Las últimas convocatorias a un diálogo político efectuadas por la junta militar de Birmania a la oposición obedecen a la intención del régimen de dividir a sus adversarios, que, en cambio, se afirmaron en sus posiciones.
La Liga Nacional para la Democracia (LND) repuso en su secretaría general a Aung San Suu Kyi, la principal enemiga de la dictadura, y exigió que el diálogo se cimente, entre otros puntos, sobre el reconocimiento del resultado de las elecciones de 1990 y la liberación de un millar de presos políticos.
Los opositores al régimen militar de Birmania ya se han acostumbrado a la virtual prohibición de toda actividad política. Por eso, fue una agradable sorpresa para ellos que se permitiera una reunión en Rangún a fines del mes pasado.
La junta militar dio su bendición a una asamblea que durante dos días reunió a la LND el último fin de semana de septiembre en Rangún, lo que generó una ola de especulaciones sobre los reales motivos de este gesto inusual.
En años anteriores, cuando las autoridades detectaban a delegados de partidos opositores aprestándose a asistir a una conferencia partidaria en la capital, ordenaban a las autoridades locales a que los hostigaran. Algunos dirigentes acabaron en prisión.
Esta vez, se les dio luz verde, con algunas condiciones. La junta permitió la asistencia de apenas 300 participantes e instaló estrechos controles de seguridad a lo largo de la avenida donde se ubicaba el local del congreso.
En esa misma calle está el domicilio de Aung San Suu Kyi, quien cuenta con un amplio respaldo popular y cuyo premio Nobel de la Paz es una muestra más de su buena imagen internacional. El lugar es escenario de frecuentes manifestaciones opositoras.
El autoproclamado gobierno birmano en el exilio, nucleado en la Coalición Nacional de Gobierno de la Unión de Birmania, manifestó su beneplácito por el permiso. Pero algunos fueron cautelosos. "Es demasiado pronto para decir nada", dijo Aung Saw Oo, ex dirigente de la LND.
De todos modos, la LND no perdió la oportunidad. Al final del congreso, aprobó una declaración en la que reclamó a la comisión electoral gubernamental un informe oficial sobre los resultados de los comicios de 1990, que fueron anulados por el régimen.
Además, exigió la convocatoria al parlamento sobre la base de las elecciones tan pronto como fuera posible y la liberación de los más de 1.000 presos políticos en el país.
En el poder desde 1989, la junta se ha negado a ceder un milímetro a la LND, partido que ganó las elecciones parlamentarias de 1990 por una mayoría abrumadora.
El grupo opositor también reclamó un diálogo político, pero distinto al convocado por la junta. "No hay otro medio para resolver los problemas del país que un diálogo significativo", según la declaración.
La resolución más importante fue el nombramiento de Suu Kyi como secretaria general y la reposición en el comité ejecutivo central de otros dos altos dirigentes liberados en los últimos años y destituidos por maniobras de la cúpula del régimen, Tin Oo y Kyi Maung.
El primer secretario de la junta militar, general Khin Nyunt, invitó en julio a dialogar a tres dirigentes de la LND, entre ellos su presidente, U Aung Shwe. Ese paso generó sorpresa. Nyunt convocó luego otra reunión, que fue boicoteada por los opositores.
"La LND es partidaria de un diálogo significativo con la junta, pero se debe incluir a Aung San Suu Kyi", según la declaración del congreso partidario.
La intención del régimen, según analistas en Rangún, es "dividir y conquistar". Algunos, incluso, prevén que esa estrategia provoque una fractura entre moderados y radicales del movimiento opositor. Pero, al parecer, la LND todavía está unida.
La propia Suu Kyi alertó a sus correligionarios que no debían caer en las trampas de la junta. "El comité de disciplina del partido tomará medidas contra quienquiera que trate de romper la unidad o perjudicar al movimiento democrático", dijo.
Las invitaciones de la junta al diálogo son, en parte, una respuesta a la discreta presión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que admitió a Birmania en calidad de miembro pleno en julio y reclamó de forma extraoficial mayor espacio político para la oposición.
Ese pudo haber sido el principal motivo de la visita del ex dictador Ne Win a Indonesia a fines de septiembre. Semanas antes, hubo especulaciones de que el dictador indonesio Alí Suharto tenía la intención de considerar con él la democratización de Birmania.
Ne Win, el general retirado de 86 años que impuso el aislacionismo de este país riquísimo en recursos naturales, adoptó un discreto papel en la política desde su renuncia en 1988.
Se estima que, si bien se reúne en ocasiones con sus allegados políticos, perdió influencia en la cúpula del régimen. (FIN/IPS/tra-en/az/ral/mj/ip hd/97