El fenómeno del Niño provocó este año en la Amazonia una de las sequías más prolongadas e intensas de la historia, que se sumó a otros factores ambientales negativos habituales como los incendios y la tala de bosques.
La escasez de lluvias hizo caer en mucho el nivel de los ríos, secó áreas normalmente inundadas y alteró las condiciones ecológicas, favoreciendo un aumento en los incendios que cada año destruyen millones de hectáreas de bosques.
Por primera vez Manaos, capital del estado de Amazonas, el centro aún relativamente poco desforestado de la región, se sumergió en una humareda y tuvo que cerrar su aeropuerto por algunos días, tal como ocurre en el sur y este de la Amazonia brasileña, donde el agro avanza mediante la quema de bosques.
Ello se debió a la "combinación de dos factores", la estación seca prolongada por causa del Niño y la pavimentación de la carretera que une Manaos a la frontera con Venezuela, señaló a IPS Carlos Nobre, experto en meteorología del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).
En la década de los 70 y comienzo de los 80 el gobierno fomentó con incentivos fiscales la ganadería en un área al norte de Manaos, luego abandonada tras su desforestación.
La vegetación se regeneraba cuando "llegó el asfalto" el año pasado, facilitando el acceso al área y estimulando su reocupación económica.
Otros factores contribuyeron para que este año fuera uno de los peores en destrucción de bosques amazónicos, observó Alberto Setzer, otro investigador del INPE, que monitorea los incendios por medio de imágenes satelitales.
La nueva legislación, que llevó de 50 a 80 por ciento el área de preservación forestal en cada propiedad amazónica, produjo el efecto contrario a corto plazo. Urgió a los terratenientes a desforestar sus tierras, para presentarlas como área cultivada, explicó Setzer.
El crecimiento económico del país desde la estabilización de la moneda en 1994 también estimuló un mayor uso de la tierra y la ejecución de nuevos proyectos.
"El Niño fue sólo uno de los factores", aunque de gran peso, comentó el experto. La sequía llevó a que "muchos incendios escaparon al control" de quien los provocó, sobrepasando los límites de sus respectivas propiedades y alcanzando bosques originales vecinos, añadió.
Otro problema es que la escasez de lluvias afectó el corazón de la Amazonia y su elemento vital, el agua. Pocas veces el caudal de los ríos fue tan bajo, mientras lagunas y ecosistemas interligados quedaron aislados. La gravedad de la situación recién podrá ser apreciada a mediano plazo.
Manaos vive desde hace varias semanas sin energía eléctrica durante unas seis horas al día, porque la merma de los embalses restó capacidad a las centrales hidroeléctricas.
Algunas ciudades se vieron privadas de su único medio de transporte, el fluvial, porque las embarcaciones de menor calado encallaron, por la baja profundidad de los ríos.
Muchas crías de tortugas se están muriendo deshidratadas en rxzón de que sus nidos permanecen ahora a mucha distancia de ríos o lagunas, ante el reflujo anormal del agua, destacó el biólogo Juárez Brito Pezzuti, que dedicó su tesis de maestría a la reproducción de los quelonios amazónicos.
En su estudio de campo, realizado en 1996, el investigador comprobó que la natalidad de los quelonios disminuye drásticamente principalmente por la actitud de los humanos, que consumen sus huevos, y también por la inundación de sus nidos.
Ahora, con la sequía, falta el agua que antes ahogaba a los huevos, aumentando la mortalidad de los animales, sedientos y expuestos en mayor grado a sus depredadores naturales, "más concentrados en menor cantidad de agua", observó el biólogo.
"Existe la seguridad, aunque no absoluta, de que el nivel de precipitaciones registrado, muy inferior al promedio normal, se debe al Niño", como ya ocurrió en 1983, cuando también se registró un fuerte calentamiento de las aguas del Pacífico, sostuvo Carlos Nobre.
La escasez de lluvias ocurre especialmente en el centro-norte y noreste de la Amazonia, extendiéndose desde el norte brasileño hasta Venezuela, Suriname y Guyana, observó.
Pero no se puede prever lo que pasará en los próximos meses. "Cada vez El Niño se manifiesta de manera distinta"', dice el investigador.
De todas formas, aunque las lluvias vuelvan pronto, llevará pasarán varios meses antes que se normalice el nivel de los ríos, especialmente los afluyentes norteños del Amazonas, concluyó Nobre. (FIN/IPS/mo/dg/en/97)