El primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, sucumbió a la presión que soporta dentro de su país y prometió revisar su estrategia de diálogo continuo con la nación vecina y tradicional enemiga, India.
"El gobierno revisará su política en la materia dadas las últimas actitudes de India", dijo Sharif en una reunión de gabinete el miércoles.
La creciente tensión entre los dos países en las últimas semanas provocaron cierres casi diarios de la frontera. India y Pakistán accedieron en mayo a regresar a la mesa de negociaciones después de tres años.
Los "halcones" de ambos lados están de parabienes tras el fracaso de tres rondas de conversaciones a nivel de ministros de Relaciones Exteriores y dos reuniones entre los primeros ministros.
Sharif se reunió el mes pasado en Nueva York con el primer ministro indio, Inder Kumar Gujral. Se trató de una entrevista "fructífera y constructiva", según Sharif. De todos modos, dos semanas después de su regreso propuso una reconsideración del vínculo entre los dos países.
Islamabad acusa a Nueva Delhi de poner en peligro el proceso de paz al negarse a ceder una pulgada en Cachemira, el disputado estado septentrional indio, y por imponer su propio orden del día, centrado en la producción del misil paquistaní Prithvi II.
La oposición paquistaní considera que, como consecuencia de la continua volatilidad, Islamabad debería cambiar de estrategia, abandonar el voluntarismo e imponer, en cambio, una política planificada con racionalidad.
El primer ministro paquistaní fue quien dio el primer paso hacia India al proponer el reinicio de las conversaciones luego de su imprevista y abrumadora victoria electoral en febrero.
Pero quienes le critican afirman que su gobierno, en lugar de tomar medidas imaginativas, ha perdido poder de iniciativa en manos de India debido a lo que consideran una débil estructura de planificación, implementación y proyección de iniciativas.
Para estos críticos, no puede haber compromisos sobre el derecho a la autodeterminación de Cachemira y la seguridad de Pakistán, y tampoco debería desvincularse el problema fronterizo de eventuales mejoras en la relación comercial bilateral.
El congelamiento del problema en Cachemira ha sido utilizado por opositores contra sucesivos gobiernos. Los políticos de Pakistán se han acostumbrado a declarar su patriotismo durante décadas diciendo que el partido en el poder "remató Cachemira" y "comprometió" el programa nuclear del país.
Nawabzada, el presidente del Comité de Cachemira que recibió mucho dinero del gobierno para realizar su "lucha diplomática" por la autonomía del estado, opinó que Sharif tiene una postura "blanda" en la materia.
El Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), que perdió las últimas elecciones, acusó al primer ministro de "entregarse a Gujral". En un comunicado de prensa el 24 de septiembre, el PPP sostuvo que "la sangre del pueblo paquistaní hirvió cuando Sharif sonrió sentado enfrente de Gujral" en Nueva York.
Los críticos pretenden que su gobierno esté siempre a la delantera y mantenga la iniciativa con una estrategia planificada y concienzuda.
Si India se rehúsa a ceder en Cachemira, el gobierno de Pakistán no debería ser visto disculpándose o en una posición defensiva por la falta de avances en las conversaciones, aun si Estados Unidos rechaza esta perspectiva, según los observadores.
Islamabad siempre ha cuidado sus estrechas relaciones con Washington. El presidente Bill Clinton dijo a los primeros ministros de India y Pakistán que deberán sortear sus diferencias.
El portavoz de la Casa Blanca, Mike McCurry dijo el 29 de septiembre que "el gobierno de Estados Unidos, urgido por Clinton, seguirá y alentará el diálogo" entre los dos países.
Washington vería con agrado una normalización del vínculo entre Pakistán e India, sin importar la negociación sobre Cachemira. Clinton se ha ofrecido como mediador en los últimos cinco años, pero la propuesta fue inaceptable para ambas partes. (FIN/IPS/tra- en/nz/an/mj/ip/97