El gobierno argentino descartó hoy toda posible autocrítica por la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas del domingo y aseguró que el mensaje de los votantes debe ser interpretado como una exhortación a profundizar el modelo económico.
Como si se tratara de una competencia deportiva, el presidente Carlos Menem afirmó que "sigue invicto", porque él no era candidato.
"Los responsables de la derrota son los candidatos y los gobernadores de las provincias", sentenció el mandatario.
Menem personalmente nunca perdió una elección. Obtuvo el triunfo las tres veces que se postuló para gobernador de su provincia, La Rioja, y lo mismo sucedió cuando compitió por la candidatura presidencial del Partido Justicialista.
Por último, también se impuso las dos veces en que se presentó como aspirante a la Presidencia (1989 y 1995).
Sin embargo, pocos son los observadores que no señalan que la intervención del presidente en la campaña electoral provocó una fuga de votantes disconformes con la marcha de la economía nacional, particularmente por la falta de empleo, y que reclaman soluciones a la crisis de la educación.
El gobernante Partido Justicialista no consigue salir del estado de "shock" que le provocó la derrota frente a la Alianza de oposición, que se impuso por 36,4 a 36,1 por ciento. La diferencia a favor de la oposición se amplía a 10 puntos si se suman los votos obtenidos por los partidos miembros de la Alianza en los distritos en que se presentaron por separado.
Menem prefirió evitar toda exposición pública personal em la jornada electoral, en la que se renovó la mitad de la actual legislatura, y sólo en la noche del lunes habló con algunos medios y concedió entrevistas que se publicaron este martes.
El secretario de la Presidencia, Alberto Kohan, consideró que el día después de la derrota "no es momento para hacer autocrítica", sino para reflexionar. Entre tanto, los colaboradores cercanos al gobierno ensayaban teorías conspirativas sobre la actuación de los medios de prensa.
El Partido Justicialista había ganado todas las elecciones nacionales de los últimos 10 años, y en la provincia de Buenos Aires, el gobernador justicialista Eduardo Duhalde descontaba el triunfo de su esposa Hilda Gonzalez.
Pero González perdió por siete puntos frente a la candidata aliancista, la senadora Graciela Fernández Meijide.
Fernández Meijide fue la gran triunfadora de los comicios, al imponerse en el principal bastión electoral del justicialismo. Su victoria golpeó duramente las ambiciones del gobernador para suceder a Menem en 1999.
La senadora consideró "autista" la reacción de Menem ante el resultado adverso en las elecciones, y exhortó al gobierno a trabajar duro en los dos años que le restan de mandato si quiere competir con posibilidades en la disputa por la Presidencia.
Mientras, Menem destacó el triunfo del partido gobernante en 10 provincias, y consideró que el mensaje del electorado fue "positivo". Pero luego admitió que "en algunas regiones del país", la población pide que se profundice el modelo para combatir el desempleo y la inseguridad.
El presidente también descartó por ahora cambios en su gabinete, una medida reclamada por los empresarios, preocupados por asuntos pendientes, como la reforma laboral y la privatización de bancos estatales y de los aeropuertos.
Si bien la oposición aseguró que hará una tarea "constructiva", y que no es su responsabilidad reclamar cambios de rumbo econmico, los empresarios consideran necesario que el presidente, con su poder menguado, recupere iniciativa con un nuevo gabinete.
Los líderes de empresas creen que se debe "oxigenar" el gobierno con nuevos rostros, y celebraron la actitud de los dirigentes de la oposición, que evitaron declaraciones que pudieran alentar la incertidumbre en momentos de tensión en los mercados por los efectos de la crisis del sudeste de Asia. (FIN/IPS/mv/ff/ip/97