/AMBIENTE/URUGUAY: La forestación en pugna con la ganadería

Los 187.000 kilómetros cuadrados del fértil territorio de Uruguay se transformaron en la base de un dilema, que coloca a ganaderos y empresarios forestales en busca de una mayor rentabilidad a sus inversiones.

Durante el primer lustro del año 2000, la oferta de madera con destino a la industria y la exportación se multiplicará por 10 y se ubicará en un volumen superior a los ocho millones de metros cúbicos, según un estudio del ex ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Roberto Gómez Platero.

Las expectativas para Uruguay son auspiciosas porque los expertos estiman, como complemento, que en el mediano plazo se registrará una baja en la cosecha de los países del sudeste asiático, en la costa oeste de Estados Unidos y en la región tropical de América Latina.

En forma paralela, en este país el crecimiento de los árboles se produce por razones del suelo y climáticas a una velocidad más de 10 veces mayor que en el hemisferio norte.

Según el director del Centro de Tecnología Teórica y Aplicada de Italia, Roberto Jódice, un negocio de inversión forestal puede tener una tasa de retorno que oscile entre el 20 por ciento para las maderas de baja calidad y más de 50 por ciento en las destinadas a la exportación.

En Uruguay, un país tradicionalmente ganadero, se produjo a partir de 1989 una verdadera revolución forestal derivada de fuertes exoneraciones tributarias y créditos estatales blandos emergentes de la aprobación del Plan Nacional de Forestación hace siete años.

Aunque grupos ambientalistas advierten que se está forestando a escalas preocupantes, ya que transformar las praderas en bosques sería algo similar a sustituir la selva tropical por praderas, el proceso continúa.

Capitales de empresas internacionales han comprado grandes extensiones de tierras que, fraccionadas, se venden forestadas a miles de los 3,1 millones de uruguayos.

En lugar de colocar su dinero en la plaza financiera, los inversores optaron por la forestación. Así, varios empresarios ganaderos dedicados a la cría están sustituyendo esa actividad por la forestación, porque han constatado que ésta tiene una mayor rentabilidad.

De mantenerse esta tendencia, la superficie forestada puede llegar rápidamente al ocho por ciento del territorio del país, según se estableció durante un foro realizado a fines de septiembre en Tacuarembó, 380 kilómetros al norte de Montevideo.

Mientras tanto, la ganadería continúa creciendo y la industria frigorífica uruguaya lidera las exportaciones.

Según los últimos datos del Banco Central del Uruguay (BCU), correspondientes al período enero-mayo de este año, este sector fue el que reportó más divisas por sus ventas al exterior, con un aumento de 21 por ciento con respecto a igual período de 1996.

Más del 20 por ciento de estos productos se colocaron en Brasil, el mayor de los socios del Mercado Común del Sur (Mercosur), que Uruguay integra junto con Argentina y Paraguay.

Durante el primer semestre de 1997 la carne tuvo una expansión sin igual dentro del sector agropecuario pese a lo cual los productores volvieron a fustigar y presionar al gobierno.

El presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), Juan Silva y Rosas, señaló que la actividad agropecuaria "lidera el crecimiento de la economía del país.

Sin embargo, el aumento de la producción "no significa una mejora de la rentabilidad de las empresas que aumentaron sus costos y vieron disminuir los precios relativos de sus productos", puntualizó.

El dirigente protestó, al finalizar la exposición anual de la ARU, contra la "alta presión fiscal" y advirtió que hay productores "con dificultades muy graves".

Las expresiones de Silva y Rosas fueron respaldadas por el ministro de Agricultura y Pesca, Carlos Gasparri, quien exhortó a los productores a presionar a los parlamentarios para la aprobación de varios proyectos que permitirán disminuir la presión fiscal sobre el sector.

A la baja rentabilidad denunciada por los ganaderos se añade otro problema como resultado de que la reserva ganadera uruguaya continúa en proceso de crecimiento, al grado que este año alcanzará una cifra histórica y está llegando al filo de sus posibilidades alimenticias naturales.

Esto se debe básicamente a las variaciones climáticas, que no permiten prever pasturas adecuadas.

Así, la ganadería de cría en los suelos de escaso potencial arrastra dificultades estucturales y, según advirtieron especialistas del diario El Observador, el aumento del número de vacas y terneros constituye "una bomba de tiempo para la administración del forraje". (FIN/IPS/rr/ag/en-if/97

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