La mayor minoría étnica de Japón, compuesta por 600.000 personas de origen coreano, es marginada por el resto de la sociedad que no considera japoneses a sus integrantes, aunque muchos de ellos nacieron en el país.
Chae Don Ja es una de tres residentes de origen étnico coreano que consiguió un empleo en un gobierno municipal, para lo que debió aprobar el examen correspondiente.
"Estoy contentísima. Estuve preparándome para las pruebas desde que terminé la secundaria en marzo", dijo Chae, quien pertenece a una familia originaria de Corea del Sur que vive en Japón hace tres generaciones.
El éxito de Chae al conseguir un cargo administrativo en la municipalidad de Kawasaki es un hito en la lucha por la igualdad del grupo étnico coreano.
Los coreanos sufren discriminación en Japón hace décadas. Muchos fueron obligados a trabajar en el país durante el dominio japonés de la península coreana a principios de los años 50 y otros se radicaron por su cuenta. Como no son considerados japoneses, la sociedad los margina.
"Luchamos desde principios de los años 70 por conseguir empleo en los gobiernos locales. Nos llevó más de 20 años avanzar", dijo Kim Su Il, del Consejo Nacional en Combate contra la Discriminación de la Comunidad Etnica en Kanagawa, una organización comunitaria de Tokio.
Kawasaki es una pujante ciudad de 500.000 habitantes con 10.000 residentes japoneses de origen coreano, de los cuales 7.000 pertenecen a la segunda o tercera generación de coreanos en el país.
Nacidos y criados en Japón, los jóvenes no hablan coreano y tienen pocos vínculos con la tierra de sus ancestros, pero no son aceptados a pleno en la sociedad japonesa.
El Ministerio de Justicia informa que había 1,36 millones de residentes extranjeros en Japón a fines de 1995, poco más de uno por ciento de la población total. Los coreanos representan la mitad de los habitantes no japoneses y los chinos 16 por ciento.
La ley japonesa no impide que los gobiernos locales contraten extranjeros, pero el gobierno central aplica un decreto de 1953 que considera la contratación de funcionarios públicos no japoneses como un riesgo para la seguridad nacional.
"El mayor problema radica en el gobierno central, que se opone a que Kawasaki contrate extranjeros", confirmó Takao Yamada, funcionario del municipio a cargo de la protección de los derechos humanos.
Luego del éxito de Kawasaki, otros tres municipios siguieron su ejemplo y contrataron residentes coreanos. Pero los empleos a los que pueden acceder los extranjeros son limitados.
Por ejemplo, no se les permite ingresar a la policía o al sector educativo y no tienen garantías de que alguna vez puedan acceder a cargos ejecutivos.
"Si el sector público contrata a los extranjeros y los asciende a cargos directivos, les permitiría gobernar al pueblo japonés", argumentó Shiro Odamura, rector de la Universidad de Takushoku y ex funcionario de gobierno.
Los residentes del grupo étnico coreano nacidos en Japón pueden conseguir la nacionalidad japonesa, pero el proceso de naturalización es una experiencia traumática para muchos, agravado por la amarga historia entre los dos países.
Entre otras cosas, las leyes japonesas requieren que los aspirantes a la ciudadanía demuestren su buena integración al país, una cláusula que a menudo obliga a los coreanos a adoptar nombres japoneses.
El Ministerio de Justicia explica que las normas tienen el objeto de asegurar una asimilación sin problemas de los extranjeros a la sociedad japonesa.
Pero la medida provoca resentimiento entre los extranjeros. "La práctica evoca malos recuerdos para los coreanos, que recuerdan cómo las autoridades japonesas los obligaron a utilizar nombres japoneses en la península coreana", explica Kim.
En muchos casos, los coreanos étnicos adoptan nombres japoneses para asegurarse la naturalización y luego retoman sus nombres coreanos originales.
El recuerdo del dominio japonés en la península coreana, que duró entre 1910 y 1945, afectó los vínculos actuales entre japoneses y coreanos.
Luego de que Japón perdió la segunda guerra mundial (guerra del Pacífico), Tokio retiró la ciudadanía japonesa a los residentes coreanos y les otorgó automáticamente la coreana.
Los analistas señalan que muchos japoneses no comprenden por qué los coreanos quieren ser considerados japoneses pero se niegan a adoptar nombres del país, por ejemplo. Por otra parte, los residentes extranjeros indican que quieren preservar su identidad pero creen que Japón es su único hogar.
"Hay cierto orgullo en retener la nacionalidad coreana a pesar de que los coreanos de segunda o tercera generación en Japón son japoneses en apariencia y comportamiento", sostuvo Kim. "Es su forma de preservar la identidad y proteger los derechos de su cultura". (FIN/IPS/tra-en/sk/js/aq-mj/hd pr/97