Más de tres años después de la muerte del histórico líder comunista de Corea del Norte, Kim Il Sung, su hijo Kim Jong Il se dispone a asumir formalmente la jefatura de Estado.
Kim Jong Il, de 55 años, se convertirá en secretario general del gobernante Partido de los Trabajadores el próximo viernes 10, adquiriendo un título más que confirma su condición de heredero político de su padre, quien falleció en julio de 1994.
Desde entonces, Kim Jong Il ha sido claramente el hombre al timón de Corea del Norte, encabezando su ejército y sus fuerzas de seguridad.
Su asunción formal al cargo de secretario general había sido esperada durante los últimos tres años pese a especulaciones en sentido contrario.
Pero es improbable que el aparente impulso a la posición de Kim dé lugar a una nueva era o al menos a un cambio en la forma reservada y solitaria en que el país asiático, afectado por el hambre, es gobernado desde hace medio siglo.
Así mismo, existen escasas señales de que Corea del Norte vaya a obtener toda la ayuda alimentaria que tanto necesita para prevenir una hambruna de proporciones catastróficas cuando llegue el invierno.
Semanas antes de la prevista asunción de Kim Jong Il como el nuevo jefe del partido, Corea del Norte se rehusó a transar durante las conversaciones preliminares de una conferencia cuatripartita para un tratado de paz permanente en la península.
Las charlas preliminares realizadas en Nueva York a mediados de septiembre culminaron sin acuerdo alguno y con escasas posibilidades de que los cuatro países participantes (Corea del Norte, Corea del Sur, China y Estados Unidos) vuelvan a reunirse para negociar a fin de año.
Corea del Norte insistió firmemente en que Corea del Sur y Estados Unidos le provean grandes cantidades de ayuda alimentaria antes de continuar las negociaciones.
La demanda no encontró eco, ya que tanto Seúl como Washington opinan que la ayuda alimentaria no debe utilizarse con la finalidad de atraer a Corea del Norte hacia la mesa de negociaciones.
A medida que avanzan los meses, Corea del Norte, cuya agricultura está devastada por años de desastres naturales y malas políticas, se hunde cada vez más en el abismo del hambre y la muerte.
Según diferentes fuentes, entre 500.000 y un millón de norcoreanos ya murieron de hambre, aunque el grupo humanitario estadounidense World Vision estimó el número en tres millones, en base a una encuesta de norcoreanos realizada en China este año.
Las autoridades confirmaron la semana última que unos 1,8 millones de toneladas de granos se perdieron este año debido a la sequía.
Luego de gravísimas inundaciones que arruinaron las cosechas durante tres años consecutivos, este año la región central del país sufrió inesperados tifones y una gran sequía que empeoraron una situación ya desastrosa.
Se necesitan unos seis millones de toneladas de granos anuales para alimentar a la población norcoreana, de acuerdo con comerciantes chinos que cruzan habitualmente el río Yalu, que sirve de frontera entre ambos países.
Este año, sin embargo, Corea del Norte tiene un tercio menos de los alimentos que necesita, y si la ayuda internacional no aumenta, millones de personas podrían morir de hambre el próximo invierno.
Varias organizaciones humanitarias internacionales prometieron y entregaron parcialmente 800.000 toneladas de granos este año. El gobierno compró a China otras 300.000 toneladas, pero todos esos acuerdos fueron firmados antes de conocerse el resultado de la cosecha de otoño.
Sólo aquellas personas que viven junto a la frontera con China y tienen familiares al otro lado del río Yalu están en mejor situación, porque pueden comerciar a través de la frontera.
La situación dispuso a muchos norcoreanos a escapar al hambre cruzando el río, y se prevé que muchos más lo harán en el invierno, cuando el congelamiento del curso de agua vuelva más fácil el cruce.
Consciente del creciente influjo de refugiados y temerosa de un colapso del régimen norcoreano, Beijing intenta atraer a empresarios chinos y de Hong Kong para que inviertan en Corea del Norte, en la esperanza de que el comercio ayude a mejorar la situación.
En los últimos meses, la prensa china ha concentrado su atención en el Area de Desarrollo Económico del Río Tumen, una zona de libre comercio en la frontera entre China, Rusia y Corea del Norte, destacándola como el nuevo polo económico del noreste de Asia.
El proyecto Tumen fue lanzado por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas en 1992, con su financiación. Los tres países involucrados deben crear un área de libre comercio de 300 kilómetros cuadrados junto al río Tumen.
China afirmó que el temor de Rusia a abrir sus fronteras obstaculiza el libre movimiento de bienes y personas.
Al promover la zona de libre comercio, China intenta también aliviar la tensión social del otro lado del río Yalu. Beijing anunció que este año convertirá al puerto Quanhe, en el puente de Wonjong, en un puerto de primera clase para impulsar el comercio con Corea del Norte.
Otro proyecto, el de una vía férrea entre China y Rusia que comenzaría a funcionar a modo de prueba a fin de año, también otorgaría un incentivo al comercio bilateral.
Pero los analistas creen que el comercio con los países vecinos tendrá sólo un efecto limitado sobre la situación de la población norcoreana, de 23 millones.
Además, aun si creciera el comercio en las áreas fronterizas, la gente del interior del país permanecería a merced de la hambruna. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/ml/dv/97