La mayoría de los españoles se abstuvieron hoy de apostar, respondiendo a un llamado de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fedjar).
Esa institución pidió que durante un día se evitase el juego, con el fin de que población y autoridades tomen conciencia de la gravedad de los efectos de la ludopatía, una enfermedad que lleva a los afectados a apostar sin límite de tiempo ni de dinero.
Los españoles gastaron en 1996 más de 8.000 millones de dólares en juegos de azar públicos, 15 por ciento más que en el año anterior, según datos del Ministerio del Interior. La recaudación duplicó esa cantidad en el sector privado, de juegos recreativos, máquinas "tragamonedas", casinos y bingos.
La Fedjar señala que en sólo dos años ha cambiado el perfil de los jugadores habituales. Antes eran hombres y mujeres comprendidos entre los 45 y los 50 años, y en la actualidad, el apostador medio tiene entre 18 y 30 años, debido a la gran oferta existente y el bajo control sobre los juegos de azar.
La ludopatía, o enfermedad del juego, afecta a dos por ciento de la población, de acuerdo con la Fedjar. No existen cifras oficiales, pero la patronal del sector dice que la proporción no supera en realidad uno y medio por ciento.
El sueño de ser millonarios es lo que impulsa a jugar. Al respecto, la Unión de Consumidores de España (UCE) puntualiza que la posibilidad de lograr un primer premio en la "lotería primitiva", que ofrece los premios más altos, es la misma que la de que un bebé escoja una guía de teléfonos entre todas las que hay en el país, la abra, señale un número y ese sea el de su casa.
El juego público tiene una larga historia en España, comenzada en diciembre de 1763, cuando el rey Carlos III, aconsejado por el marqués de Esquilache, su ministro de Hacienda, instauró el sorteo de la lotería, conocida hoy como "lotería primitiva".
En la actualidad, esa "primitiva" y la lotería nacional acaparan 85 por ciento del juego en el sector público.
En el sector privado, se destaca el cupón de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE), además de juegos habituales en muchos países, como los casinos, el bingo y las máquinas tragamonedas.
El cupón de la ONCE, que recauda el equivalente a un tercio de todos los juegos públicos, da empleo a ciegos y otros minusválidos y sus ganancias se destinan a financiar su obra social.
Enrique Sánchez González, director de la ONCE, señala que los 52.000 afiliados a la institución tienen cubiertas sus necesidades de educación, rehabilitación e integración laboral.
Además, con esas ganancias la ONCE ha creado una red de empresas de todo tipo, cuyas utilidades se reinvierten o son destinadas a atender las necesidades sociales de los ciegos y otros minusválidos.
En los últimos años, la ONCE amplió su actuación a América Latina, donde colabora con otras organizaciones de ciegos y donde también mantiene intereses su brazo empresarial.
Uno de sus negocios es el complejo hotelero Isla Bonita, en Isla Margarita, Venezuela, que alojará a las delegaciones oficiales de los 21 países que el 8 y 9 de noviembre celebrarán allí la VII Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
Mientras, la Fedjar pide que se juegue menos y, en especial, que se combata la ludopatía. Porque una cosa es jugar por placer, dice y otra muy distinta por compulsión enfermiza. (FIN/IPS/td/ff/cr/97