ENERGIA: El gigante Petróleos de Venezuela quiere crecer más

La empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), una de las mayores del Sur en desarrollo, acelera una reforma estructural para afianzarse en el competido mercado de la energía durante las primeras décadas del siglo XXI.

PDVSA es una corporación con ventas globales de 35.000 millones de dólares anuales, reservas de 72.000 millones de barriles, capacidad para extraer 3,5 millones diarios, una producción efectiva de tres millones, y capacidad de refinado de 3,3 millones de barriles por jornada.

El eje de la reforma consiste en refundir las empresas filiales que, desde la nacionalización en 1976, funcionaban como operadoras independientes para todos los segmentos del negocio, desde la prospección geológica hasta el expendio de combustible: producción, refinación, transporte y comercialización.

Una vez reintegradas esas operadoras, sus actividades se distribuirán sectorialmente, a partir de tres grandes divisiones o empresas funcionales: PDV-Exploración y Producción, PDV- Manufactura y Comercio, y PDV-Servicios.

"Nuestros competidores se están transformando para hacerse más eficientes, y nuevas tendencias ambientales y sociopolíticas aumentan la complejidad de nuestro negocio", dijo Luis Giusti, presidente de PDVSA. "Ese carácter global nos lleva a una nueva estrategia", señaló.

En 1976, PDVSA estableció una subsidiaria allí donde existió una transnacional, es decir, 14 filiales que luego integró en tres operadoras: Lagoven, Corpoven y Maraven. Pero, a medida que el negocio creció, conformó unas 30 nuevas empresas, dentro y fuera del país.

Así, Bitor se ocupa de producir y vender orimulsión (combustible sustituto del carbón), Citgo opera refinerías y abastece 15.000 estaciones de servicio en Estados Unidos, Intevep se consagra a la investigación, y hasta existe una filial, Biserca, que maneja un elitesco centro de arte en Caracas.

El nuevo esquema comenzará a aplicarse en 1998 y ya las gerencias de las dos principales refinerías de Venezuela fueron integradas.

"Significará una redistribución de personal, desde áreas donde los esfuerzos se duplican hasta otras más productivas", recordó a IPS una fuente de la industria.

En el camino, en dos o tres años, podrían retirarse o ser jubilados hasta 10.000 de los actuales 50.000 trabajadores de PVDSA y sus filiales, lo que supone una erogación de entre 2.000 y 3.000 millones de dólares.

La cifra es recuperable con creces en el mediano plazo, al combinar merma de pasivos con incremento de productividad y competitividad, señalan en privado gerentes de PDVSA.

Recuerdan que la corporación tiene un precio estimable -su único accionista, el Estado, jamás ha ido a la bolsa- en 150.000 millones dólares.

Carlos Ortega, presidente de Fedepetrol, el principal sindicato petrolero al cual representa en el directorio de PDVSA, expresó temor porque la reestructuración pueda reducir a mediano plazo hasta 12.000 puestos de trabajo.

Algunos altos ejecutivos, como Julius Trinkunas, presidente de Lagoven, renunciaron disconformes con la reestructuración y wmpresarios como Alan Viergutz, ex presidente de la Cámara Petrolera, la consideraron inoportuna porque distrae esfuerzos en el proceso de asociación de PDVSA con terceros.

Humberto Calderón, ex ministro de Energía (1979-1983) y ex presidente de PDVSA, consideró precipitados los cambios, mientras que Alberto Quirós, ex presidente de Maraven y Lagoven, observó que era el fin del federalismo competitivo por el integralismo más tradicional de los "holding".

"El esquema de filiales integradas a lo largo de toda la cadena que va desde la exploración hasta la comercialización cumplió su cometido, pero ya perdió su razón de ser", admitió Giusti. "El éxito del pasado no garantiza el éxito futuro y para triunfar hay que cambiar".

El éxito que PDVSA busca es el de colocarse y mantenerse en el Olimpo de las corporaciones globales de energía. Ese ascenso debe sustentarse en el aumento de la demanda mundial de petróleo, de los actuales 72 millones de barriles diarios a unos 83 millones para al año 2006.

Sólo los países del Golfo y Venezuela poseen reservas abundantes de petróleo, en condiciones de sostenerse como productores de volúmenes crecientes y durante un plazo largo. PDVSA quiere llevar el potencial venezolano de producción hasta 6,5 millones de barriles diarios.

Para entonces se habrá extinguido el sistema de cuotas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y su estrategia de apuntalamiento de precios habrá sido reemplazada por otra de penetración -saturación- de mercados con volúmenes de hidrocarburos a precios competitivos con combustibles rivales.

La inversión requerida es de unos 65.000 millones de dólares, de los cuales PDVSA deberá conseguir 35.000 y el resto los participantes en las distintas modalidades de apertura: convenios para explotar campos marginales, asociaciones para yacimientos profundos y sociedades para extraer y mejorar crudos pesados.

En forma paralela, PDVSA promueve nuevos negecios y asociaciones en gas, carbón, petroquímica y la orimulsión, un combutible a base bitúmenes (hidrocarburos semisólidos), que posee en gran cantidad en la sudoriental Faja del Orinoco.

Pero la carta fuerte de PDVSA para su "internacionalización" primero, y su globalización, después, ha sido la adqusición de refinerías en el exterior, una extrategia sostenida desde 1983, cuando se asoció con la alemana Veba Oel y adquirió la mitad de su complejo en Gelsenkirchen.

De entonces hasta acá, PDVSA posee total o parcialmente, o usa en alquiler, seis refinerías en cinco estados de Estados Unidos, cuatro en Alemania, dos en Suecia, dos en Gran Bretaña, una en Bélgica y una en las Antillas Holandesas, además de seis en Venezuela.

En sus refinerías del exterior asegura así la colocación de 900.000 barriiles diarios de crudo. Este octubre, ejecutivos de PDVSA negocian la adquisición de otras cuatro refinerías en América del Norte. Y a pesar del enlentecimiento de la negociación, se sostiene un producto similar con Brasil.

La base de esta búsqueda de parque refinero es la necesidad de colocar los crudos pesados y extrapesados (de menos de 20 grados API, de mayor densidad y más costoso proceso de destilado) pero lo que Venezuela posee en mayor cantidad: cinco de cada siete de sus barriles en reservas probadas.

El techo de esa búsqueda, no confesado por los ejecutivos de PDVSA pero que trasluce de sus proyectos, es la privatización del negocio petroleo o la inmersión profunda de una PDVSA estatal en un esquema productivo de dominio privado y con un Estado circunscrito a labores públicas esenciales.

El objetivo consiste en incrementar en 50 por ciento en 10 años el aporte fiscal petrolero -de ocho a 12 millones de dólares- y a que sobre un precio estable por debajo de 15 dólares el barril puedan traerse al país 25.000 millones de dólares en ingresos petroleros brutos, en lugar de los 16.000 actuales.

Esa masa de recursos debería servir, según los planificadores de PVDSA, para impulsar la manufactura, la producción de servicios y el empleo. Ya la industria es una cuarta parte del producto interno bruto y con sus "efectos encadenantes", recordó Giusti, llega a 40 por ciento.

Si el nuevo esquema petrolero tiene éxito y para los venezolanos representa mayores empleos y salarios, se cambiará la relación entre petróleo y sociedad. "Será como una revolución cultural", resumió Giusti. (FIN/IPS/hm/ag/if/97

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