El Partido Comunista de Cuba (PCC) parece estar dispuesto a hacer cualquier cosa por mantener el poder menos renunciar al curso socialista, el unipartidismo y el liderazgo del presidente Fidel Castro.
Así se desprende del quinto congreso de esa organización realizado entre los dóas 8 y 10 en La Habana, que reafirmó el curso lento y cauteloso que deben seguir las transformaciones económicas en la isla y descartó cualquier reforma política.
El PCC se encargó también de demostrar que intentará evadir a toda costa las fórmulas de dirección que llevaron al fracaso de los partidos comunistas en los antiguos países socialistas de Europa.
A la revolución cubana no le pasará "jamás" lo que a otras revoluciones, afirmó Castro, que intenta imprimir al proceso que dirige su cualidad personal de no rendirse nunca.
A la visión oficial de la revolución cubana como un proceso auténtico, de producción nacional y libre de imposiciones externas se suma ahora la ofensiva por garantizar un relevo generacional a la más alta dirección del país.
"Continuidad" en las nuevas generaciones y "unión" en la máxima dirección del país,se encuentran entre las directrices a seguir en los próximos años, según se desprendió del congreso.
Las autoridades resisten a dar una imagen de grupo envejecido, pero al mismo tiempo,no están dispuestas a abrir espacios a fracciones.
Para Castro hay que hacer todo lo posible para que la revolución cubana "nunca pueda ser desbaratada" y, sobre todo, por que "nunca pueda ser destruida por nosotros mismos".
En su largo discurso de clausura del foro comunista, subrayó la necesidad cada vez mayor de que surjan cuadros nuevos pues, afirmó, el Partido Comunista no puede darse el lujo de que un día falle su dirección.
El mandatario de 71 años aseguró sentirse "tranquilo" en cuanto a la garantía de la continuidad de las ideas de la revolución que triunfó en 1959 y, al mismo tiempo, reconoció que comprendía "el papel relativo de los hombres".
La clausura del congreso comunista pareció dirigirse a aquellas personas que consideran que de producirse la muerte del presidente llegaría a su final el sistema socialista que rige este país caribeño.
Castro aceptó nuevamente su nombramiento como primer secretario del Partido y no despejó las incógnitas sobre si para inicios del próximo año puede esperarse una designación del vicepresidente Carlos Lage al frente del Consejo de Ministros.
El presidente cubano seguirá al frente del PCC, de los consejos de Estado y de Ministros y como comandante en jefe de las fuerzas armadas, pero se encargó de dejar claro que la dirección del país era realista y, sobre todo, pragmática.
Así fue interpretada, además, la elección el viernes 10 del nuevo Buró Político del PCC, que quedó integrado por un grupo de los llamados "dirigentes históricos", que rondan los 70 años, de representantes de una generación intermedia y de la que hoy se encuentra entre los 40 y 50.
Casi la mitad de los miembros de ese grupo élite de dirección no llega a los cincuenta años, lo cual podría considerarse inusual si se compara con las experiencias de los partidos comunistas que estuvieron en el poder en Europa.
Entre los "jóvenes" del buró reelectos por el Congreso aparecen Lage (46 años), el canciller Roberto Robaina (41), el ministro de Cultura Abel Prieto (46) y la científica Concepción Campa (46).
Cuatro de los cinco nuevos miembros que integran la cúpula del Partido no pasan de los 44 años y uno de ellos, Jorge Luis Sierra, apenas tiene 36.
Sierra dirige el PCC en la provincia niquelífera de Holguín, a 771 kilómetros de La Habana, e integra una generación de nuevos cuadros que en su mayoría tienen nivel universitario y llevan un estilo de vida bastante austero.
Si esta renovación parcial del máximo órgano de dirección partidista respondió a las expectativas que precedieron al foro, la gran novedad del quinto congreso comunista fue la decisión de reducir el Comité Central de 225 a 175 personas que se interpretó como un intento de "desburocratización" interna.
El segundo secretario del PCC y ministro de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro, dijo que la medida respondió a la necesidad de tener "órganos de dirección más pequeños, ágiles y capaces de poder ser convocados en breve tiempo".
El hermano del presidente Castro enfatizó que en un país en crisis desde hace siete años la máxima dirección tiene que estar integrada por personas que más que representar un sector o un territorio sean capaces de asumir las responsabilidades.
Ese pragmatismo dejó fuera del Comité Central a algunas de las personalidades históricas de la Revolución, como el presidente del Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas, Alfredo Guevara.
"El comunista no lucha por halagos ni honores", comentó el presidente Castro y catalogó la renovación al más alto nivel del Partido como "difícil pero necesaria".
El PCC, integrado por 780.000 personas, reconoció que la política económica se mantendrá como la prioridad para los próximos años y de hecho dedicó casi todo el tiempo de sus sesiones al debate al respecto.
Cuba registró una caída de 34,8 por ciento de su producto interno bruto entre 1989 y 1993. La reanimación económica pareció confirmarse el pasado año con un crecimiento de 7,8 por ciento, pero pare 1997 se espera que sólo crezca entre dos y tres puntos. (FIN/IPS/da/dg/ip/97