AMERICA LATINA: Una "super mamá" es peligrosa

Para muchas mujeres en América Latina trabajar fuera del hogar supone una carga agobiante que puede poner en riesgo su estabilidad emocional y su salud, al tener que cumplir también con su papel de esposa y madre, luego de una agotadora jornada laboral.

El hecho de que el hombre latino no se sienta obligado a realizar tareas domésticas atenta contra los beneficios que acarrea a la mujer, en otras regiones, su participación en el mercado laboral, tales como el mejoramiento de su calidad de vida, de la autoestima y de los ingresos económicos.

"Trabajo en la oficina hasta las 18, luego voy a casa y ayudo a los chicos con las tareas, preparo la comida, alisto la ropa y uniformes (de colegio) para el otro día, cuando llega mi esposo tengo que atenderlo, luego acuesto a los niños y, cuando menos lo espero, son las 10 de la noche y no he tenido tiempo para mi".

De esta manera describe su jornada en el hogar, después de un intenso día de trabajo, la peruana Regina Calderón, gerente de marketing de una empresa trasnacional, madre de tres niños de 11, siete y cuatro años.

"Si tengo que quedarme en la oficina, estoy angustiada pensando en que la casa debe estar hecha un desastre y si me voy a casa tengo la sensación de que no estoy cumpliendo profesionalmente, es terrible", afirma.

Sostiene que su desarrollo personal es muy importante y siente que lo deja de lado si no permanece en su trabajo, pero si lo hace, piensa que tampoco está cumpliendo cabalmente como madre.

"Un estudio de la Organizacion para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), asegura que la igualdad de la mujer y la eficacia económica son totalmente compatibles y es correcto", explica la psicóloga Denisse Valenzuela.

"Pero lo que no es compatible es el deseo natural de las mujeres, especialmente de las profesionales, de desarrollarse y poder hacerlo sin perjudicar su vida familiar", añade.

La experta asegura que cada vez es mayor el número de mujeres que acuden en busca de ayuda terapéutica.

"Sienten que no están cumpliendo como madres, que dedican demasiadas horas a su trabajo, a su progreso profesional y desarrollan complejos de culpa y, a la inversa, las que descuidan el trabajo por atender el hogar se sienten frustradas y descargan su agresividad en los hijos", dice.

Gran parte del problema es que el trabajo doméstico sigue considerándose en América Latina un "asunto de mujeres", porque el hombre latino no se siente obligado hacia las tareas del hogar.

Las empresas latinoamericanas tampoco parecen interesadas en ayudar a resolver el problema, incluso las filiales de trasnacionales de Europa y Estados Unidos, donde hay una actitud más positiva al respecto y se valora la ventaja de contar con mujeres altamente capacitadas y con una vida familiar plena.

En Alemania, por ejemplo, la compañía Siemens abrió un centro de cuidados para niños que está disponible no sólo para los hijos de sus trabajadores, sino para todos los niños que residen en el vecindario de su sede en Munich.

Esta empresa, como Bayer o Schering, empiezan a reconocer que la distribución de las tareas del hogar no puede ser exclusiva de las mujeres y revisan sus políticas laborales con el fin de que padres y madres puedan armonizar trabajo y vida familiar.

Pero la situación en América Latina es muy diferente a la europea.

"El latinoamericano es tradicionalista en estos aspectos y, pese a los avances, tengo la impresión de que en el fondo muchos siguen pensando que el lugar natural de la mujer es el hogar", comenta a IPS un directivo de una multinacional alemana que trabaja en Perú.

"Se sienten mal de que sus mujeres 'tengan que trabajar' y permanezcan fuera del hogar tantas horas", añade.

Petra Ulshoefer, consejera de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, afirma que en muchos países de la región se parte del supuesto que la mujer no es adecuada para desempeñarse en el mercado laboral, sino para ser madre y ama de casa.

"La mujer, en la opinión pública, y frecuentemente en la de ella misma, acude al autoempleo o al empleo formal sólo en tiempos de necesidad económica, cuando todavía no tiene hijos o en el caso de que no tenga un marido que la pueda sostener", subraya Ulshoefer.

Además, con el fin de poder compatibilizar sus obligaciones domésticas con su desarrollo laboral, acepta muchas veces modalidades de trabajo "no siempre deseadas y que tienen repercusiones negativas para una posible carrera profesional".

La OIT reconoce que la solución de parte de los problemas económicos de la región depende de la participación de la mujer, pero afirma que en los países desarrollados se espera que las mujeres y las madres cumplan además con sus labores domésticas.

"Los horarios de trabajo no son muy flexibles y los centros de cuidado de niños son inadecuados. En consecuencia, es frecuente que las mujeres tengan que aceptar trabajos de nivel inferior a su capacidad y formación", advierte Ulschoefer.

El trabajo a tiempo parcial y a domicilio son las modalidades predilectas de las mujeres para poder armonizar vida laboral y familiar. Esto ocurre tanto en América Latina como en Europa, donde una estadística de la Unión Europea indica que 81,8 del empleo a tiempo parcial está cubierto por mujeres.

En América Latina, el número de trabajadoras a tiempo parcial es superior casi en 30 por ciento al de los varones, según los registros de la OIT.

Pero, mientras 38 por ciento de varones admite trabajar voluntariamente a medio tiempo, el porcentaje aumenta a 55 en el caso de las mujeres. La desventaja de esta modalidad es que, salvo excepciones, limita el ascenso profesional y recorta muchas expectativas laborales y salariales.

El panorama se repite con los trabajadores a domicilio. Estudios a nivel mundial de la OIT aseguran que 90 por ciento del empleo a tiempo parcial está cubierto por mujeres. Esto sucede mayoritariamente en países de Asia y América Latina.

Pero si para la mujer profesional, la incompatibilidad entre desarrollo personal y armonía familiar es agobiante, la mujer de escasos recursos está en peor desventaja.

Raúl Hidalgo, director del Centro Peruano de Estudios Bancarios y autor de conferencias sobre la mujer y el trabajo, afirma que "para ellas, trabajar es cuestión de supervivencia".

"A mi no me importa trabajar 12 o 15 horas, es mejor eso a no tener trabajo", afirma Flor Chávez, una vendedora de golosinas, de 26 años, que carga en su espalda a un niño de siete meses, el menor de sus cuatro hijos.

Chávez trabaja desde las ocho de la mañana hasta las 10 de la noche, y a veces es ayudada por sus hijos. Ahora debe mantener a su marido porque no consigue trabajo, pero no quiere ayudar en la casa. (FIN/IPS/zp/dam/ag/pr/97

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