PERU: El Niño y "los olvidados de Dios"

Mientras en la costa norte de Perú la población y las autoridades se preparan para enfrentar las inundaciones que provocará la cálida corriente marina de El Niño, en la sierra sur las comunidades indígenas más pobres del país soportan heladas y sequía.

Ambos episodios, provocados por el tórrido calor en un lado del país y las sequías acompañadas de extremos fríos en el otro, son la cara y el reverso de un mismo fenómeno atmosférico: la corriente de El Niño.

Recién en las últimas décadas la comunidad científica internacional comenzó a comprender que el incremento cíclico de la temperatura superficial de las aguas del océano Pacífico está vinculada a los vientos alisios, los monzones de la India, las lluvias torrenciales y las sequías en distintos puntos del globo.

Es un fenómeno anual pero que cada cierto tiempo (según una periodicidad aún no precisada) se presenta en mayor magnitud, como está ocurriendo este año, en el que ya alteró el clima de varios países de Asia, Europa y América.

Las Naciones Unidas han dado la voz de alerta y pedido a los gobiernos que se preparen para ayudar a las poblaciones que serán damnificadas, y en Perú, los esfuerzos preventivos se están concentrando en la costa norte, en donde ocurrirá la parte más espectacular del fenómeno.

Pero las comunidades indigenas que habitan en las zonas más altas de Cusco, los llamados "pueblos olvidados de Dios", ya perdieron 25.000 cabezas de ganado lanar y camélido en agosto, en el primer impacto de las sequías y heladas del Niño de este año, y podrían perder 150.000 entre diciembre y febrero próximos.

La mayoría de los campesinos de Tincopalca, en el distrito de Condoroma, la comunidad andina más alta de la sierra sur peruana (5.100 metros sobre el nivel del mar) son analfabetos, no están informados de la existencia del fenómeno de El Niño y creen tradicionalmente que las heladas y sequías son castigo divino.

En consecuencia, además de sacrificar y extraer las pieles de sus animales carentes de alimento, su reacción frente al fenómeno natural es mirar al cielo y pedir que se aplaquen las furias de los poderes ignotos.

Aún no saben que lo peor está por ocurrir en los próximos meses, y que al igual que a fines de 1983, ellos podrían perder más de la mitad de sus ovejas, llamas y alpacas, que son la base de su economia de pueblo pastor, habitante de la tierra más pobre y dura del país.

Por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar, los pastizales son muy cortos, apenas crecen 10 centimetros, y en la provincia de Espinar, a la que pertenece Condoroma, el suelo es superficial, pobre en materia organica y está batido por fuertes vientos helados.

El gobernador de Condoroma, Henry Rodo, y el teniennte gobernador de Tincopalca, Jorge Cruz, se encuentran en Lima gestionando ayuda para salvar el ganado de ocho comunidades indígenas de la provincia de Espinar.

En agosto pasado, nevó durante dos semanas seguidas, y más de 25 cabezas de ganado tuvieron que ser sacrificadas para vender sus pieles y carne antes de que murieran de hambre.

"Ahora proponemos que las autoridades nos ayuden a conducir el ganado hacia áreas protegidas de las heladas, o que el Estado compre la carne, lana y pieles pagando precios normales, antes que la matanza masiva de reses sea aprovechada por los comerciantes para pagar precios ruinosos", dijo Rodo.

Lorenzo Ccapa Hilachoque, secretario general de la Confederación Campesina de Perú, dijo a su vez que el de Condoroma no es un caso aislado, "pues hay casi 3.000 comunidades radicadas en las zonas altoandinas de Perú que serán afectadas por las heladas y sequías que se producirán a fin de año".

"La Confederación ha solicitado que al igual que las zonas agrícolas de la costa norte la sierra sur sea declarada en situación de emergencia, y que se destinen fondos para prevenir las nefastas consecuencias de la sequía", concluye Ccapa.

El impacto de la sequía de agosto fue verificado por el propio presidente Alberto Fujimori, quien visitó Puno, una zona de ganado vacuno, lanar y de camélidos, y anticipó que los animales serían trasladados a los pastizales que las torrenciales lluvias harán brotar en áreas desérticas de la costa norte.

Los pastizales a los que aludió Fujimori aparecerán previsiblemente en diciembre y, como los de 1983, serán efímeros, pues durarán sólo una temporada, reverdeciendo lomas habitualmente estériles.

Según expresó en agosto el mandatario, estos pastizales coyunturales son ideales para engordar al ganado de la sierra sur en el próximo fin de año, que justamente en ese momento carecerá de alimento.

Para Ccapa, esa medida podría ser puesta en práctica en favor de las comunidades que poseen ganado vacuno, perfectamente adaptable a los pastizales nuevos que brotarán en áreas desérticas de la costa norte.

"¿Pero qué harán las comunidades que viven en las partes más altas, justamente las más pobres, cuyo ganado está compuesto por camélidos andinos, llamas y alpacas, que no pueden ser trasladados a las calurosas zonas de la costa?", pregunta Ccapa. (FIN/IPS/al/dg/en-if/97

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