EE.UU.-CHINA: Cumbre procurará dejar atrás masacre de Tiananmen

La visita de Estado que realizará la semana próxima el presidente chino Jiang Zemin a Estados Unidos representa un importante esfuerzo para restaurar las otrora positivas relaciones de ambos gobiernos.

Jiang volará desde Beijing a Hawaii el domingo y se espera que el martes llegue a Washington, en lo que será la primera cumbre chino-estadounidense desde la matanza de la plaza de Tiananmen, en 1989.

Aparte de un acuerdo de tecnología nuclear que podría generar decenas de miles de millones de dólares para las industrias de Estados Unidos en los próximos 25 años, no se espera que las conversaciones con el presidente Bill Clinton produzcan importantes novedades.

Pero ambos líderes parecen decididos a utilizar la cumbre para consolidar la relación entre la única superpotencia del mundo y la potencia emergente más importante, según analistas de Washington.

"Es una cumbre de reconstrucción", opinó Richard Solomon, principal asistente sobre Asia del ex presidente George Bush y actual director del estadounidense Instituto de la Paz.

El objetivo de la visita consiste en "reconstruir la base política para normalizar las relaciones", más de ocho años después de que tanques y soldados de Beijing aplastaran el naciente movimiento por la democracia en China y provocaran un grave deterioro de los vínculos entre ambos países.

Washington impuso varias sanciones económicas y militares a China luego de la represión, pero la mayoría fueron levantadas desde entonces.

El consiguiente deterioro de los lazos bilaterales, junto a la creciente percepción popular en Estados Unidos de que Beijing será el futuro adversario de Washington, dificultaron la reanudación de buenas relaciones.

Por esa razón, algunos analistas creen que la cumbre de la próxima semana, a la que seguirá una visita oficial de Clinton a Beijing en 1998, podría ser la más importante desde el viaje pionero que realizara a Beijing hace 25 años el entonces presidente Richard Nixon.

"Desde 1989, no hemos tenido un verdadero marco (de relacionamiento) que goce de la aceptación de nuestra sociedad, menos aun de China", señaló Harry Harding, experto sobre China de la Universidad George Washington.

El desafío consiste en "elaborar un nuevo marco que tendrá que hacer frente a muchas más complejidades" que el establecido por Nixon y Mao Zedong en 1972. "Entonces era muy sencillo. El enemigo común" era la Unión Soviética, añadió Harding.

Efectivamente, muchas cosas cambiaron, incluso desde 1979, año en que Deng Xiaoping conquistó los corazones y las mentes de Estados Unidos durante una gira por el país que culminó cuando el diminuto líder se puso un enorme sombrero de "cowboy" y fue aplaudido a rabiar por el público en un rodeo de Texas.

Las drásticas reformas económicas de Deng convirtieron a China en la economía de mayor crecimiento del mundo, capaz de atraer decenas de miles de millones de dólares por año en inversión extranjera directa.

Pero las reformas también generaron un superávit favorable a China en el comercio con Estados Unidos de casi 50.000 millones de dólares por año, lo que provocó una nueva fuente de tensión bilateral en la última década.

A la vez, y especialmente desde la masacre de 1989, organizaciones de derechos humanos concentraron su atención en la represión que ejerce Beijing sobre los disidentes y el sentimiento nacionalista en Tibet.

Así mismo, los temores de la posguerra fría sobre el suministro de tecnología misilística y nuclear china a los países que Estados Unidos considera "renegados" contribuyeron al aumento de la tensión.

Finalmente, la democratización de Taiwan, la isla que Beijing considera como provincia rebelde, provocó gran solidaridad en Estados Unidos.

El año pasado, esa solidaridad se convirtió en ira popular, e incluso en una exhibición del poderío militar estadounidense, cuando China realizó ejercicios con misiles con fines intimidatorios cerca de la costa de Taiwan.

Todos estos hechos se traducen en "un débil apoyo político de Estados Unidos hacia la normalización de las relaciones" en vísperas de la llegada de Jiang, cuyo objetivo consiste en "deshacerse de la carga de Tiananmen", según Solomon.

Ambos gobiernos comparten ese objetivo. Jiang declaró a The Washington Post la semana pasada que desea encontrar una "base común" con Clinton para llevar las relaciones bilaterales "a una nueva etapa".

Para preparar el camino y recordar a Estados Unidos su inmenso potencial como mercado exportador, China envió esta semana a Washington una importante delegación comercial para invertir unos 4.000 millones de dólares en productos estadounidenses, entre ellos aviones Boeing por 2.000 millones de dólares.

En los últimos días, autoridades chinas realizaron declaraciones conciliatorias con respecto a Taiwan y sugirieron que liberarían por motivos humanitarios a los dos prisioneros de conciencia más famosos.

Los presos políticos que liberaría Beijing son Wang Dang, un líder estudiantil del movimiento por la democracia de 1989, y Wei Jingsheng, un líder del movimiento del muro de la democracia, de 1979. Tal gesto de China daría un gran impulso a las reuniones de la próxima semana, según funcionarios de Washington.

Por su parte, Clinton espera dar el viernes un tono positivo a la cumbre cuando pronuncie un discurso político sobre China que destacará sus recientes esfuerzos de cooperación en la cuestión de Corea en el marco de la Organización de las Naciones Unidas.

Clinton también persuadió a los legisladores republicanos de posponer hasta pasada la visita una serie de iniciativas destinadas a endurecer la política de Washington hacia Beijing, incluso la denegación de visas a las autoridades chinas que encabecen organizaciones religiosas reguladas por el Estado.

Mientras, se intensificaron las negociaciones de último momento sobre posibles acuerdos a firmar la semana próxima. El principal de ellos permitiría a empresas estadounidenses competir por proyectos nucleares en China por un valor de 100.000 millones de dólares, a largo plazo.

A cambio, Beijing prometería detener la exportación de tecnología nuclear y misilística a Irán y otros países sospechosos de construir armas nucleares.

Muchos analistas esperaban que esta cumbre produjera acuerdos económicos de mayor alcance, incluso condiciones concretas para la admisión de China en la Organización Mundial del Comercio.

Sin embargo, después de meses de conversaciones "casi no se ha logrado ningún progreso" sobre ese asunto, señaló Nicholas Lardy de la Institución Brookings, un gabinete de estrategia de Washington.

Al igual que el viaje de Deng en 1979, el de Jiang incluirá una recorrida por varias ciudades además de la capital, entre ellas Honolulu -donde visitará el monumento recordatorio de Pearl Harbour-, Filadelfia, Nueva York -donde visitará la bolsa de valores-, Boston y Los Angeles.

A diferencia de lo ocurrido durante la visita de Deng, sin embargo, la de Jiang se caracterizará por la cantidad de manifestaciones de grupos religiosos, sindicales, de derechos humanos y de exiliados en cada ciudad que visite.

"Esperemos que no se produzcan trastornos", manifestó un diplomático de la embajada de China. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq-ml/ip/97

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