La probabilidad de un triunfo de la oposición en los comicios legislativos de este domingo en Argentina no despierta inquietud entre empresarios e inversores, que confían en que los cambios políticos no repercutirán fundamentalmente en la economía.
Desde su nacimiento, la alianza opositora conformada por la Unión Cívica Radical y el Frente País Solidario se transformó en una sombra para el gobernante Partido Justicialista, que ganó todos los comicios nacionales desde 1987, con un promedio de 41 por ciento de los votos.
Ahora, el oficialismo bajaría apenas a 37 por ciento, según los sondeos, un porcentaje que es ponderado como meritorio por los observadores tras casi nueve años de gobierno del presidente Carlos Menem, pero que ya no basta para imponerse en el nuevo escenario de unidad de los opositores.
En este marco, economistas que asesoran a las empresas, a la banca y a los inversores en general, comenzaron a pronosticar el triunfo de la oposición no sólo para el domingo, cuando se renueva el Congreso, sino para 1999, cuando termina el segundo mandato de Menem.
Una encuesta entre industriales, realizada un mes atrás, indicó que las empresas confían en que en los próximos dos años en plan económico no variará sustancialmente "gane quien gane". La mayoría consideró que la economía "seguirá igual", aún cuando gane la alianza.
El economista Miguel Broda, un solicitado asesor de empresas que rechazó en 1996 el ofrecimiento de Menem de suceder a Domingo Cavallo en la cartera de Economía, señaló la "ingratitud" del "establishment" con Menem, y no descartó el triunfo de la alianza este año y en 1999.
Menem consiguió frenar la inflación, abrió la economía y privatizó las empresas públicas. El producto interno bruto, que había caído uno por ciento en los años 80, subió a un promedio de 6,1 por ciento entre 1991 y 1997 sin considerar la caída de 5,5 por ciento en 1995 por la recesión que siguió a la crisis mexicana.
El consumo, que había descendido 2,3 por ciento en los 80, aumentó 4,9 por ciento anualmente en lo que va de los 90. La inversión, que había caído 7,6 por ciento, mejoró a 16 por ciento en promedio desde 1991 y para este año, el producto crecerá ocho por ciento, según las proyecciones de Broda.
Sin embargo, el alto desempleo -16,4 por ciento-, el aumento de la pobreza y de la brecha entre ricos y pobres, la crisis de la educación y la salud y el atraso salarial de los pensionados, preocupan a la mayoría que además, se manifiesta agotada por frecuentes denuncias de corrupción.
Broda consideró posible la victoria aliancista y sostuvo que los empresarios e inversores, lejos de preocuparse, son indiferentes a la alternativa, aún cuando temen que la oposición pueda aumentar el gasto para neutralizar lo que considera como un "capitalismo salvaje".
La ausencia de nerviosismo descansa en el hecho de que las diferencias entre oficialismo y oposición no son de fondo. Roberto Rocca, del grupo siderúrgico ítalo-argentino Techint, sostuvo que entre el coordinador económico de la alianza, José Machinea, y el actual ministro de Economía, Roque Fernández, "son lo mismo, sólo discrepan en el método".
La popularidad de la estabilidad -ahora independiente de Menem, su mentor- llevó a la alianza a reafirmar principios de la convertibilidad monetaria y el equilibrio fiscal, así como el mantenimiento de la apertura econmica.
Las privatizaciones que impulsó Menem no serán revisadas por los aliancistas, aunque se proponen dotar de mayor poder a las oficinas de control de las empresas de servicios que fueron transferidas al sector privado en condiciones monopólicas y con mercado cautivo.
El Estado, que en la administración de Menem se replegó hasta la mínima expresión, fue reivindicado por dirigentes de la alianza, que creen necesario devolverle su papel de mediador entre el mercado y la sociedad, además de su responsabilidad ante los sectores marginales.
La educación, la salud, la seguridad y las jubilaciones son asignaturas pendientes del gobierno, que los opositores levantan como banderas propias. Asimismo, la imagen de corrupción y falta de independencia de la justicia contrasta con la imagen positiva de los dirigentes de la alianza.
Machinea, que encabeza el equipo de economistas de la alianza, considera necesario atender dos temas preocupantes: el crecimiento de la deuda externa, que ya superó los 100.000 millones de dólares, y el bajo dinamismo de las exportaciones.
En eso coinciden empresarios e inversores, quienes creen que las ventas externas deben crecer más rápido que las importaciones. Machinea, que fue presidente del Banco Central durante la gestión presidencial de Raúl Alfonsín (1976-1983), goza de buena reputación entre los empresarios.
Cuando la alianza lo designó, el gobierno inició una campaa tendente a identificarlo con Alfonsín, cuya gestión económica estuvo signada por el descontrol de los precios y por algunos fallidos pasos a favor de una reforma estructural de la economía.
Pero luego, al advertir la influencia de Machinea, la estrategia cambió, y el gobierno intentó mostrar que no había diferencias entre él y el ministro Fernández, y que en lugar de una copia, es preferible votar el original.
Sin quererlo, el gobierno admitió que las diferencias entre oficialismo y oposición no son de fondo, al menos en los enunciados, una aseveración que coincide paradójicamente con las críticas de la izquierda, que acusa a la alianza de proponer "un menemismo sin Menem". (FIN/IPS/97