Aunque la violación está envuelta en un tabú social en Japón, las víctimas comienzan de a poco a denunciar a sus agresores y reclamar justicia en una sociedad que tiende a colocar la armonía sobre los derechos individuales.
Por mucho tiempo, "violación" fue una palabra impronunciable en Japón, y hasta hace dos años, el Departamento de Policía Metropolitana no la mencionaba como delito separado en sus estadísticas criminales.
Los medios de comunicación aún prefieren utilizar el término "abuso" o "ataque", en reflejo de los preconceptos sociales, pero cada vez más las víctimas de violaciones se animan a denunciar a sus atacantes y procurar justicia.
"Las víctimas son generalmente mujeres, y denunciar una violación en la conservadora sociedad japonesa es muy difícil para ellas, pero la situación está cambiando lentamente", señaló Rikako Itaya, directora del Centro para las Víctimas de Violación creado en abril por la policía de Kanagawa, en las afueras de Tokio.
Así mismo, las víctimas disponen actualmente de más centros de reunión a medida que los activistas se movilizan para abordar sin rodeos las violaciones contra mujeres en medio de un creciente índice de criminalidad.
El centro de Kanagawa creó una línea telefónica de emergencia que ofrece asesoramiento y ayuda a mujeres víctimas de violaciones. El centro deriva las víctimas a abogados o grupos de apoyo que las alientan a llevar a los atacantes ante la justicia.
Desde que la línea telefónica se inauguró en abril, más de 2.000 mujeres solicitaron ayuda o simplemente solidaridad de alguna de las cuatro policías que recibieron capacitación como asesoras.
"Nos llaman adolescentes y mujeres de todas las edades, algunas incluso de más de 70 años, que sufrieron toda su vida en silencio. El mayor problema es que no tienen a nadie con quien hablar del asunto", explicó Itaya.
Los consejeros privados reclaman más centros de asistencia, dado que el número real de violaciones excede por lejos el denunciado.
El número de casos denunciados en Kanagawa entre enero y agosto de este año fue de 79, lo que representó un aumento de 30 por ciento con respecto a las cifras de 1996.
Las denuncias de acoso sexual también aumentaron 37,6 por ciento con respecto al año pasado. Se estima que las denuncias constituyen solo 10 por ciento de los casos reales, señaló Itaya.
La lealtad a la patria y a la familia son valores profundamente arraigados en Japón, cuya imagen como una sociedad pacífica, superior a otras naciones de Occidente, se protege con fidelidad.
Una mujer de 33 años declaró a la prensa que, cuando era adolescente, fue violada durante seis años por un primo de su madre, pero sólo el año pasado se animó a solicitar ayuda.
"Tenía 10 años cuando todo empezó, y no tenía a nadie a quien acudir", relató. "Hubo varias ocasiones en que quise matarme".
La policía sostiene que dos tercios de las violaciones son perpetradas por hombres conocidos por la víctima. Esta es otra razón del silencio de las víctimas, ya que la familia es una prioridad.
Las víctimas de violación temen realizar la denuncia a las autoridades policiales en todo el mundo, pero su resistencia es todavía mayor en Japón, donde 80 por ciento de las violaciones no son denunciadas, de acuerdo con un informe elaborado por trabajadores sociales de Japón y Estados Unidos.
El estudio demostró que las víctimas temen ser investigadas por la policía, dominada por hombres. "Las mujeres se enfrentan a una segunda violación al ser interrogadas por hombres policías", señaló Ayumi Toda, una abogada especializada en violaciones a los derechos humanos.
Toda afirmó que la policía basa sus impresiones en el código penal de 1907, el cual establece que una mujer debe presentar claras señales de golpes y heridas para que un caso de violación sea llevado ante la corte.
"La vieja ley se refiere a casos de vírgenes que pierden su castidad en una violación, pero no es solidaria hacia mujeres no vírgenes. En este último caso, la policía a menudo cree que la mujer fue la responsable", explicó Toda.
La creencia de que la víctima de una violación "hizo algo" que provocó a su agresor es común en Japón, al igual que la idea de que solo "cierto tipo de mujeres" son violadas.
Japón es uno de los países más industrializados y ricos del mundo, pero permanece muy atrasado con respecto a Europa y Estados Unidos en cuanto a la asistencia jurídica y psicológica a las víctimas de violación. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/ml/hd/97