Ambientalistas de América del Norte pidieron a accionistas de la firma General Electric que reconsideren su participación en el proyecto de la represa de Tres Gargantas en China, al que consideran "el más arriesgado y destructivo de su tipo en la historia".
En vísperas de la llegada a Washington del presidente chino Jiang Zemin prevista para este martes, siete grupos ambientalistas enviaron una carta a los principales accionistas de General Electric.
La medida fue precedida por el anuncio el mes pasado de que General Electric-Canadá, subsidiaria de la corporación estadounidense, ganó la licitación del contrato para suministrar turbinas y generadores a la obra sobre el río Yangtsé.
"Los accionistas de General Electric se están involucrando en el proyecto de represa más arriesgado y destructivo de la historia", advirtieron los grupos, que representan a 900.000 socios de América del Norte.
Los grupos incluyen a Probe International, Amigos de la Tierra/Estados Unidos, International Rivers Network, Defenders of Wildlife y Sierra Club.
La carta pregunta si "las violaciones a los derechos humanos, la destrucción ambiental y los riesgos económicos asociados con la represa de Tres Gargantas son coherentes con las políticas de inversión de los accionistas".
"Lo que es malo para China podría ser malo para General Electric", afirmó Patricia Adams, de Probe International, principal autora de la carta. "Pensamos que los accionistas deben saber sobre los riesgos que asume la compañía".
"Así como nosotros tenemos derecho a presentarnos a la licitación de los contratos, los grupos tienen derecho a opinar sobre el proyecto", declaró el portavoz de General Electric- Canadá, Paul Jasot, interrogado sobre la reacción de la compañía frente a la carta.
Desde el comienzo de las obras, la represa generó oposición y críticas. Se estima que el proyecto estará terminado en el 2009 y creará un embalse de 660 kilómetros de largo en medio del Yangtsé, el río más largo de China, desalojando a más de un millón de personas de sus viviendas.
El embalse elevará el nivel del agua en la mayor parte de la zona de Tres Gargantas, un intrincado sistema de vías acuáticas, e inundará en forma permanente hasta 32.000 hectáreas de tierra cultivable, 13 ciudades, 140 pueblos, 1.352 aldeas, 657 fábricas y cientos de reliquias arqueológicas.
Los partidarios del proyecto aseguran que la represa satisfará las necesidades de electricidad, controlará las inundaciones naturales y facilitará la navegación en el Yangtsé ("río azul").
Las 26 turbinas más grandes de la historia, de unas 400 toneladas cada una, generarán 18.200 megavatios de electricidad, equivalentes a 18 plantas de energía nuclear.
Sin embargo, expertos ambientales predijeron que la represa de dos kilómetros de ancho, en construcción sobre varias fallas sísmicas, en realidad provocará inundaciones y perturbará la navegación en el río.
Así mismo, la gran carga de tierra del Yangtsé presenta un importante riesgo de sedimentación que podría inutilizar la capacidad de generación de energía de la represa.
La reubicación forzosa de más de un millón de personas, sin posibilidad de que la medida se someta a la revisión pública y el debido proceso, provocará gran descontento civil, advirtieron los opositores de la obra.
Un documento interno de la seguridad china que se filtró al público en 1995 prevé que los desalojos de la zona de Tres Gargantas generarán "disputas civiles, peleas violentas y multitudinarias refriegas armadas".
En 1990, el Ministerio de Recursos Hídricos chino admitió que entre 30 y 40 por ciento de los 10 millones de personas que fueron desplazadas de sus hogares para construir represas hidroeléctricas desde fines de los años 50 continúan en la pobreza.
Para hacer frente a la oposición pública al proyecto, el gobierno chino instruyó a los ministerios de Seguridad Pública y Seguridad Estatal que fortalezcan "las necesidades de las unidades militares en la zona de Tres Gargantas".
Así mismo, los ministerios deberán "aplicar una política de castigos más rápida y estricta, especialmente contra cualquier tipo de conspiración dirigida a perturbar la construcción de la represa".
Mientras el gobierno chino asegura que la represa tendrá un costo de 17.000 millones de dólares, la prensa financiera estima la cifra en 27.000 millones y algunos cálculos sitúan el costo hasta en 75.000 millones.
Gran parte de los acuerdos financieros de la obra involucraron a un consorcio que incluye a General Electric-Canadá, encabezado por Siemens AG y Voith Hydro GmbH de Alemania, el cual suministrará seis de las 14 unidades generadoras de la represa a un costo estimado de 320 millones de dólares.
Las ocho unidades restantes, a un costo estimado de 420 millones de dólares, serán construidas por el grupo anglo-francés GEC-Alsthom NV, el conglomerado suizo Asea Brown Boveri y la noruega Kvaerner Energy a.s.
Muchas instituciones de crédito internacionales se negaron a financiar el proyecto, en gran medida debido a la inquietud sobre potenciales problemas ambientales y la viabilidad financiera de la represa.
En 1993, la principal institución constructora de represas del mundo, la Oficina de Recuperación de Tierras de Estados Unidos, se retiró del proyecto luego de haberlo respaldado durante 50 años y declaró que la represa no "es ambiental ni económicamente factible".
El Export-Import Bank de Estados Unidos también se negó a financiar a empresas estadounidenses que compiten por los contratos de la represa debido a que la obra no cumple con las pautas ambientales del banco.
Incluso el Banco Mundial, el principal financista público de proyectos de represa en el mundo, advirtió que el nivel del embalse de 660 kilómetros de largo no será económicamente viable.
Bancos comerciales y compañías financieras respaldaron en enero una emisión de bonos Yanquis por 330 millones de dólares del Banco Estatal de Desarrollo de China.
En esencia, estas inversiones constituyen préstamos otorgados a la Corporación de Desarrollo del Proyecto de Tres Gargantas y, por tanto, no están sujetas a las fluctuaciones del mercado de valores.
No obstante, el valor de las acciones de compañías como General Electric podría descender si el negocio resulta mal, afirman los analistas.
Los detractores del proyecto aseguran que la zona obtendría mejor servicio con una serie de represas más pequeñas en los tributarios del río Chang Kian.
Paradójicamente, el Ministerio de Energía chino reconoció que China no necesita nuevas fuentes de energía y que podría reducir su consumo y duplicar el producto interno bruto con medidas de conservación y mejoría en la eficiencia.
Para reducir su dependencia del carbón, China también podría satisfacer sus necesidades energéticas más rápidamente y a menor precio con eficientes plantas de energía de ciclos combinados, una tecnología más benigna para el ambiente y comercialmente viable que la represa de Tres Gargantas, según ambientalistas. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/aq-ml/en/97