Estados Unidos no tiene una política clara para combatir el trabajo infantil en la economía mundial y debe insistir en acuerdos comerciales que prohíban los productos hechos por niños y niñas, exigió un nuevo informe.
El estudio "Enfoque sobre Política Exterior" sostiene que es "ingenua o cínica" la solicitud que el presidente Bill Clinton hizo a las empresas del país para que se rijan en forma voluntaria por los códigos de conducta que prohiben el trabajo infantil.
El informe fue realizado por los centros de investigación estadounidenses Interhemispheric Resource Studies, de Nuevo Mexico, y el Instituto de Estudios Políticos, de Washington.
No se puede confiar en que las firmas de Estados Unidos vigilen a sus contratistas en el Sur en desarrollo para impedir la explotación de los niños, arguye el autor del informe, Terry Collingsworth, consejero del Fondo Internacional de Derechos Laborales, de Washington.
El autor sostiene que es irreal esperar que "las compañías que reciben beneficios de la explotación de la mano de obra infantil se conviertan en forma repentina en guardianes de exigencias más severas".
Collingsworth también teme que acuerdos comerciales como el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), que prohibe la imposición de sanciones consideradas "barreras técnicas al comercio", puedan obstaculizar los esfuerzos del gobierno para impedir el trabajo infantil.
Lo que puede ser más efectivo, sostiene, es una ley aprobada recientemente por el Congreso que prohibirá la importación de productos hechos por "mano de obra infantil forzada o contratada".
La nueva legislación, auspiciada por el representannte Bernard Sanders, de Vermont, enmienda una ley de 1930 para prohibir que el Servicio de Aduanas de Estados Unidos acepte productos hechos por niños bajo presión o en condiciones de servilismo.
La norma se inspiró en denuncias de "mano de obra infantil esclava" en las industrias de alfombras y ropa de Asia meridional.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que más de 250 millones de niños deben trabajar por bajos salarios y condiciones miserables, en su mayoría en el mundo en desarrollo.
En los últimos años, las organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos realizaron varias campañas dirigidas contra las industrias de Asia meridional que dependen de la mano de obra infantil.
Entre ellas se encuentran las campañas contra las pelotas de fútbol realizadas por niños paquistaníes, la iniciativa para controlar el trabajo infantil en la industria india de la alfombra y el pedido de la estadounidense Coalición de la Mano de Obra Infantil para boicotear prendas realizadas por niños de Bangladesh.
En todas esas iniciativas, los negocios de Asia meridional respondieron a la presión estadounidense y accedieron a controlar las industrias de manera independiente y a implementar programas educativos y de rehabilitación para los trabajadores infantiles.
"Los programas expresan la esperanza de que una vez que se identifica el problema del trabajo infantil, las soluciones son posibles", dijo Collingsworth acerca de los ejemplos de Bangladesh y la industria de la alfombra.
Sin embargo, el autor agrega que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) destinó muy pocos de sus recursos a la educación de los niños o a brindarles alternativas al trabajo forzoso o servil.
"La educación básica de los niños parece no tener lugar en los programas que diseñó USAID", sostuvo Collingsworth. "Por desgracia, los niños desesperados, pobres y analfabetos no cuentan con un grupo de presión poderoso en Washington".
Sin embargo, la presión para ponerle fin al trabajo infantil crece entre los consumidores y los sindicatos de Estados Unidos, especialmente entre los trabajadores que ven amenazados sus propios empleos y salarios por la mano de obra barata del Sur en desarrollo.
El sábado, el Comité Nacional del Trabajo, de Nueva York, comenzó una "Temporada de Conciencia", con el respaldo de importantes sindicatos y grupos religiosos, para obligar a las firmas estadounidenses a mejorar las condiciones de trabajo en sus fábricas en el exterior.
"Queremos que los clientes comprendan que no todas las ofertas son verdaderas gangas, que los productos realizados por niños y niñas o por trabajadores esclavos que ganan centavos de dólar por hora tienen un costo humano muy alto", aseguró John Sweeney, presidente de la federación sindical AFL-CIO.
El informe "Enfoque sobre Política Exterior" exhorta al gobierno de Washington a hacer cumplir la nueva prohibición del Congreso sobre productos importados realizados por mano de obra infantil esclava y también solicita que ratifique la Convención 138 de la OIT, que exige medidas de los gobiernos contra el tema.
"La ratificación requeriría necesariamente que Estados Unidos actualice sus propias leyes de trabajo infantil y que elimine las lagunas que, por ejemplo, excluyen a los trabajadores agrícolas menores de edad de la cobertura estatal", añade Collingsworth. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/aq-lp/lb-pr/97