la temporada seca, pero se trata de un periodo de receso de la actividad cerealera.
En cambio, las anomalías climáticas pueden afectar la cosecha de café, un importante cultivo de exportación de Centroamérica, que se encontraría en esa época en estado de floración, observó la FAO.
Mientras, en los países andinos se han registrado en los últimos meses temperaturas muy por encima del promedio e inundaciones en algunas áreas.
No obstante, esas anomalías no afectaron a los cultivos de cereales de la campaña principal de 1997, dado que la mayoría de los cultivos habían sido cosechados en junio. (FIN/IPS/jp/ff/dv en/97