La detención hoy en España del ex capitán argentino Adolfo Scilingo, quien se autoinculpó por haber arrojado al mar a detenidos ilegales durante la última dictadura, resulta paradojal en un proceso en el que la norma es la impunidad de los responsables.
Scilingo es el único ex oficial argentino que confesó haber cometido crímenes, pero hasta ahora no había sido detenido. No tiene el respaldo de la Armada y, por el contrario, fue repudiado por el gobierno del presidente Carlos Menem quien los considera "un mitómano".
Su caso revela una profunda contradicción en la sociedad argentina. Los militares que participaron en la represión pueden hablar aquí de sus crímenes sin ser detenidos ni procesados por ello, pero la población, de tanto en tanto, insulta o agrede a alguno de ellos cuando se lo cruza.
Los militares que intervinieron en la represión ilegal pueden caminar libremente en este país debido a las leyes de punto final, obediencia debida y el indulto, pero no están libres de procesos como los que se les siguen en España, Italia, Francia o Suecia.
En diálogo con IPS, la esposa del ex capitán admitió que "estaba previsto" que Scilingo quedara detenido en Madrid tras declarar en la causa en la que el juez español Baltasar Garzón investiga la suerte de unos 300 desaparecidos españoles durante el régimen de facto (1976-83).
"El lo sabía, sus abogados se lo habían advertido y no tenía nunguna promesa de Garzón, pero él tiene un grave problema de conciencia y necesita en el fondo autocastigarse por lo que hizo", explicó Marcela Scilingo, confiada en que la detención no sea prolongada.
Considera que su esposo "se está haciendo cargo de un asunto por el que debería dar explicaciones la Armada en pleno".
Con su confesión, Scilingo provocó en 1995 una inédita autocrítica de las jefaturas de las Fuerzas Armadas por la forma en que actuaron durante la dictadura cuando, según los organismos de derechos humanos, secuestraron, torturaron e hicieron desaparecer a unas 30.000 personas.
La autocrítica militar fue apenas posterior a la confesión del ex marino quien eligió al periodista Horacio Verbitsky para admitir que había participado de dos "vuelos", como se llamaba entonces a las incursiones aéreas de los militares para arrojar vivos al mar a los secuestrados.
Hasta ese momento, sólo se conocía la existencia de esos vuelos por declaraciones de sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, quienes no obstante no podían probar sus dichos.
Dos meses después de su confesión, cuando había comenzado a trabajar con organismos de derechos humanos para tratar de identificar a algunas de las víctimas y aportar datos sobre su destino final, Scilingo fue detenido acusado de cometer una estafa y recobró la libertad este año.
En una entrevista con IPS durante su detención, Scilingo aseguró tener datos para colaborar en la causa de Garzón y dijo que si Menem quería se podía esclarecer 90 por ciento de la verdad.
Admitió también que prefería quedar preso en España por sus 30 crímenes y no en Argentina por una fantasía que le inventaron para hacerlo callar, en alusión a la causa por estafa.
Una vez liberado de un proceso repleto de irregularidades en el que quedó procesado el juez de la causa, el ex capitán fue secuestrado en setiembre por dos desconocidos que vestían uniforme policial.
Lo introdujeron por la fuerza en un automóvil donde lo tuvieorn más de dos horas y lo obligaron a escribir en su rostro, con una navaja, las iniciales de tres periodistas independientes, "tus socios", le dijeron.
Esta semana, Scilingo llegó a Madrid para declarar en la causa en la que el juez Garzón investiga a los militares argentinos que intervinieron en la desaparición de españoles.
En este proceso por genocidio y terrorismo de Estado ya se ordenó la captura del ex general Leopoldo Galtieri, ex comandante de la dictadura.
Este militar no puede salir del país sin ser detenido por Interpol, lo mismo que ocurre con el ex capitán de la Armada, Alfredo Astiz, condenado en Francia por el crimen de dos religiosas de esa nacionalidad, en Argentina.
Galtieri fue indultado por Menem y Astiz fue liberado de proceso por las leyes de punto final y obediencia debida, dictadas durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
Garzón prevé pedir en los próximos días la captura internacional del ex jefe de la Armada, Emilio Massera, otro ex comandante indultado por Menem, y de otros 50 militares que actuaron en la Escuela de Mecánica de la Armada, donde operó un centro clandestino de detención.
Scilingo, quien continuará declarando este miércoles, reconoció ante el juez español que intervino en los "vuelos", que su acción recibió la bendición de capellanes castrenses y que recibió instrucciones de cómo actuar en casos de prisioneras embarazadas o de niños secuestrados.
Entre los desaparecidos españoles hay embarazadas y niños y, en uno de los casos, el ex oficial admitió conocer quien adoptó ilegalmente a uno de los niños.
Scilingo dió el nombre de un marino que tomó a la criatura y se radicó en Inglaterra, pero la justicia argentina archivó su denuncia, luego de esperar en vano información de la Armada al respecto.
También admitió que la represión a los grupos izquierdistas se proyectaba, mediante un plan "maquiavélico y siniestro", desde 1975, un año antes del golpe de Estado contra María Estela Martínez de Perón.
La afirmación podría contribuir a cimentar la acusación de genocidio por parte de la fiscala que encuadra en ese delito el juzgamiento de los ex comandantes de la dictadura. (FIN/mv/dam/hd/97)