El trabajo agrícola, una actividad casi privativa de los países en desarrollo, presenta la mortalidad más alta del mundo laboral, advirtió hoy la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).
El subdirector general de la OIT, Ali Taqi, indicó que el riesgo de los obreros rurales de morir en el desempeño de su tarea duplica el de otros sectores. Los pesticidas entrañan uno de los peligros más graves.
De los 1.300 millones de trabajadores agrícolas de todo el mundo, entre los que las mujeres son 43 por ciento, varios millones resultan con heridas o lesiones graves debido a accidentes en el manejo de maquinaria y al envenenamiento por agroquímicos.
Taqi preparó una exposición para la reunión internacional de expertos en salud y seguridad en el sector agrícola que se inaugura este jueves en Itasca, en el estado de Illinois, Estados Unidos.
Según ese informe, en la agricultura persistió una alta mortalidad en el último decenio, mientras que en otras ocupaciones peligrosas, como la minería y la construcción, se anotaron mermas en la tasa de accidentes fatales.
Los peligros son mayores en los países en desarrollo, que carecen de sistemas adecuados de educación, capacitación y seguridad.
Pero el riesgo se extiende inclusive a los países industriales, como Australia, Canadá y Estados Unidos, donde la agricultura figura siempre como una de las actividades más peligrosas.
En Estados Unidos, los trabajadores agrícolas equivalen sólo a tres por ciento de la fuerza de trabajo, pero en ese sector se producen casi ocho por ciento de los accidentes profesionales.
Italia presenta una desproporción aún mayor, con 9,7 por ciento de los trabajadores ocupados en la agricultura y 28,7 por ciento de los accidentes laborales concentrados en esa actividad.
Taqi previno que el cuadro general en materia de salud y seguridad en el trabajo puede ser más serio que lo reflejado por las estadísticas, pues los registros de muerte y lesiones suelen ser incompletos en todo el mundo.
Para dar una idea del panorama en los países pobres, la OIT destacó las diferencias entre el Norte industrial y el Sur en desarrollo respecto de la composición de la fuerza de trabajo.
Casi la mitad de la población ocupada en el mundo se dedica a la producción agrícola y se concentra mayoritariamente en los países en desarrollo. En los estados industrializados, la agricultura emplea sólo alrededor de nueve por ciento de la mano de obra activa.
En América Latina, la agricultura absorbe 25 por ciento de la fuerza de trabajo, mientras que en los países en transición de Europa oriental ese índice disminuye a 20 por ciento.
Los trabajadores agrícolas en Africa, por su parte, representan 63 por ciento de toda la población laboral y en Asia, 62 por ciento. En contraste, la Unión Europea emplea en la agricultura solamente 5,2 por ciento de su mano de obra total.
Para completar la descripción de las comunidades sujetas al peligro de accidentes laborales en la agricultura, Taqi resaltó la incorporación de la mujer a la actividad rural.
El porcentaje de mujeres que trabajan en este sector aumenta en el mundo. Ello obedece principalmente -dijo- a que los hombres se marchan a los centros urbanos en busca de mejores oportunidades laborales.
Los niños (de cinco a 14 años) no están exentos del peligro, porque en algunos países en desarrollo constituyen alrededor de 10 por ciento de la fuerza de trabajo.
El informe del funcionario de la OIT precisó que la agricultura suele quedar al margen de las disposiciones de la legislación laboral de muchos países y tampoco está sujeta a ninguna norma internacional de amplio alcance.
Los riesgos de accidentes aumentan debido a los bajos niveles de sindicación y a la insuficiencia de los servicios de inspección del trabajo, sostuvo Taqui.
La reunión de Itasca es organizada por la Junta Nacional de Seguridad de Estados Unidos, con la cooperación de la OIT, principal institución de la Organización de las Naciones Unidas en materia de problemas relativos al trabajo. (FIN/IPS/pc/dam-ff/dv- lb/97